La idea de este restaurante nace a partir de las vivencias y experiencias de dos amigos que estudiaron gastronomía en Argentina.

El concepto de Krone consiste en adecuar un espacio a gusto de los consumidores para que ellos pasen una velada agradable y única.

Los chefs proponen un menú de cinco platos (una entrada, tres platos fueres y un postre) que puede ser modificable si el comensal lo desea. El lugar solo funciona mediante reservas y estas deben ser de al menos ocho personas.

Desde que uno entra al lugar se da cuenta que la experiencia va a ser completamente nueva. El sitio tiene un estilo tipo ‘underground’/’hipster’ que lo hace sentir en otro país. Sin embargo, los ingredientes y preparaciones intentan ser en su mayoría 100% colombianos.

La noche empezó con un vino blanco de origen portugués y unos garbanzos crocantes con perejil y sal. De entrada nos trajeron una tabla de jamón serrano, también importado, y un jamón curado de origen local, acompañada de una tabla de quesos (queso de cabra tipo mozzarella y queso de mozzarella de búfala con aceite de oliva). Además, una mermelada de uchuva deliciosa y unos panes elaborados por una amiga de los dueños. La combinación de sabores y texturas entre dulce, salado y cremoso hizo que el encuentro empezara con el pie derecho.

El primer plato fuerte fue un tamal santandereano con cerdo, una cama de hogao y pulpo mexicano con ají amarillo. Suena bastante extraño, pero la combinación de sabores fue tan armoniosa que se apreció cada producto de manera excepcional.

Ahora bien, el segundo plato traía unas mollejas salteadas en mantequilla de pistacho sobre un puré de coliflor con nuez moscada y un toque de salsa criolla. Nos pareció interesante porque se utilizaron ingredientes comunes, pero preparados de manera muy distinta a lo que uno normalmente encuentra. El puré de coliflor, por su parte, fue el que se llevó el premio; ¡qué delicia!

Por último, nos trajeron una taggliata de entraña con chimichurri, parmesano, aceite de oliva y tomate. ¿Por qué este tipo de carne? Le preguntamos al chef y él respondió: “pruébenla y me entenderán”. Después del primer mordisco nos dimos cuenta de la suavidad de la carne, prácticamente se deshizo apenas la cortamos. Además, aunque este sea un ingrediente que se ve mucho en restaurantes, su término y preparación fue perfecta.

Para finalizar la noche, nos trajeron un postre que realmente nos dejó sin palabras: una natilla de pistacho con espuma de caramelo, pistachos dulces y, en el centro, una crema de avellana. Era demasiado suave, pero la combinación de sabores fue algo que jamás habíamos probado, impresionante.

Este lugar es sin duda de nuestros preferidos en Bogotá. Salimos felices y con ganas de volver. El ambiente es espectacular y los chefs están siempre a disposición del cliente e intentan estar interactuando con ellos, lo cual les dio un plus enorme, pues nos dimos cuenta que realmente les importa ofrecer una experiencia nunca antes vista.

Presupuesto: 90.000 pesos

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