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El deportista formaba parte de la academia Esprit Foot (Senegal), en la que buscaba una oportunidad grande en Europa. Los victimarios pedían recompensa.
Cheikh Touré, un prometedor portero de 18 años, que soñaba con alcanzar el estrellato profesional en Senegal (África), fue víctima de un cruel engaño perpetrado por falsos ojeadores que lo secuestraron y posteriormente lo asesinaron. La noticia ha causado una profunda conmoción y reaviva la alarma sobre las peligrosas redes de tráfico de personas y fraude deportivo que se aprovechan de las aspiraciones de jóvenes talentos en el continente.
Touré, quien formaba parte de la academia Esprit Foot, siguió el camino de muchos jóvenes africanos: el de buscar una oportunidad en el fútbol profesional, con la mira puesta en Europa o en ligas de mayor visibilidad. Fue precisamente este anhelo el que lo hizo vulnerable a las promesas de los secuestradores, quienes lo habrían engatusado con una supuesta prueba en Marruecos. Los supuestos ojeadores resultaron ser presuntos miembros de una red criminal que opera bajo la fachada de la representación deportiva, un sombrío fenómeno que ha cobrado una víctima fatal en esta ocasión.
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La dramática cadena de eventos culminó con el secuestro del joven y la exigencia de un rescate a su familia, una suma que, lamentablemente, no pudieron reunir. Ante la incapacidad de la familia para asumir el pago, los captores cumplieron su cruel amenaza, acabando con la vida de Cheikh Touré. Su cuerpo fue hallado en Kumasi (Ghana), según confirmó el Ministerio de Integración Africana y Asuntos Exteriores de Senegal, desatando una investigación binacional en un intento por llevar a los responsables ante la justicia.
Este caso trasciende la esfera deportiva para convertirse en un grave asunto de seguridad y derechos humanos. La muerte de Cheikh Touré no solo representa una pérdida irreparable para su familia y la academia que lo formaba, sino que también sirve como un doloroso recordatorio de los riesgos que enfrentan los jóvenes futbolistas al confiar en individuos o agencias sin escrúpulos. Las autoridades y las instituciones deportivas africanas se enfrentan ahora al desafío de intensificar las medidas de protección y concienciación para evitar que tragedias como esta se repitan.
La vigilancia de las escuelas de fútbol en Colombia recae directamente sobre el Ministerio del Deporte. Específicamente, es su oficina técnica la que ostenta las funciones de inspección, vigilancia y control (IVC) sobre la totalidad de las organizaciones que componen el Sistema Nacional del Deporte (SND). Este sistema no solo incluye a los clubes y escuelas que se dedican a la formación deportiva, sino también a estructuras de mayor jerarquía como las federaciones, ligas y asociaciones. Esta labor de supervisión busca asegurar que todas estas entidades operen bajo el marco legal vigente y cumplan con los estándares requeridos para la práctica segura y reglamentada del deporte.
Dada la masiva acogida y el impacto social de las escuelas de fútbol, la labor de IVC del Ministerio del Deporte se vuelve fundamental para proteger a los menores y garantizar la transparencia administrativa y deportiva. Al ser el ente rector y vigilante del SND, la cartera tiene la potestad de auditar los procesos de formación, la idoneidad de los entrenadores y la correcta administración de los recursos, previniendo irregularidades.
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