80 años después de Hiroshima y Nagasaki, los supervivientes se enfrentan al olvido

Mundo
Tiempo de lectura: 3 min

Tú navegador no es compatible para reproducir este audio

por: 

RFI (Radio France Internationale) - radio francesa de actualidad, difundida a escala mundial en francés y en 15 idiomas más*, mediante 156 repetidores de FM en ondas medias y cortas en una treintena de satélites a destino de los cinco continentes, en Internet y en aplicaciones conectadas, que cuenta con más de 2.000 radios asociadas que emiten sus programas. (*Francés, Inglés, Camboyano, Chino, Chino tradicional, Español, Hausa, Mandinga, Fulfulde, Kiswahili, Persa, Portugués, Brasileño, Rumano, Ruso, Vietnamita )

Visitar sitio

Hace exactamente 80 años, el 6 de agosto de 1945, se lanzó sobre Hiroshima la primera bomba atómica de la historia. Tres días después, fue el turno de Nagasaki. En total, se contabilizaron más de 210.000 muertos, entre ellos cerca de 40.000 niños, y 150.000 heridos. Si bien estas dos ciudades se han convertido en símbolos de la paz y el desarme nuclear, los supervivientes de la atomización son cada vez menos, mientras que el recuerdo de los bombardeos atómicos se desvanece.

Hace exactamente 80 años, el 6 de agosto de 1945, se lanzó sobre Hiroshima la primera bomba atómica de la historia. Tres días después, fue el turno de Nagasaki. En total, se contabilizaron más de 210.000 muertos, entre ellos cerca de 40.000 niños, y 150.000 heridos. Si bien estas dos ciudades se han convertido en símbolos de la paz y el desarme nuclear, los supervivientes de la atomización son cada vez menos, mientras que el recuerdo de los bombardeos atómicos se desvanece.

El 9 de agosto de 1945, la ciudad japonesa de Nagasaki fue pulverizada por una bomba atómica estadounidense. Tres días después de Hiroshima, el infierno se abatió de nuevo sobre Japón. Katsufumi Shiraishi, guía voluntario de la Fundación para la Promoción de la Paz, describe con precisión la magnitud del desastre:

“En el punto de impacto de la bomba, la temperatura alcanzó los 4.000 grados. A continuación, un viento abrasador, que soplaba a más de 245 km/h, se extendió por toda la ciudad. Los habitantes que habían sobrevivido estaban tan sedientos que bebían el agua de los arrozales, lo que les resultó fatal, ya que estaba contaminada por la lluvia radiactiva”, cuenta a nuestro enviado especial, Bruno Duval. “En un radio de un kilómetro, todas las casas de madera quedaron pulverizadas. Ni siquiera los edificios de hormigón resistieron, como esta escuela. Fue una carnicería. En una fracción de segundo, 1.400 de sus 1.500 alumnos y la mayoría de los profesores murieron”.

Shigemitsu Tanaka tenía 4 años en agosto de 1945. Nunca olvidó las escenas de horror que presenció. “Los heridos no podían abrir los ojos porque el destello de la bomba los había dejado ciegos. Los cadáveres yacían esparcidos por las calles, a veces tan carbonizados que no se podía distinguir si eran hombres o mujeres. Había tantos cadáveres que se apilaban en carros tirados por bueyes. Un olor extraño impregnaba el aire de toda la ciudad. Era aterrador”, recuerda.

Las encuestas muestran que el 70 % de los habitantes de las dos ciudades que sobrevivieron a los bombardeos atómicos temen que en el futuro se vuelva a utilizar el arma nuclear.

Un recuerdo que se desvanece

Con una edad media de 85 años, los supervivientes son cada vez menos numerosos. Otra encuesta revela que el 80 % de los japoneses desconoce las fechas exactas de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Y en las escuelas, el recuerdo se desvanece.

En Hiroshima, cuando se le pregunta a un escolar qué representa su ciudad, responde: “Los Carps”, el equipo de béisbol local, uno de los más populares de Japón, según informa nuestro corresponsal en Tokio, Frédéric Charles. En escuelas secundarias, algunos profesores se niegan ahora a recibir a los supervivientes, especialmente a aquellos que se atreven a establecer un vínculo entre Hiroshima y la catástrofe de Fukushima, o que critican la reactivación de las centrales nucleares. Su relato, repetido mil veces, cansa a los alumnos.

Sin embargo, la ciudad intenta perpetuar la memoria de los “hibakusha” gracias a los “sucesores”, hombres y mujeres elegidos por los supervivientes del bombardeo para transmitir su testimonio. Tras tres años de formación, estos guardianes de la memoria aprenden a contar no solo los hechos, sino también el dolor, el miedo y la humanidad de quienes vivieron lo indecible.

Temas Relacionados:

Te puede interesar

Sigue leyendo