Petro alerta: narcotráfico del ELN en Venezuela podría abrir la puerta a intervención militar de EE.UU.

El presidente colombiano Gustavo Petro lanzó recientes declaraciones en relación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), enfatizando el rol que, según sus palabras, desempeñan las actividades de narcotráfico de este grupo armado en la coyuntura política internacional sobre Venezuela. Petro argumentó que el accionar del ELN, a través de sus operaciones ligadas al tráfico de drogas, contribuye a facilitar una potencial intervención estadounidense en el país vecino. Así lo manifestó en un extenso comunicado por medio de su cuenta en la red social X, puntualizando el impacto geopolítico de los movimientos irregulares en la frontera colombo-venezolana.

En el escenario internacional, el presidente estadounidense Donald Trump aseguró a finales de diciembre que fuerzas de su país derribaron una instalación productora de drogas en Venezuela. Sin embargo, no ofreció detalles precisos acerca de la ubicación exacta de la operación. Reconocidos medios, como The New York Times y CNN, señalaron que la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) habría sido la encargada de este ataque, el cual, según dichos reportes, no causó fallecidos. Petro citó en su mensaje que la ofensiva se habría dirigido a una fábrica en Maracaibo, insinuando que allí se refina pasta de coca proveniente de Colombia.

La preocupación del mandatario colombiano reside en que, con el tráfico de drogas promovido por el ELN y una posible infraestructura de procesamiento en territorio venezolano, se crearían condiciones que legitimarían la presencia militar de Estados Unidos en Venezuela. Petro subraya que es precisamente el "traqueteo" —un término coloquial utilizado para referirse al narcotráfico— y el “dogma mental” de dicho grupo insurgente lo que posibilita estos riesgos de intervención externa.

Estos intercambios se producen en medio de la presión que mantiene la administración de Trump contra el gobierno de Nicolás Maduro, la cual ha incluido la destrucción de embarcaciones presuntamente usadas para el contrabando de drogas y la amenaza de atacar objetivos terrestres venezolanos. Washington alega que estas acciones buscan frenar el tráfico de drogas, aunque el ejecutivo de Caracas percibe estos movimientos militares como amenazas directas y tentativas de desestabilización. Venezuela ha denunciado que el aumento del despliegue naval estadounidense en aguas del Caribe busca debilitar su gobierno.

En este complejo entramado, Petro ha manifestado en repetidas ocasiones que, pese a las múltiples teorías que acusan a Maduro de vínculos con el narcotráfico, en Colombia no existen pruebas que respalden tales afirmaciones. Insistió en que esa acusación representa una narrativa impulsada principalmente desde Estados Unidos, destacando que durante su última conversación telefónica, ambos mandatarios discutieron estrategias conjuntas para enfrentar al ELN en la frontera compartida. Petro, quien ha reconocido diferencias políticas al calificar previamente a Maduro de “dictador” por la acumulación de poder, subraya la ausencia de evidencia concreta en territorio colombiano del involucramiento de su homólogo venezolano en actividades de narcotráfico.

Por otro lado, Petro deslizó que la administración Trump sospecha que existe una relación económica entre él y el presidente venezolano, calificando dichas versiones de infundadas y cuestionando la calidad de la información que recibe la Casa Blanca. Finalmente, el mandatario colombiano sugirió que en el futuro narrará detalles de su experiencia con los movimientos progresistas en Venezuela, reflexionando sobre las transformaciones vividas tras la muerte de Hugo Chávez.

Las tensiones en la región se han intensificado a raíz de este contexto, incrementando la vigilancia y sanciones estadounidenses sobre buques petroleros y cargamentos venezolanos, además de la confiscación de embarcaciones transportando crudo. Todo ello, reproduce un escenario en el que las pugnas por el control territorial, el tráfico de drogas y la injerencia internacional se entremezclan con la crisis política venezolana, forjando un clima de desconfianza en las relaciones bilaterales y en la estabilidad de la región.

¿Cómo afectan las acciones del ELN a las relaciones entre Colombia, Venezuela y Estados Unidos?

Esta pregunta emerge en el centro del debate por la dinámica fronteriza e internacional. El ELN, como actor armado con presencia a ambos lados de la frontera, ha sido señalado por múltiples gobiernos —incluyendo el de Colombia y los Estados Unidos— por su presunta participación en actividades ilícitas, especialmente el narcotráfico, que ha influido en la percepción de seguridad y estabilidad en la región.

Según lo expresado en el texto, el accionar del ELN repercute más allá del territorio colombiano, siendo utilizado como argumento para operaciones militares y presiones diplomáticas internacionales. Las declaraciones de Gustavo Petro evidencian cómo las acciones de este grupo insurgente pueden ser vistas como un factor catalizador en la escalada de tensiones, legitimando o justificando intervenciones externas y alterando el delicado equilibrio de las relaciones diplomáticas entre los tres países involucrados.