Desde disculpas formales del Alcalde hasta denuncias serias y chistes que no pasan del bullying típico de la redes sociales de nuestros días.

Primero fue un supuesto doctorado en administración pública hecho en Francia y que aparece en publicaciones realizadas por el mismo Peñalosa, pero que no figura en su hoja de vida “oficial”.

El malentendido se le atribuyó al error de interpretación de quien hizo la transcripción de los logros del  alcalde, persona que firmó su muerte profesional y que a esta hora debe estar haciendo trabajos forzados en Siberia.

Y ahora, hace apenas unos días, Yohir Akerman salió en una columna con pruebas de que la Maestría en Gobierno de la que hace alarde Peñalosa, es falsa también. Se basa en documentos que allí pueden verse, y en el hecho de que el funcionario estuvo once meses en París, cuando dicha maestría dura cuatro semestres.

Como están las cosas, Peñalosa va a salir como el personaje de Betty la Fea que le restregaba a todo el mundo que había hecho seis semestres de finanzas en la San Marino. Pero ese no es el punto, el punto es que este caso demuestra que en nuestra política casi todo es turbio, al nivel de que, de seguir así, para tumbar políticos no va a ser necesario probarles crímenes sino espulgar a fondo sus hojas de vida.

Porque sin haber investigado ni pizca, es bien probable que muchos de nuestros dirigentes hayan mentido en ellas. Se mueve tanto dinero en el Estado que falsear logros es un riesgo que bien vale la pena correr. Lo peor es que, sabiendo cómo son las cosas acá, estamos lejos de que alguien pierda su cargo por decir mentiras, ¿luego los políticos no viven es de eso?

Detrás de este escándalo están todos los detractores del actual alcalde, incluido su antecesor, Gustavo Petro. De Peñalosa han dicho tantas cosas que no se sabe ya qué es verdad y qué es mala leche: que va a tumbar la cinemateca distrital, que van a volver los toros, que tumbó el metro que iba en media hora de Bosa al centro de la ciudad (metro que no vimos ni en render), que está vendiendo la ETB para feriarse esa plata, que es dueño a escondidas de Transmilenio.

Y encima que secuestra bebés, que comercia con piel de foca, que es culpable del calentamiento global, que tiene ancestros nazis, que se asesora de Donald Trump y que vende celulares robados en el centro. Lo que sea con tal de polarizar y desinformar.

Aunque es entendible que todo esto ocurra. A Petro se la montaron tanto durante su gobierno que ahora está devolviendo favores elevados a la N potencia. A él le hicieron la vida imposible porque se fue de frente contra los que toda la vida han manejado este país, pero porque encima era un tarado.

En Colombia, los de arriba no soportan ver a alguien que se supera y llega lejos, es verdad, pero Petro se escuda en eso para ocultar que el puesto le quedó grande. Tan poco lo ve, que ahora quiere se presidente. Y parece que la bobada se pega una vez se llega a alcalde la capital, basta con ver la cuenta de Twitter de Peñalosa. Tiene unos tuits tan salidos de tono que parece que fuera manejada por el Polo.

Aunque de todo lo que ha pasado con el tema de Peñalosa en estas semanas, lo más ridículo que he visto es la carta pública que mandaron unos intelectuales, la cual es más enredada que el mismo asunto de los falsos estudios del alcalde.

Llena de citas, referencias rebuscadas e ideas enredadas hechas para que las entiendan solo los intelectuales y no el lector promedio, cita a un reputado filósofo y hasta a un emperador romano. No sé ustedes, pero a mí me llegan a escribir una carta citando tres veces a Septimus Severo y cuatro veces a Foucault, y mando a comer mierda a todo el mundo. Peñalosa está en mora de hacerlo, lástima que su cargo no se lo permita.

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