Borracho cogió Uber, puso mal la dirección y la carrera le salió por millones

El estadounidense Kenneth Bachman salió tan ebrio de una fiesta cerca de la Universidad de Virginia Occidental que le indicó a la aplicación que lo llevara a la casa de sus papás, que viven a más de 500 kilómetros de distancia.

Según contó el joven, estuvo con sus amigos de fiesta y luego se dirigieron a un bar para tomar durante toda la noche del viernes pasado en Morgantown, Virginia Occidental. Allí, gastó cerca de 200 dólares (cerca de 600 mil pesos colombianos) luego de haber bebido alcohol durante todo el día, relata The Washington Post.

Al finalizar, decidió pedir el servicio de Uber para que lo llevaran a su casa familiar, que queda en Sewell, Nueva Jersey. El problema es que para llegar allá había que atravesar 4 estados de un país tan grande como Estados Unidos. En total (y según las cuentas hechas con Google Maps), Bachman recorrió una distancia similar a la que hay entre Bogotá y Cali (305 millas, o 490 kilómetros).

A Bachman se le ‘borró el casete’. Según dijo, lo último de lo que tiene conciencia es de haber estado en el bar. Lo primero que recuerda después es que estaba en el Uber al lado de un conductor mayor que le dijo que estaban a una hora de llegar a Nueva Jersey. El recorrido le costó un total de 1.635 dólares (o sea, más de 4’500.000 pesos colombianos).

Una portavoz de Uber le confirmó al ‘Post’ que la millonaria carrera efectivamente ocurrió, y explicó que el conductor elegido cumplió con llevar al cliente al lugar que había solicitado. La compañía se comunicó con Bachman, que finalmente aceptó pagar todo el dinero.

El joven se lamentó, además, porque si hubiera pedido el servicio común y corriente de Uber, la carrera le habría salido por 800 dólares (que no deja de ser caro, pero es casi la mitad del costo final). Sin embargo, decidió tomar el servicio UberXL, que es más costoso porque puede llevar hasta a 6 pasajeros. Además, pagó todos los peajes que hay en el camino, agrega The New York Times.

Seguramente, Bachman todavía siente el guayabo.