Las tormentas geomagnéticas las causan emisiones desde la corona solar hacia el espacio, provocan perturbaciones en la parte alta de la atmósfera terrestre y aumentan el arrastre de objetos a órbitas bajas.

Los 49 satélites más recientes de la red Starlink, lanzados desde el Kennedy Space Center en Florida, el 3 de febrero, acogieron con éxito su órbita inicial con la aproximación a la superficie de 210 km de altura.

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La compañía los ubicó en esa región para chequear medidas de seguridad antes de enviarlos más lejos en el espacio. El 4 de febrero, sin embargo, los golpeó el fenómeno climático espacial, aseguró al final del martes la compañía de Elon Musk.

Estas tormentas causan el calentamiento de la atmósfera y densidad atmosférica a nuestras altitudes bajas de despegue. De hecho, los GPS a bordo sugieren que la escalada de velocidad y severidad de la tormenta causó un arrastre atmosférico que se elevó hasta un 50 % respecto a lanzamientos anteriores”, informó en un comunicado.

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El equipo de Starlink comandó los satélites hacia un modo de seguridad, donde pudieran planear como hojas de papel, para minimizar el arrastre mientras buscaban refugiarse del evento. A pesar de la maniobra evasiva, la mayoría no pudo levantar su órbita y hasta 40 de ellos “entrarán o ya entraron en la atmósfera terrestre”.

La compañía insistió en que representan “cero riesgo de colisión” con otros satélites y que están diseñados para desintegrarse conforme reingresan. Tampoco se espera que escombros de estos lleguen a tocar el suelo.

Aunque monitorea de cerca, la Agencia Espacial del Reino Unido también estuvo de acuerdo en que “virtualmente no había riesgo” en tierra porque los satélites están construidos sin metales densos y su estructura debería quemarse completamente. La Nasa, por su parte, no ha comentado sobre el evento.

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Starlink es una “constelación” de más de 2.000 satélites y provee cobertura en prácticamente todo el planeta. El primer lote fue lanzado en mayo de 2019 y actualmente SpaceX tiene aprobación regulatoria para el envío de 12.000, con planes de aún más expansión.

Astrónomos han manifestado preocupaciones sobre el impacto de estos satélites en el trabajo astronómico a pie de campo por cuanto añaden un espectro congestionado en la Órbita Terrestre Baja (OBT o LEO en inglés)

Hay aproximadamente 4.000 satélites activos en esa región, que se extiende hasta 1.900 km sobre la superficie. También se cuentan unas 15.000 piezas de escombros de objetos como chasis de cohetes o sondas difuntas.