Una de los tantos asistentes a la Feria del Libro el pasado sábado, en medio de su empalagoso éxtasis, ha manifestado que Germán Garmendia es el mejor escritor del mundo “así les duela”, como aseveró Juliana Robles, una de las bendecidas por la firma del ‘youtuber’ chileno, en su respetable nota ciudadana publicada en Las 2 orillas.

Sin embargo, me atrevo contradecir a la excitada autora y a decir que la cantidad de libros vendidos por un autor en tiempo récord no necesariamente representa que este sea bueno, basta tener tres dedos de frente para saberlo. De hecho, nadie debe saber si es bueno o malo, ni siquiera los mismos a los que Garmendia les firmó su libro ‘Chúpate el perro’ porque, más que para leerlo, les debe servir de trofeo para mostrar en sus ‘selfies’.

No saben tampoco que, más allá de ser queridos por el ‘youtuber’, lo que están siendo es víctimas de un monstruo mercantil que les devora el seso, el mismo que Robles insinúa que los lectores de textos universales se rebanan, en un estéril intento de irreverencia. Claro, los que leen el Quijote o Macbeth también son la razón de existir de monstruos editoriales, pero a todas luces los textos de Cervantes y Shakespeare tienen mucha mayor calidad y profundidad. Prueba de ello es que 400 años después de morir los siguen editando.

Alega la autora en su zalamero texto, al borde de la histeria, que Germán “piensa como uno, tiene nuestras mismas preocupaciones y nuestro mismo humor”. Sin contar que es muy fácil compartir las ideas que son similares a las propias, con base en esa declaración es evidente que el texto de Germán es una perogrullada que dice las cosas que todos los jóvenes conocen, comparten y dicen. Y todavía creen que hay novedad allí.

A lo mejor Germán tendrá éxito en su carrera como escritor (¿?), eso solo el tiempo lo dirá; sin embargo, el listón está alto. Por poner un ejemplo, y aprovechando que Robles osa poner ‘Cien años de soledad’ a escasas palabras de ‘Chúpate el perro’ (tal vez sin haber leído ninguno de los dos), Mario Vargas Llosa publicó en 1962 ‘La ciudad y los perros’, una tremenda radiografía de la institución militar peruana de la época, novela que le abrió camino a la consolidación como figura notable de la literatura universal. Contaba 26 años en ese momento; hoy tiene 80, y el libro se sigue vendiendo como pan caliente.

Ahora, Germán acaba de publicar ‘Chúpate el perro’, que no debe guardar ningún tipo de comparación o relación con la obra del peruano más allá del título, en el que menciona al mismo animal. Tiene los mismos 26 años de Vargas Llosa en aquel momento. Veremos si en 50 y tantos años el libro de Garmendia se sigue vendiendo en las librerías. Los jovencitos de hoy, temblorosos de emoción, en todo su derecho dirán que sí.

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