Dos años de invasión israelí en Gaza: muerte, devastación y pesadilla sin fin
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Visitar sitioLa ofensiva de Israel ha sumido a Gaza en una realidad cotidiana de muertes violentas, destrucción absoluta y desplazamientos forzados constantes. En 24 meses, las bombas israelíes han borrado linajes enteros y ha vuelto inhabitable el enclave. Mientras el consenso académico se inclina a etiquetar los actos de Israel de "genocidio", los palestinos de la Franja apenas luchan a diario por sobrevivir en medio de ataques incesantes, matanzas, hambruna inducida y condiciones infrahumanas.
La ofensiva de Israel ha sumido a Gaza en una realidad cotidiana de muertes violentas, destrucción absoluta y desplazamientos forzados constantes. En 24 meses, las bombas israelíes han borrado linajes enteros y ha vuelto inhabitable el enclave. Mientras el consenso académico se inclina a etiquetar los actos de Israel de “genocidio”, los palestinos de la Franja apenas luchan a diario por sobrevivir en medio de ataques incesantes, matanzas, hambruna inducida y condiciones infrahumanas.
“Gaza está completamente destruida. Las condiciones de vida son imposibles de describir”.
A través de correo electrónico, desde la casa en la que vive con sus padres y sus hermanos en Al-Zawayda Al-Sawarha (sur del enclave), Taqwa Ahmed Al-Wawi, una joven escritora de 19 años, se queda sin palabras para explicar lo que, desde hace dos años, es la cotidianeidad de la Franja de Gaza, una realidad de masacres y destrucción diarias, causadas por los ataques indiscriminados de Israel.
Las imágenes de cadáveres tendidos, personas mutiladas, viviendas y edificios reducidos a ruinas (incluyendo hospitales, instituciones educativas o lugares de culto), desplazamiento forzado de casi toda la población y hambruna inducida por el bloqueo israelí son accesibles para todos.
Sin embargo, 24 meses después, resulta casi imposible asimilar la dimensión real de la tragedia para la población palestina del enclave.
“Cada paso adelante parece traer más destrucción, sufrimiento y angustia. La intensidad de la violencia, el miedo constante y la sensación de impotencia hacen que cada día sea más pesado que el anterior. Vivir esto te hace dolorosamente consciente de lo ligera que se ha vuelto la vida aquí en Gaza y de lo profundamente afectada que está la gente, física, emocional y psicológicamente”, añade la estudiante de literatura inglesa a France 24.
Cifras e informes de quienes arriesgan su vida en el terreno (principalmente trabajadores humanitarios extranjeros y palestinos, así como periodistas locales, que son la única voz presente debido a la prohibición vigente de Israel al acceso de reporteros extranjeros) son los que permiten tener una noción.
En el recuento que actualiza cada 24 horas, el Ministerio de Salud de Gaza contabiliza más de 67.000 muertos –más de 18.000 menores– y unos 170.000 heridos –de los que se estima que un cuarto sufren secuelas de por vida, como amputaciones, quemaduras y lesiones craneales– por los incesantes ataques de Israel desde el 7 de octubre de 2023.
Entre los fallecidos se incluyen más de 1.700 miembros del personal sanitario, más de 560 trabajadores humanitarios, más de 250 empleados de medios de comunicación y más de un centenar de rescatistas de Defensa Civil.
Sin embargo, estos números, cuyo seguimiento es cada vez más difícil por la destrucción de centros de salud y morgues, son previsiblemente más altos.
“Las cifras que circulan son una estimación muy conservadora y no incluyen a personas desaparecidas (miles de cuerpos se presumen bajo los escombros) ni aquellas cuya muerte no puede ser verificada por las autoridades, como en zonas bombardeadas de difícil acceso. Estimaciones más realistas del número de muertos serán de varios cientos de miles cuando cese el genocidio y se permita la entrada de los investigadores“, vaticina a este medio Fathi Nimer, analista de la think tank palestina Al-Shabaka.
Algunos estudios independientes sustentan esa proyección.
En enero de este año, una investigación de académicos de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y de la Universidad de Yale, entre otros, sugirió que, en comparación a lo reportado por la cartera sanitaria de Gaza, podría haber un 40% más de muertes directamente relacionadas con la ofensiva israelí, centrándose en estimaciones de los fallecimientos por lesiones traumáticas.
A ese mismo porcentaje llegó en junio pasado un equipo de expertos, liderados por el anglo-estadounidense Michael Spagat (de la Royal Holloway, Universidad de Londres) y el encuestador palestino Khalil Shikaki, basándose en la sondeo de 2.000 hogares gazatíes seleccionados al azar.
Ellos, además, realizaron el primer cálculo independiente de las posibles muertes indirectas, unas 9.000, causadas por la invasión israelí en el enclave palestino.
Por último, cabe destacar que el 9 de septiembre, en una charla con residentes de una comunidad del sur de Israel –cuyos detalles fueron recogidos por el portal Ynet–, Herzi Halevi, jefe del Ejército israelí durante los primeros 16 meses de ataques en Gaza, admitió que “más de 200.000 personas” han sido asesinadas o heridas en la Franja.
Esto representa uno de cada diez habitantes del territorio palestino y es una cifra muy similar a la reportada por el Ministerio de Salud de Gaza, al cual Israel ha intentado deslegitimar, más allá de que sus informes son considerados fiables por agencias de la ONU y organizaciones internacionales.
Hambruna inducida y matanzas en centros de ayuda
Al margen de los bombardeos, el fuego de artillería y la incursión de soldados, la hambruna inducida por las severas restricciones de Israel a la entrada de ayuda humanitaria es otro factor de fatalidad en Gaza.
Según las cifras del Ministerio de Salud, más de 450 palestinos, entre ellos 151 niños, han muerto por inanición en 24 meses, la gran mayoría de ellos desde mediados de julio.
La aceleración de los casos de desnutrición se registró luego de que Israel impusiera un bloqueo total al ingreso de ayuda en la Franja durante casi tres meses, entre marzo y mayo de este año.
Aunque fue suavizando el cerrojo para permitir el acceso de algunos alimentos y suministros básicos y habilitó los violentos repartos limitados y militarizados de comida a cargo de la denominada ‘Fundación Humanitaria de Gaza’ (GHF, contratistas respaldados por EE. UU. e Israel), eso no alcanzó para evitar una hambruna que, por primera vez en Medio Oriente, fue declarada oficialmente el 22 de agosto para más de medio millón de personas en Ciudad de Gaza.
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La Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (IPC) determinó, además, que los más de dos millones de palestinos de Gaza sufren una inseguridad alimentaria crítica o aguda, mientras que, a la espera de un análisis actualizado, este monitor global había advertido que la hambruna podía ser declarada formalmente en las áreas de Deir el Balah (centro) y Khan Younis (sur) a finales de septiembre.
A pesar de estas advertencias y de un incremento en la cantidad de entrada de alimentos de agosto a septiembre (de 2.600 toneladas métricas a más de 5.000), la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) señala que esa dimensión “sigue siendo inadecuada y está muy por debajo de las cantidades que entraban a Gaza durante el cese al fuego” de enero a marzo.
Mahmoud Al-Saqqa, coordinador de seguridad alimentaria de Oxfam en el enclave palestino, sostiene que “desafortunadamente, el panorama no está mejorando y todavía estamos enfrentando esta catastrófica situación en Gaza“.
Por otro lado, en los centros de reparto de la GHF y a lo largo de las rutas de entrada de camiones con asistencia internacional se siguen registrando matanzas diarias, con casi 2.600 solicitantes de ayuda asesinados por fuego israelí; mientras que, según OCHA, aproximadamente el 70 por ciento de los camiones de ayuda que entraron en septiembre en el enclave han sido interceptados, ya sea de forma pacífica por civiles desesperados o de forma violenta por criminales armados.
El asedio a Ciudad de Gaza acentúa la muerte y el desplazamiento forzado
La invasión israelí a Ciudad de Gaza ha añadido en las últimas semanas otro cruento capítulo de bombardeos a destajo, ataques letales y más desplazamientos por la fuerza.
“Este avance tiene el potencial de ser el más mortífero debido a la alta densidad de palestinos que estaban refugiándose en el área”, alerta Fathi Nimer.
Casi toda la población del enclave ha sido obligada a huir múltiples veces y la capital gazatí había llegado a acoger a un millón de personas hasta el nuevo avance terrestre de las tropas hebreas.
Alrededor de la mitad de esos palestinos han abandonado la ciudad asediada por Israel, pero cada vez hay menos territorio disponible para escapar porque, según OCHA, el 82% del enclave está bajo control militar israelí o sujeto a sus órdenes de traslado forzado.
La mayoría de los refugiados se trasladan a Deir el Balah y Khan Younis –donde se encuentra la supuesta “zona humanitaria” de Al-Mawasi, abarrotada de 400.000 desplazados–, pero en condiciones alarmantes, de acuerdo al Grupo Temático Mundial de Alojamiento, integrado por decenas de entidades humanitarias, lideradas por agencias de la ONU y la Cruz Roja.
Esta asociación sostiene que hay familias hacinadas en tiendas de campaña improvisadas, aglomeradas en escuelas superpobladas o directamente durmiendo al aire libre y entre escombros, mientras que los servicios esenciales están al límite de sus capacidades.
Las agencias estiman que 1,4 millones de personas necesitan ítems de refugio, pero estos elementos, como tiendas de campaña, solo ingresan a cuentagotas en Gaza debido a las restricciones de Israel.
Frente a este escenario, muchos palestinos no pueden o no quieren dejar Ciudad de Gaza.
Al-Saqqa explica que hay personas “muy débiles” para irse debido a la hambruna, sin contar a las de edad avanzada o con movilidad reducida, enfermos y heridos.
También, agrega el coordinador de Oxfam, que hay quienes “no pueden pagar los precios” de los traslados (que rondan los 3.000 dólares) o que “no desean irse a áreas que ya están abarrotadas, sabiendo que no hay lugar seguro en Gaza”.
“La gente en Gaza está soportando esta pesadilla diaria desde hace dos años y ahora se ha agravado en Ciudad de Gaza –completa Al-Saqqa–. Se puede ver claramente en sus rostros. Nosotros también estamos confundidos, desorientados, nos sentimos perdidos e imponentes y no sabemos qué hacer. Sin una acción decisiva de quienes tienen poder para impedir que Israel cometa este genocidio y limpieza étnica, veremos que lo peor está por venir“.
El futuro de Gaza: de la Justicia internacional a una reconstrucción titánica
Por la enorme escala de muerte y destrucción, hay un creciente consenso internacional en considerar que Israel está cometiendo un “genocidio” en Gaza.
Muchos de los principales expertos en la materia han llegado a esa misma conclusión –que el Gobierno de Benjamin Netanyahu rechaza con vehemencia– y decenas de ellos, incluyendo algunos israelíes, han aplicado el término en declaraciones públicas.
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A organizaciones como Amnistía Internacional, B’Tselem o el Instituto Lemkin para la Prevención del Genocidio, en septiembre se sumaron dos resoluciones de la Asociación Internacional de Académicos del Genocidio (IAGS, por sus siglas en inglés) y de una comisión independiente de investigadores de la ONU.
La presidenta de este último organismo, Navi Pillay, señaló que Israel ha cumplido cuatro de los cinco actos definidos en la Convención para la Prevención del Genocidio y valoró “evidente que existe la intención de destruir a los palestinos de Gaza”.
A la espera de definiciones de la Corte Internacional de Justicia sobre la acusación de genocidio contra Israel presentada por Sudáfrica (un proceso que puede tomar varios años) y de la Corte Penal Internacional (que ordenó la detención de Netanyahu por posibles crímenes de guerra y de lesa humanidad), los gazatíes piden con desesperación un freno a las masacres.
“La gente aquí está exhausta, traumatizada y desesperada por que la violencia termine”, sostiene Taqwa Al-Wawi, quien, sin embargo, rechaza el plan de cese al fuego del presidente estadounidense Donald Trump por considerarlo “carente de sentido, ajeno a la dura realidad que vivimos a diario”.
Sea como fuere que llegue el final de la cruenta invasión israelí, a Gaza le depara una reconstrucción titánica. Tarea que Nimer considera “difícil de pensar” en este momento porque “el genocidio no ha terminado y hay muchas variables que considerar, cómo va a terminar la guerra, quién va a tomar el control, cuál será el involucramiento de Israel”.
A nivel físico, por mencionar solo unos ejemplos, Gaza tendrá que superar la devastación de su sistema sanitario, en el que hoy apenas funcionan parcialmente 14 de 36 hospitales; y de todas sus infraestructuras, con la destrucción total o parcial del 92% de sus 436.000 edificios residenciales; el 91,8% de sus escuelas y universidades; el 88% de sus comercios e industrias; el 77% de su red de carreteras; así como sus tierras de cultivo, de las que en la actualidad el 98% están dañadas o son inaccesibles.
“Hay una enorme cantidad de palestinos con discapacidad que necesitarán rehabilitación especial. Hará falta reacondicionar tierras de cultivo y fuentes de agua. No hay más universidades para formar a especialistas, médicos o ingenieros. Gaza necesita ser recreada prácticamente desde cero“, remarca Nimer. Tanto él como Fatwa agregan que las heridas más difíciles de aliviar serán las causadas en la psiquis de sus habitantes y en su tejido social.
“La recuperación emocional y psicológica es la parte más difícil –subraya la joven escritora–. La realidad aquí es casi incomprensible y el trauma que las personas cargan es profundo. Sanar mentes y corazones después de un sufrimiento tan incesante llevará mucho más tiempo que reconstruir muros o calles“.
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“Por trágico que sea todo esto, va más allá: la forma de vida de la gente de Gaza ha sido aniquilada por completo. Linajes familiares, escuelas, hospitales, sitios y centros culturales enteros; no hay nada a lo que la gente pueda regresar. ¿Qué significa para la memoria colectiva de un pueblo que ya no exista ni siquiera un cementerio donde fueron enterrados nuestros mayores? ¿Qué significa para el conocimiento comunitario que la mayoría de los educadores hayan sido asesinados?”, se pregunta el analista de Al-Shabaka.
“Creo que ni siquiera hemos empezado a asimilar el impacto que este genocidio tendrá en los palestinos de Gaza“, remata.
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