Europa: ¿puede sobrevivir el tren nocturno sin subsidios?
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Visitar sitioA partir del próximo 14 de diciembre, Francia se quedará sin sus últimas conexiones internacionales para los trenes nocturnos. Las líneas París-Berlín y París-Viena desaparecerán por falta de subvenciones. Un golpe duro para este medio de transporte tan apreciado por los viajeros y presentado como una alternativa ecológica al avión.
A partir del próximo 14 de diciembre, Francia se quedará sin sus últimas conexiones internacionales para los trenes nocturnos. Las líneas París-Berlín y París-Viena desaparecerán por falta de subvenciones. Un golpe duro para este medio de transporte tan apreciado por los viajeros y presentado como una alternativa ecológica al avión.
El anuncio se ha hecho público esta semana: la compañía austriaca ÖBB y sus socios, la francesa SNCF y la alemana Deutsche Bahn, ponen fin a los trenes nocturnos que conectan París con Viena y Berlín. La razón es sencilla: la subvención del Estado francés, de entre 5 y 10 millones de euros al año, no se renovará. Sin este apoyo, el déficit es demasiado elevado para los operadores. Sin embargo, la demanda existía: 66.000 pasajeros en 2024 y una tasa de ocupación del 70 %, una cifra considerada muy satisfactoria. Pero no suficiente para cubrir los costos. Estas dos conexiones, reactivadas hace solo dos o cuatro años, debían encarnar una Europa ferroviaria más ecológica y menos dependiente del avión.
Un modelo económico bajo presión
Sobre el papel, el tren nocturno cumple todos los requisitos. Evita el avión en trayectos de más de 1.000 km, permite viajar mientras se duerme y responde a la demanda de alternativas bajas en carbono. Pero la ecuación económica es terminante. A diferencia de un tren de alta velocidad, que puede realizar varios viajes de ida y vuelta al día, un tren nocturno solo circula una vez cada 24 horas. Las plazas se venden una sola vez, mientras que en un tren de alta velocidad una misma plaza puede ser ocupada por varios pasajeros a lo largo del día. A esto hay que añadir costes específicos: más personal a bordo, cambio de tripulación y de locomotora en las fronteras. Como resultado, los gastos se disparan. Y frente a un boleto de avión de París a Berlín por 60 euros, es difícil justificar una litera por 130 euros y un trayecto seis veces más largo.
Un futuro que depende de la voluntad política
Hoy en día, ninguna línea nocturna en Europa es rentable sin subvenciones. Algunas salen mejor paradas que otras, como Austria con su red Nightjet, pero en todas partes el equilibrio depende del dinero público. La desventaja del tren frente al avión es también fiscal. Las compañías ferroviarias pagan elevados peajes por el uso de las infraestructuras, mientras que el querosén sigue estando exento de impuestos. Por lo tanto, el futuro del tren nocturno no solo depende de los viajeros, que están ahí, sino también de las decisiones políticas. Los Estados y la Unión Europea están trabajando para establecer las reglas del juego y decidir si este medio de transporte debe seguir siendo un nicho simbólico o convertirse en una alternativa real en la transición ecológica.
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