Marcha LGTB de este jueves en Jerusalén desafía homofobia en Israel

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Será este jueves bajo grandes medidas de seguridad y genera expectativa porque la homofobia campea en Israel.

A diferencia de la marcha multitudinaria que se celebra cada junio en Tel Aviv —que reúne cada año a unas 200.000 personas y proyecta la ciudad como el mejor hogar en Oriente Medio para los homosexuales— en Jerusalén la Marcha del Orgullo Gay junta apenas a 5.000 participantes y se topa de frente con la discriminación, que este año ha incluido comentarios homófobos de destacados líderes religiosos.

En 2015 un ultraortodoxo apuñaló a seis asistentes a la marcha, y mató a Shira Banki, una joven de 15 años, lo que, según sus organizadores, ha reducido el nivel de hostilidad en la esfera pública contra el evento de este año.

Aun así, la Casa de Jerusalén del Orgullo y la Tolerancia ha tenido que denunciar por “incitación a la violencia” al ultraderechista Baruj Goldstein, que en un artículo “instaba de forma disimulada —citando una sección de la Torá— al asesinato motivado por extremismo religioso en el Orgullo”, explicó a Efe su subdirector, Tom Caning.

“Tel Aviv es una burbuja. Básicamente, en cualquier ciudad o pueblo de la periferia en Israel se sufre homofobia y falta de tolerancia” hacia los gais, lesbianas, transexuales y bisexuales que “viven situaciones difíciles”, señala.

Muestra de ello es la cancelación esta semana de la marcha del Orgullo en Bersheva (sur del país), al que las autoridades prohibieron desfilar por el centro de la ciudad para evitar enfrentamientos.

“Tenemos problemas para que se haga frente a la homofobia desde las instituciones. Autoridades y políticos tienen siempre palabras vacías, pero no actúan ni aprueban cambios legislativos”, denuncia Caning, que añade que, en protesta, ningún político ha sido invitado a hablar en la marcha de mañana.

La semana pasada el rabino Yigal Levinstein, que dirige una academia de reclutamiento militar en una colonia, llamó a los homosexuales “pervertidos” que “han perdido la normalidad” y las autoridades tardaron más de una semana en condenar sus palabras.

Yaakov Ariel, rabino jefe de Ramat Gan (adyacente a Tel Aviv), añadió luego que “los gais y lesbianas son discapacitados y predadores que sufren un problema real que debe solucionarse con tratamientos psicológicos y farmacológicos”.

Según él, los gais “no tienen nada de que estar orgullosos” y buscan “convertir a niños púberes en homosexuales”, informó el digital Ynet.

El presidente de Israel, Reuvén Rivlin, condenó esta semana la incitación homófoba y dijo: “Las declaraciones que salen de boca de rabinos, líderes y dirigentes espirituales me han hecho un daño profundo. Debo recordar que amado es el hombre, porque fue creado a imagen de Dios. Cualquier hombre. Más allá de su religión, raza y sexo”.

Rivlin pidió que se promueva “un espacio público en el que se exija el respeto a toda persona” y se evite el “diálogo violento, dañino, de odio y destructivo”, y reconoció que “hay mucho trabajo que hacer”.

El judío ortodoxo y gay Nadav Schwartz señala que “muchos comentarios homófobos proceden de comunidades religiosas, porque utilizan la Torá (Biblia) como hoja de parra. Tienen fobia y miedo de los gais, pero no es una cuestión de ley religiosa, sino social. No está en la Torá, que es muy compasiva con todos, incluso con los que se desvían de la Torá”.

Caning afirma que “el judaísmo no es homófobo. Exige tolerancia, aceptación y comprensión del que es diferente. Homófobas son las personas, que lo utilizan cínicamente”.

Su organización denuncia que la Kneset (Parlamento israelí) ha aprobado “poca o ninguna legislación desde que en 1988 se descartaron las leyes anti-sodomía” y pide cambios legislativo como aumentar las penas a crímenes de odio, matrimonio homosexual, igualdad de las parejas LGTB o mejoras en el entorno educativo y militar.

Hadas Bloemendal, que trabaja con menores gais, denuncia que la Kneset se ha negado a modificar una ley para que los padres no puedan obligar a menores de 18 años a participar en las llamadas “terapias de reconversión, que han demostrado ser dañinas”.

La marcha del Orgullo en Jerusalén no está llena de carrozas con drag queens, bailes y alcohol, es un encuentro mucho más comedido en el que la comunidad pretende “mostrar la discriminación y violencia que todavía sufre y pedir tolerancia”.

El alcalde de la ciudad, Nir Barkat, hizo hoy unas polémicas declaraciones al señalar que no acudiría “para no herir los sentimientos de los religiosos (judíos)” y pedir que la comunidad LGTB sea consciente de que su marcha “hiere a otros”.

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