Hombre mató a su hermano en Bogotá por agredir a su hija: "Hay cosas que no se pueden perdonar"
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En una entrevista para el pódcast 'Conducta Delictiva', Andrés Barbosa relató que su hija sobrevivió al ataque, pero quedó marcada con secuelas físicas.
Andrés Barbosa lleva más de una década en la cárcel La Picota, cumpliendo una condena de 16 años por un hecho que transformó para siempre su existencia y la de quienes lo rodean: la muerte de su propio hermano, producto de un enfrentamiento provocado por un ataque a su hija.
(Vea también: Hombre que habría matado a hermanos en Bogotá quedó en libertad: familia pide justicia)
En una profunda entrevista con ‘Conducta delictiva‘, Barbosa abrió su corazón para contar su historia, sus arrepentimientos y el impacto que ese día trágico tuvo en su familia. “Era mi hermano, alguien a quien también amaba, pero hay cosas que simplemente no se pueden perdonar”, reconoció con sinceridad.
El detonante fue un episodio desgarrador: su hermano intentó robarle a su hija, que en ese entonces tenía apenas ocho años, unos aretes de oro. “La niña estaba trayendo el pan del desayuno, estaba sola… Cuando salí a buscarla, ya la encontré en el suelo”, recordó con pesar.
Afortunadamente, su hija sobrevivió al ataque, pero quedó marcada para siempre con secuelas tanto físicas como emocionales. “Ya no quería seguir estudiando, se sentía señalada y herida”, agregó Barbosa.
Su historia se enmarca en un contexto difícil: Andrés creció en un hogar disfuncional, donde el alcoholismo de sus padres hacía la vida complicada. “A los cuatro años ya vendía dulces en los buses para poder llevar algo de comida a casa”, contó.
La necesidad y las circunstancias lo empujaron hacia la delincuencia en su juventud, pero al mismo tiempo logró formar su propia familia. No obstante, la relación con su hermano mayor siempre fue tensa y conflictiva, hasta que aquella noche fatídica convirtió a ese hermano en su adversario definitivo.
Cuando Andrés se enteró de la agresión a su hija, su instinto fue la venganza. “Me dejé llevar por la rabia y la desesperación. Le dije: ‘Vamos a pelear como hombres’, pero cuando sacó un arma, yo solo reaccioné”, confesó. El enfrentamiento culminó en una tragedia irreparable.
“Le di un golpe en la pierna, pero ya estaba cegado por la furia. Sé que no debí hacerlo, pero fue un momento de locura”, admitió. Después del incidente, Andrés decidió entregarse a las autoridades. “Sentí como si alguien me estuviera diciendo: ‘Andrés, entrégate’”, recordó.
El daño en su familia fue profundo. Su madre, que siempre mostró preferencia por su hermano mayor, lo rechazó. “Ella solo llora por él. Una vez vino a visitarme, pero me miró con resentimiento y dolor”, contó. Por su parte, su hija, hoy una mujer de 24 años, tampoco ha logrado reconstruir un vínculo sincero con él.
A pesar de los años tras las rejas, Barbosa vive con el peso del remordimiento. “Tengo pesadillas, he llorado por horas pensando en lo que hice”, confesó. Sin embargo, la prisión también le ha dado una oportunidad de cambio. Allí logró dejar atrás las drogas, se dedicó a estudiar y se convirtió en líder de una comunidad terapéutica, ayudando a otros a encontrar un camino diferente.
Andrés espera que su historia sirva como advertencia para otros, para que reflexionen antes de tomar decisiones que pueden destruir vidas. “Piensen bien antes de actuar. La cárcel no es solo perder la libertad, es vivir marcado por el resto de tu vida”, advirtió con sinceridad.
Mientras espera una posible libertad condicional, ya ha cumplido la mayor parte de su condena con buen comportamiento. Su mayor anhelo es reconciliarse con su familia. “Quiero abrazar a mi hija, decirle que la amo y pedirle perdón”, concluyó. “Esto no fue justicia, fue solo mucho dolor”, reconoció, marcando la profundidad de su arrepentimiento.
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