Aguardiente Amarillo entra a Bogotá, pero dicen que aún hay "abuso" con la ciudad

Después de una prolongada disputa legal y política, el aguardiente Amarillo, uno de los licores más reconocidos de la región, finalmente puede comercializarse en Bogotá y Cundinamarca.

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Esta apertura se da luego de que la Corte Constitucional emitiera una sentencia que anuló la potestad que tenían los departamentos para impedir el ingreso de aguardientes distintos a los de sus propias licoreras, una práctica que restringía la competencia y afectaba tanto a los consumidores como a las finanzas locales.

La medida, que ha sido celebrada por diversos sectores ciudadanos y políticos, permitirá a los bogotanos acceder a un producto con alta demanda y, al mismo tiempo, incrementar sus ingresos por participación en el monopolio rentístico de licores.

Según la Ley 1816 de 2016, la capital recibe el 10,5 % de lo recaudado por este concepto. De ese porcentaje, el 88 % se destina a salud y el 12 % al deporte.

“Esto es un abuso con Bogotá”: concejal Juan David Quintero

No obstante, esta apertura también ha reavivado críticas sobre el manejo desigual de los recursos. El vicepresidente del Concejo de Bogotá, Juan David Quintero, señaló que la ciudad aún carece de una participación justa, tanto en los ingresos como en la toma de decisiones sobre la comercialización de licores.

“Bogotá solo recibe el 10,5 % de lo que se genera por el consumo de estos licores en su territorio y en el departamento, y no tiene participación en la Junta Directiva de la Empresa de Licores de Cundinamarca. Esto es un abuso con Bogotá”, señaló Quintero.

Mientras que en 2023 Cundinamarca recibió aproximadamente $ 256 mil millones por concepto de licores, Bogotá apenas obtuvo cerca de $ 30 mil millones, a pesar de ser uno de los principales mercados consumidores.

La intervención de la Corte Constitucional y la posterior decisión de la Gobernación de Cundinamarca de permitir su venta reflejan una creciente presión por liberar la economía local de restricciones políticas.

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Como expresó el concejal Quintero: “Bogotá necesita gobernarse a sí misma, proteger sus rentas, respetar su autonomía y liberar su economía.” La llegada de este aguardiente a las tiendas y bares capitalinos es un paso simbólico en esa dirección.