Armenia y su bahareque: la “Ciudad Milagro” que olvida sus raíces entre nostalgia y modernidad

Armenia, reconocida como la "Ciudad Milagro", ha mostrado una relación ambivalente con su patrimonio arquitectónico, especialmente con el bahareque, un tipo de construcción tradicional que forma parte esencial de la identidad del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano (PCCC). Desde la inauguración de la estación del tren en 1927, como narra la Crónica del Quindío, Armenia impresionaba a visitantes por su aparente progreso vertiginoso y desarrollo comercial, lo que llevó al poeta Guillermo Valencia a declararla un “milagro de ciudad”, expresión que fue adoptada con orgullo por sus ciudadanos. Sin embargo, tras el terremoto de 1999, el apelativo adquirió tintes irónicos debido a las complicaciones vividas en medio del proceso de reconstrucción, cuando algunos consideraban que sobrevivir en Armenia era, en sí mismo, un milagro debido a las difíciles condiciones de los habitantes.

En cuanto al bahareque, a lo largo del siglo XX predominó un pensamiento que lo vinculaba al atraso y la pobreza, motivo por el que numerosas edificaciones fueron derribadas para dar paso al avance urbano. Según la Academia de Historia del Quindío, muchas de estas casas se encontraban en puntos neurálgicos, como la carrera 13 y zonas alrededor del parque Uribe Uribe, evidenciando así un proceso de transformación urbana que relegó el valor patrimonial y las cualidades sismorresistentes de estas construcciones.

Entre las historias rescatadas, destaca la de la casa de los Uribe y los Jaramillo, narrada por Sara Botero Roncancio en la obra “Ensayos de historia quindiana”. El relato describe no solo los espacios físicos, sino la vida cotidiana, emociones y memorias familiares que hacían de estos hogares refugios llenos de identidad y afecto. Botero evoca la rutina de su abuela Marina, quien alimentaba palomas en el patio, la calidez de los objetos antiguos y la atmósfera de sencillez y ternura que impregnaba cada rincón.

Sin embargo, el proceso de desaparición del bahareque se intensificó tras el terremoto cuando, en medio del afán por modernizar y reconstruir, el centro de Armenia sufrió una transformación irreparable. Edificaciones emblemáticas fueron demolidas, como la recordada “La Mariela” en 2005, la casa de los Aristizábal y, en 2010, otras representativas como la casa del Cedazo y la casa quinta de los Uribe, situadas en el sector norte de la avenida Bolívar. La nostalgia de sus habitantes quedó plasmada apenas en fotografías y relatos que testimonian la vida de tiempos anteriores.

El avance urbanístico trajo consigo la sustitución del legado arquitectónico por nuevos complejos como el hotel Mocawa, mientras otras viviendas tradicionales aún existentes han sido alteradas o reconvertidas en restaurantes, bares u oratorios. Aunque algunas fachadas mantienen el aire de bahareque, en su interior todavía persiste el ambiente de familiaridad propio de este material ancestral, aunque todo indica que sus días están contados a causa de la presión del desarrollo urbano.

¿Por qué el bahareque era considerado sismorresistente y cuáles eran sus características? El término “bahareque” hace referencia a un sistema constructivo tradicional de la región cafetera que utiliza cañas y barro para levantar muros. Según testimonios citados en la Crónica del Quindío, nunca se valoraron suficiente sus cualidades frente a los terremotos, a pesar de que su flexibilidad y materiales permitían cierta resistencia a los movimientos sísmicos. La relevancia de esta pregunta radica en que, después del terremoto de 1999, se desestimaron estas cualidades al priorizar nuevas formas de construcción, relegando así conocimientos empíricos ligados a la protección y arraigo territorial.

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