Por día sin IVA, “no se sabe qué protagonistas son acreedores al premio de la estupidez”

“La competencia es difícil”, para otorgar ese ‘galardón’, dice Rafael Orduz en El Espectador, pero no es el único al que le sigue doliendo la alocada jornada.

Y es que, si bien el viernes pasado era el comienzo de un puente festivo, lo que dejó el primer día sin IVA programado por el Gobierno (los otros son el 3 y el 19 de julio), además de una supuesta reactivación de la economía y quizá miles de contaminados con coronavirus (eso solo se sabrá más adelante), fueron muchas reflexiones sobre la conveniencia de la medida y la actitud de las personas.

Claro que las cavilaciones, curiosamente, no corrieron por cuenta de los analistas en los medios especializados, sino de otros que abordaron el tema desde diferentes perspectivas.

Orduz, por ejemplo, plantea en su columna del diario bogotano, que son tres actores los que disputan el “premio a la estupidez”: “Líderes gremiales, particularmente los del comercio, que proclamaron la jornada como un triunfo”; ministros como el de Comercio, Industria y Turismo, “una persona de alto peso académico, […] declarando el primer día sin IVA como exitoso”, y cómo no, los compradores.

“Las imágenes en almacenes de cadena, de las filas interminables, de las aglomeraciones y la gente, literalmente, lanzándose a los corredores de las grandes superficies… a comprar, especialmente, televisores y toda suerte de electrodomésticos, sin consideración por los acuerdos del distanciamiento mínimo. Los videos de parejas en moto, él conduciendo y ella cargando su televisor de 50 pulgadas”, describe Orduz, y sintetiza: “La celebración de la mano del despliegue del instinto de muerte es el rasgo común de nuestra estupidez como cuerpo social”.

La lista de candidatos al premio de la “estupidez” propuesta por Orduz la amplió Paola Ochoa en El Tiempo, al calificar de “grave” que en Colombia “nadie haya anticipado lo que estaba en juego. Ni los ministros de Salud, Defensa, Hacienda, Interior y Comercio, que se rindieron al canto de sirenas del dinero; ni los alcaldes locales, que no prendieron las alarmas del desastre a tiempo; ni los órganos de control[…]; ni los hogares que se dejaron obnubilar por los descuentos; ni los consumidores que irracionalmente salieron a gastarse el dinero en el mayor momento de contagios y de desempleo”.

“Mucho ojo, señores del gobierno, porque la primera vez es aprendizaje, pero la segunda vez es estupidez”, advierte esta columnista, que también mete en su inventario de responsables a los medios de comunicación. “Nos concentramos en las denuncias de sobreprecios, pero olvidamos comunicar el gran riesgo de todo esto: salir a la calle en pleno pico de contagios y rebajar el valor de la vida a punta de descuentos. Se nos olvidó preguntar por cosas tan elementales como los detalles operativos y logísticos en el terreno […]. Y lo más grave de todo: nos tragamos entero el cuento de que este era el impulso necesario para la reactivación económica y para volver al comercio de otros tiempos. Nada más falso”.

Víctor Diusabá Rojas, en El País, de Cali, después de señalar también las responsabilidades del Gobierno y de los comerciantes, lamenta, como Orduz en El Espectador, lo que pasa en el cuerpo social. “Más dolor deja comprobar el tipo de sociedad en la que vivimos. Aquella del consumismo salvaje y […] el desprecio por la vida. ¿O no es eso, cuando por los pocos pesos de descuento en el precio de un televisor o de un computador ponemos en riesgo la salud y la existencia misma? Y, aparte, estamos dispuestos a llevarnos por delante la suerte de los demás, comenzando por los nuestros”.

“Los efectos del desmadre del pasado viernes, día sin IVA, durarán tanto cuanta capacidad de autocrítica tengan quienes son responsables, directos o indirectos, de lo acaecido, que no fue poco”, escribe Diusabá Rojas.

Para causar más impacto en su crítica, Melba Escobar, en El Tiempo, apela a algunas de las burlas que se originaron en el día sin IVA: “‘Enfermos por las compras’, ‘Descuentos de muerte’, ‘Covid Friday’, ‘Compra en Alkosto y muere en agosto’”, pero, en realidad, lo hace para poner su dedo en la llaga de la condición humana.

“Irse a una fila de Alkosto por horas a comprar un electrodoméstico es, ante todo, una crisis de la imaginación. Es la miseria de vivir en un ecosistema inapropiado para cultivar la sensibilidad, la creatividad y la inspiración”, dice Escobar en defensa de la cultura. “Entre las tantas lecciones de la semana pasada, la urgencia de revitalizar nuestro paisaje cultural merece ocupar un lugar destacado”.

La que sí usa bien su imaginación para hacer quizá la descripción más elocuente de lo que pasó el viernes pasado es Claudia Varela en la revista Dinero. Ella propone que nos veamos como unos extraterrestres que llegaron a Colombia el día sin IVA, y encontraron que, en medio de lo que los terrícolas denominan ‘pandemia’ y ‘confinamiento’, hay individuos que salen con una cosa en la boca mal puesta y hasta en bicicleta haciendo deporte se abrazan, pero dicen que no se pueden abrazar”.

Esos extraterrestres que imagina Varela encuentran también que programar un día sin IVA en la mitad de una pandemia, sin controles adicionales, con una ciudadanía que parece que necesita control permanente, no es tan buena idea”. Y remata con un diciente retrato: “Vemos las filas con gente cargándose televisores a 5 centímetros de distancia los unos de los otros, […] un acto que nos muestra que aparentemente los humanos de este sector del planeta no usan su cerebro completo”.