La malicia indígena de la que hablara Jorge Eliécer Gaitán se manifestó el domingo 2 de octubre, cuando en el plebiscito para refrendar los acuerdos de La Habana, el voto por el No salió triunfante, con un 50,23% con cerca de 60.000 votos de ventaja sobre el SI, convirtiéndose en un ‘brexit’ a la colombiana.

Esto demuestra que la “constitución del 2016” que firmaron el gobierno y las Farc en Cartagena el 26 de septiembre, con la presencia de varios mandatarios y delegaciones internacionales, se tiene que replantear, buscando un acuerdo nacional en donde no haya exclusiones.

Resaltando que la malicia indígena era entendida por el caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán, cuando las personas ante la agresión, se callaban y pacientemente buscan contrariar a sus agresores en los momentos decisivos, que fue lo que paso en las justas plebiscitarias, pues la posición de los que dirigían el SI fue avasallante en la campaña electoral, pero calladamente los del NO votaron masivamente, derrotando al gobierno y a las encuestas, subrayando que el ejecutivo no tenía necesidad de dicha convocatoria, pero buscaba políticamente disminuir y amilanar a su rival el expresidente Álvaro Uribe y a su partido el Centro Democrático, y como se dice coloquialmente, le salió el tiro por la culata.

El presidente Santos en su alocución del domingo 2 de octubre en las horas de la noche, manifestó que el cese bilateral de fuego seguiría y convocó a las fuerzas del No a un acuerdo nacional.

Por su parte las Farc ya habían dicho que no volverían a la guerra, y lo ratificaron después de las elecciones, eso significa que los resultados no deben llevar a triunfalismos desaforados, sino a un consenso nacional por la paz política, y como dijimos en una anterior columna el plebiscito no era la madre de todas las batallas, como lo creían los totalitarios marxistas, por ello hay que renegociar los acuerdos y si es posible convocar a una Asamblea Nacional Constituyente por elección popular.

Colombia es un país inconquistable, al no permitir que el acuerdo final de La Habana se materializara, en donde prácticamente las Farc se convertían en un para-estado que podía con la Justicia especial para la paz (JEG) perseguir a sus adversarios y enemigos políticos creando el delito de opinión, olvidando que desde el descubrimiento de América el país ha resistido a los conquistadores, y las Farc querían ser los nuevos conquistadores, llevando a la nación al adefesio del socialismo del siglo XXl con una esclavitud política incluida.

La renegociación de los acuerdos de La Habana no es un imposible, especialmente en materias que han creado escozor en la ciudadanía y por eso el voto castigo en contra de los acuerdos.

Se debe replantear la impunidad, para delitos atroces, aunque de acuerdo al Estatuto de Roma si no se cumple con los estándares internacionales de justicia, en unos años intervendría la Corte Penal Internacional.

También la elegibilidad para autores de crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad debe de replantearse. Siendo uno de los puntos de gran temor la persecución que harían las Farc con el gobierno en contra de quienes los han combatido ideológicamente, lo cual se debe borrar para que no haya ninguna sombra de duda al respecto. Hay asuntos de menor cuantía en el acuerdo final de Cuba, que hay que chequear, pero la retroalimentación se debe hacer sin prisa pero sin pausa, sabiendo que la paz es patrimonio de todos los colombianos apoyen o rechacen la gestión del presidente Santos.

En el Congreso de la República desde ya se debería comenzar a debatir una ley de amnistía para los delitos políticos de rebelión, sedición y asonada, como lo propone el uribismo, también ir adelantando el acuerdo, en donde el indulto para los delitos no atroces se empiece a ventilar, así que no se puede caer en el pesimismo, porque la participación del Centro Democrático en el nuevo escenario de negociaciones es de gran valía para llegar a puerto seguro.

El voto por el No en Colombia fue una sorpresa para propios y extraños, pues contra todos los pronósticos se rechazó unos acuerdos que colocaban al país a las puertas de la toma del poder por parte de la narcoguerrilla y creaba un narcoestado, lo cual convertía a la nación en una vergüenza para la comunidad internacional, en donde mediante una dictadura marxista-leninista de corte castrista de forma liberticida, se conquistaría mediante la violencia y el engaño a la población para conducirla al envilecimiento y la infamia.

Pero el pueblo colombiano supo percibir el momento político y echó mano de las reservas democráticas, para seguir siendo la nación inconquistable que históricamente ha rechazado a las tiranías.

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