Las dos caras de los centros comerciales en Colombia: podría haber cambio para los domingos

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Expertos hablaron de las diferencias que hay con otros países que blindan el domingo y los aquellos que lo explotan comercialmente.

La imagen de cientos de familias colombianas que eligen el domingo para desayunar, vitrinear, almorzar, ver una película y cerrar el día con un helado en un centro comercial contrasta fuertemente con lo que ocurre en buena parte del planeta.

Para Leopoldo Vargas Brand CEO de Mall & Retail, “En Colombia, los centros comerciales se han convertido en una plaza pública contemporánea: suplen la escasez de parques seguros, baños públicos y estacionamientos, ofrecen protección frente a la inseguridad callejera y articulan experiencias gastronómicas, de servicios y de ocio que difícilmente encuentran competencia en el espacio público”.

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“No es casual que los administradores de los malls nacionales midan su éxito por la capacidad de “garantizar un flujo permanente siete días a la semana” y que la discusión laboral más candente del sector sea el aumento del recargo dominical, justamente porque la mayor operación se concentra en ese día”. Señalo Vargas Brand.

El caso colombiano sorprende a muchos extranjeros. La creadora de contenido conocida como “Alemana colombiana” lo resumió con un ejemplo elocuente: en su país natal resultaría impensable pasar el domingo en un “mall” porque ese día es “Ruhetag”, jornada de descanso en la que el comercio baja la persiana y la vida se traslada a parques o salones familiares. Su choque cultural es comprensible: desde 1956 el Ladenschlussgesetz alemán prohíbe la apertura de las tiendas los domingos y festivos, salvo excepciones muy contadas (gasolineras, farmacias o locales en estaciones y aeropuertos).

Pese a la presión de grandes cadenas y de algunos estados federados para flexibilizar el régimen, el principio de un día semanal sin consumo masivo se mantiene como parte del contrato social que prioriza el tiempo familiar y el descanso del trabajador.

España, aunque más heterogénea, también impone barreras relevantes. Cada comunidad autónoma define su propio calendario, pero, en general, los establecimientos de más de 300 m² solo pueden abrir 16 domingos o festivos al año, salvo que estén en “zonas turísticas” catalogadas, donde la regla se relaja.

Así, un centro comercial en la Gran Vía madrileña puede operar cada domingo mientras un mall en Bilbao debe cerrar la mayoría de ellos. Las tensiones se hacen visibles cada Navidad, cuando las organizaciones de comerciantes reclaman aperturas adicionales para mitigar las caídas de venta del resto del año.

Polonia llevó la política a un extremo: desde 2018 redujo progresivamente las aperturas hasta decretar que, a partir de 2025, solo siete domingos anuales serán de comercio irrestricto. La norma, sustentada en argumentos religiosos y de conciliación familiar, ha generado un mercado informal de “tiendas-postal” que abren gracias a vacíos legales, y ha incentivado desplazamientos de compra transfronteriza hacia Alemania o Chequia los fines de semana.

En Noruega la ley tiene un caracter similar: la mayoría del retail debe cerrar los domingos para garantizar el descanso de los trabajadores y proteger la vida comunitaria. Solo comercios de menos de 100 m², estaciones de servicio y negocios en zonas turísticas obtienen licencias especiales. Esta práctica se replica—con matices—en Austria, Suiza y buena parte de los países nórdicos.

Francia cuenta con un esquema mixto: la regla general prohíbe abrir en domingo, pero se han creado “zonas comerciales” y “áreas turísticas internacionales” donde los malls de más de 20.000 m² y dos millones de visitantes al año pueden operar sin permiso previo. París, Lille o Marsella han visto florecer grandes complejos que funcionan los siete días, mientras provincias interiores mantienen el cierre dominical casi intacto. El debate se reactivó en 2015 cuando el Gobierno impulsó reformas “pro-empleo” que ampliaron las excepciones y despertaron la oposición de sindicatos y sectores religiosos.

El Reino Unido ofrece otro modelo híbrido: desde el Sunday Trading Act de 1994, los establecimientos de más de 280 m² pueden abrir los domingos, pero solo durante seis horas continuas entre las 10:00 y las 18:00, y tienen prohibido operar en Navidad y Domingo de Pascua. Esto exige ingeniosas rotaciones de turnos y cierres temporales en hipermercados que funcionan las 24 horas el resto de la semana.

Incluso en Estados Unidos subsisten “blue laws”. El caso paradigmático es Bergen County, en Nueva Jersey, donde las grandes superficies deben cerrar los domingos—aun siendo una de las áreas metropolitanas más densas del país—por decisión popular ratificada en referendos de 1980 y 1993. Paradójicamente, ese vacío de oferta impulsa el tráfico masivo los sábados, mientras los residentes cruzan al vecino condado de Rockland para comprar el domingo.

No todos los contextos restringen el fin de semana. En Emiratos Árabes Unidos, la reconfiguración de la semana laboral en 2022 trasladó el día central de culto al viernes después del mediodía, pero los malls permanecen abiertos todos los días, adaptando horarios para respetar la oración. Allí, el centro comercial también funciona como espacio climatizado de socialización, aunque no compite con falta de espacio público sino con las temperaturas extremas del desierto.

¿Qué explica, entonces, la dualidad entre países que blindan el domingo y aquellos que lo explotan comercialmente? Las razones son diversas. En Europa continental pesan la tradición cristiana del descanso dominical y la fortaleza sindical que defiende la desconexión laboral. En Polonia o Alemania, los argumentos morales y religiosos se entrelazan con la protección del pequeño comercio frente a las grandes cadenas. Francia, el Reino Unido y España han optado por liberalizaciones parciales con la idea de dinamizar el empleo y el turismo, aunque los resultados siguen siendo materia de estudio académico y fuente de litigios.

En Colombia, por el contrario, la infraestructura urbana incompleta y la percepción de inseguridad han transferido la vida pública al interior de los malls. El fenómeno se refuerza con la climatología—un centro comercial ofrece refugio frente a lluvias frecuentes y al calor—y con la integración de servicios que van del supermercado al gimnasio y la universidad bajo un mismo techo.

Mientras la reforma laboral discute elevar al 100 % el recargo dominical, los operadores temen que un mayor costo rigidice el formato más rentable de la semana. Sin embargo, las experiencias europeas muestran que las restricciones no necesariamente provocan una debacle económica: Alemania sigue siendo la locomotora industrial del continente con sus persianas bajadas cada domingo, y la liberalización británica no disparó el consumo sino que redistribuyó las compras a lo largo del día.

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Para los desarrolladores colombianos que hoy expanden sus marcas a Centroamérica o al sur de Florida, entender estas diferencias regulatorias es vital. Abrir un mall en Madrid implica negociar con el gobierno regional cuántos domingos se operarán; lanzarlo en Düsseldorf exige diseñar un plan de atracción para sábados y noches; instalarse en Dubái demanda prever picos de afluencia los viernes tras la oración. La gestión de talento, las estrategias de marketing y la arquitectura de experiencias deberán ajustarse a cada calendario legal.

Para Vargas Brand, “El debate sobre los “domingos sin shopping” suele oscilar entre la defensa del derecho a descansar y la necesidad de reactivar economías locales. La evidencia internacional sugiere que no existe una fórmula única: las sociedades que cuentan con un sistema robusto de espacios públicos y transporte pueden permitirse cerrar y dedicar el día a la convivencia extracomercial; aquellas con déficits urbanos, como Colombia, encuentran en el centro comercial un sustituto funcional. Decidir si se mantiene la apertura todos los domingos implica, en última instancia, preguntarse qué tan preparados estamos para ofrecer alternativas de ocio, seguridad y bienestar fuera de los corredores climatizados del retail moderno”.

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