Álvaro Uribe es el Donald Trump Criollo: Santiago Gamboa

El columnista de El Espectador hace una breve explicación del populismo, y hace un paralelo entre los dos líderes, quienes “representan y son a la vez producto de ese viejo cáncer de la democracia”:

“Siempre con un gestico de macho alfa, de gallito fino que se siente por encima de las leyes y de los demás, que se atribuye el derecho a decir cualquier cosa para destruir a su rival”, describe Gamboa, con el temor de que sus modelos de éxito electoral se reproduzcan por el mundo, y concluye:

Según Trump, el calentamiento global es un invento de los chinos para frenar la economía de EE. UU. Según Uribe, Santos quiere entregarle Colombia a las Farc y al castrochavismo de Maduro. Ver que quienes esto dicen ganan elecciones y plebiscitos, ¿no es prueba de que la ignorancia reina en el mundo?”

“Se falló en todo ante Chile”: William González Abello

Pékerman falló en el planteamiento del partido y cometió el error de ‘tirar a la guerra’ a Miguel Borja y Orlando Berrío, dejando en el banco a jugadores de experiencia con la selecicón como Radamel Falcao García y Carlos Bacca, dice el columnista de El Heraldo, quien ve el problema más grave en el medio campo:

Colombia está careciendo de ideas, no es un equipo claro, y no pasó solo en este partido ante Chile, desde hace un tiempo viene padeciendo este problema. Los señalados terminan siendo los delanteros, pero el error radica en el medio, donde a los creativos les cuesta generar juego”.

El mayor reto de Trump será ganar la confianza de quienes no votaron por él

Andrés Oppenheimer analiza cinco razones por las que el magnate ganó la presidencia de Estados Unidos, entre ellas el modelo del colegio electoral, que le dio el triunfo pese a que obtuvo menos votos de los ciudadanos que su rival, y destaca que el país “está dividido en dos mitades” y “el mundo no lo quiere mucho”.

Trump “logró demostrar que todos los encuestadores estaban equivocados, y sorprendió al mundo con la victoria más imprevista en la historia moderna de Estados Unidos, apunta el columnista de El País de Montevideo, y le recomienda al nuevo presidente buscar “puntos de entendimiento con sus adversarios en el país y en el extranjero”.

Los líderes de opinión también se rajaron en el 2016

El columnista Martín Caparrós, del New York Times en su versión en español, hace una reflexión sobre cómo medios de comunicación, políticos y celebridades creen entender la realidad, pero distan mucho de hacerlo. “El 2016 fue el año que demostró que muchos de los que nos dedicamos a contar y pensar nuestro tiempo no entendemos lo que pasa en nuestras sociedades.”

El choque fue tremendo: el brexit tras la Mancha, el No en el plebiscito colombiano, el presidente Trump. Lo que no podía pasar está pasando más y más; lo que no podía pasar sí que podía.”

Sobre el caso puntual del triunfo del ‘No’ en Colombia, Caparrós dice:

“–¿Cómo se puede votar a favor de una guerra? ¿Quién puede ser tan idiota como para preferir la guerra a la paz?

Repetían en los días del plebiscito por el acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC mis amigos colombianos. Ignoramos, y ahora empezamos a saberlo. Tenemos muchas formas de ignorar. Los políticos, por ejemplo, ya no conocen a la gente que dicen representar: los grandes partidos ya no están formados por ciudadanos movilizados sino por piezas de un aparato que las formatea y las aísla.”

“El fanatismo religioso tiene límites”: María Jimena Duzán

La columnista de Semana hace una crítica a la estrategia de las “corrientes ultraconsevadoras” para la renegociación con el ‘No’.

“A punta de patrañas, estos profetas del apocalipsis han convencido a muchos creyentes de que este acuerdo le abre la puerta al homosexualismo.”

De la misma forma que Donald Trump exhibe sin pudor su misoginia, la ultraderecha religiosa quiere acabar en Colombia con el enfoque de género y quiere darle materile en La Habana, como si esta política pública fuera un obstáculo para la paz. El fanatismo religioso quiere obligarnos a que nos devolvamos en la historia y a que miremos el enfoque de género como si se tratara de Lucifer.”

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