Los primeros años: la clave para una vida sana. Consejos de expertos sobre lactancia y alimentación infantil

La nutrición en los primeros meses de vida tiene un efecto decisivo sobre el desarrollo, la salud metabólica y el bienestar futuro de los niños. Según la pediatra Lina Giraldo, los dos primeros años representan un periodo de programación metabólica, en el cual los hábitos alimenticios pueden aumentar o reducir el riesgo de obesidad, afecciones digestivas y problemas nutricionales a largo plazo. En este contexto, la profesional resalta la importancia de que la alimentación en esta etapa sea equilibrada, adaptada a las necesidades individuales y centrada en el beneficio integral del menor.

Giraldo enfatiza que la leche materna constituye el alimento más recomendable durante los primeros meses de vida, ya que provee nutrientes fundamentales, anticuerpos y favorece el desarrollo neurológico. La leche materna no solo se ajusta de manera natural a los requerimientos cambiantes del bebé, sino que también protege el sistema digestivo, reduce molestias intestinales y fomenta el desarrollo cognitivo, lo que la convierte en un soporte clave para el crecimiento saludable.

No obstante, reconoce que algunas mujeres no pueden o no desean lactar. En estos casos, la recomendación de la especialista es optar por bancos de leche certificados o por fórmulas infantiles avaladas nutricionalmente, siempre asegurándose de que no contengan azúcares añadidos o ingredientes poco beneficiosos. Esto permite mantener la calidad de la nutrición en escenarios donde la lactancia materna no es posible.

En cuanto al inicio de la alimentación complementaria, Giraldo indica que, según las guías pediátricas vigentes en Colombia, debe comenzar a partir de los seis meses. En ese momento, los pequeños ya han alcanzado habilidades motoras básicas, como sostener la cabeza y llevar objetos a la boca, mostrando además interés por los alimentos sólidos.

La especialista señala que a los seis meses la leche materna sigue siendo esencial, pero ya no basta para satisfacer la totalidad de las demandas energéticas y de micronutrientes, por lo que la introducción de alimentos sólidos resulta necesaria. Entre los nutrientes más relevantes para esta etapa se encuentran el hierro, el zinc y las grasas saludables, todos ellos imprescindibles para el adecuado desarrollo corporal y cerebral. Es crucial que la alimentación complementaria acompañe, sin desplazar, la lactancia.

Respecto a los alimentos recomendados antes del año, Giraldo explica que los bebés pueden disfrutar de una variedad de opciones, procurando siempre que tengan texturas adecuadas, y evitando azúcares, sal en exceso y aditivos. Es aconsejable incluir proteínas como carnes, pollo, pescado y huevo; carbohidratos como arroz, papa, yuca, plátano y pasta; así como frutas, verduras y grasas saludables como el aguacate y el aceite de oliva.

Un aspecto relevante es permitir que los bebés exploren los alimentos con las manos y desarrollen autonomía en las comidas. El contacto directo fomenta la aceptación de nuevos sabores y reduce el riesgo de desarrollar selectividad en la alimentación. Se sugiere no forzar el consumo y mantener una atmósfera tranquila, sin el uso de pantallas, priorizando siempre preparaciones caseras.

Finalmente, Giraldo recapitula que construir hábitos saludables desde el inicio, uniendo buena alimentación, lactancia materna y acompañamiento profesional, establece las bases para un desarrollo integral y la prevención de enfermedades en la adultez.

¿Por qué no se recomienda la miel ni endulzantes para bebés menores de un año?

El consejo de evitar la miel y los endulzantes en bebés pequeños suele generar inquietud entre las familias. Según lo explicado por la pediatra Lina Giraldo, la exclusión de estos productos responde a los riesgos potenciales que representan para la salud de los lactantes.

La miel puede contener esporas de Clostridium botulinum, bacteria que, en menores de un año, puede causar botulismo infantil, una afección grave. Además, los endulzantes contribuyen a desarrollar preferencias alimentarias poco saludables y aumentan el riesgo de trastornos metabólicos desde edades tempranas. Este enfoque preventivo subraya la importancia de priorizar alimentos naturales y libres de aditivos en la dieta de los más pequeños.