Almacenes Flamingo pasó de una rápida expansión a estar en riesgo de insolvencia en Colombia
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Visitar sitioEsta empresa enfrenta una crisis estructural con deudas acumuladas y una avalancha de procesos ejecutivos que ponen en riesgo su supervivencia.
En la historia del ‘retail’ colombiano pocas marcas han tenido tanto arraigo como Almacenes Flamingo, fundada en Medellín hace más de 75 años y reconocida por ofrecer a los estratos medios y populares la posibilidad de adquirir bienes a través del crédito directo, sin necesidad de intermediación bancaria. Sin embargo, lo que durante décadas fue su ventaja competitiva, hoy es uno de los factores que explican la crisis estructural que enfrenta la compañía, con estados financieros deteriorados, deudas acumuladas y una avalancha de procesos ejecutivos que ponen en riesgo su supervivencia.
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Flamingo no solo fue una empresa cercana al consumidor popular, sino también un negocio de gran prestigio en la élite empresarial de Antioquia. Su origen estuvo vinculado a familias con tradición en el comercio y los supermercados, entre ellas los Restrepo Londoño, cuyo legado ha sido determinante en el desarrollo del retail colombiano. Uno de sus descendientes más reconocidos, Gonzalo Restrepo, llevó al Grupo Éxito a convertirse en una de las empresas más importantes de América Latina, con operaciones internacionales y un posicionamiento que lo llevó a ser considerado el “Rey Midas del Retail”.
Este vínculo con el Éxito se reflejó también en la dirección corporativa de Flamingo en sus últimos años. La presidencia estuvo a cargo de Carlos Mario Díez, quien antes de asumir este rol se desempeñó como vicepresidente del Grupo Éxito. Su llegada buscaba imprimir mayor profesionalización y abrir el camino hacia una transformación que, sin embargo, quedó truncada por las dificultades estructurales que arrastra la compañía.
Almacenes Flamingo nació en 1949 como un emprendimiento que buscaba facilitar el acceso al consumo mediante un sistema de crédito propio. Su fundador, Víctor Henao Orozco, consolidó una visión incluyente: permitir que familias de ingresos medios y bajos pudieran acceder a vestuario, electrodomésticos y bienes de consumo sin recurrir a los bancos. Para mediados de los años noventa ya operaba más de 30 tiendas y había logrado consolidar su unidad de crédito como un diferencial en un mercado dominado por esquemas de pago de contado.
En 2009, la compañía se transformó en sociedad por acciones simplificada y llegó a operar más de 40 puntos físicos en Medellín, Bogotá, Cali, Pereira, Manizales y varias ciudades intermedias. Durante años, Flamingo fue sinónimo de cercanía y confianza, con una oferta amplia que incluía moda, tecnología, hogar, ferretería, juguetería y hasta servicios como seguros y medicina estética.
¿Qué pasa con Almacenes Flamingo?
El modelo de negocio que por décadas fue exitoso empezó a mostrar fisuras en un país donde la bancarización alcanzó al 96,3 % de la población adulta y el 23,3 % ya cuenta con tarjeta de crédito. El sistema de fiar a los clientes, que representaba un valor agregado en los años setenta y ochenta, se volvió obsoleto en una economía más sofisticada, con alternativas de financiamiento más ágiles y menos costosas.
A esto se sumaron altos costos de financiación que encarecieron el precio final al consumidor, presionando la competitividad de la cadena. El resultado fue un golpe severo a la salud financiera: según el Mapa Nacional del Retail, Flamingo reportó ingresos en 2024 por $111.886 millones, con una caída del 66,1 % frente al año anterior. Una contracción de tal magnitud solo puede interpretarse como un signo claro de crisis estructural.
La situación financiera ha derivado en un creciente número de demandas. En la plataforma pública de consulta de la Rama Judicial aparecen más de 1.000 procesos activos, la mayoría clasificados como ejecutivos, es decir, por deudas impagas.
Un caso emblemático ocurrió en Medellín, donde un juzgado libró mandamiento de pago por cerca de $230 millones correspondientes a 38 facturas vencidas desde mayo de 2023. El comerciante afectado acudió al factoring para obtener liquidez, pero bajo la modalidad con recurso: al incumplir Flamingo, él debió responder. “Imagínese quedar sin mercancía y sin plata”, relató el demandante.
En Bogotá, otro juzgado libró un mandamiento de pago por más de $2.000 millones a favor de una comisionista, incluyendo cánones de arrendamiento vencidos desde septiembre de 2023, cuotas de administración y una cláusula penal de $865 millones.
La presión judicial también se refleja en los embargos. Una investigación legal encontró que de las seis cuentas bancarias de Flamingo, cinco ya estaban embargadas y la sexta mantenía apenas $50 millones, cifra protegida por el umbral de inembargabilidad. Además, varios de sus 37 establecimientos de comercio e inmuebles en Medellín ya están comprometidos en procesos judiciales.
El declive de Flamingo golpea con especial fuerza a Medellín, su cuna y epicentro histórico, pero también a otras regiones donde la marca era vista como un aliado de la economía familiar. Con presencia en centros comerciales como Mayorca y Puerta del Norte, y en ciudades como Bogotá, Soacha, Ibagué, Soledad, Sincelejo, Villavicencio y Montería, su eventual desaparición representaría no solo la pérdida de una empresa, sino el cierre de un capítulo de la historia del comercio colombiano.
Para Leopoldo Vargas Brand CEO de Mall & Retail, “Flamingo tiene aún margen de maniobra para reinventarse en un entorno de consumo más bancarizado, digital y competitivo. Su experiencia y reconocimiento de marca podrían ser palancas para una eventual reorganización. De su buen manejo financiero y la aplicación de un plan operativo austero, serán definitivos para revertir la situación.”
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