Si no es Uber, luego llegará Lyft, Didi o alguna otra empresa más; es tonto pretender atajar el futuro

Pero más tonto es pretender, como lo quiere sugerir el ministro de Transporte, Jorge Eduardo Rojas, que el Gobierno ha logrado mantener su autoridad, critica Catalina Uribe en su columna de El Espectador. Para ella, hace tiempo que el transporte público se salió de las manos. “Unos nuevos privados han llegado a auxiliar al Estado. Es mejor recibir y regular efectivamente su ayuda que seguir pretendiendo que la situación está bajo control”, agrega, y explica que si bien hay un sentido en que las leyes tienen que imponer orden y norte, también hay otro en el que el orden y el norte lo dan las prácticas. “La acogida de Uber muestra que esta empresa ni siquiera entró a competir, sino a llenar un vacío. La gente por lo general considera que está bien que la traten bien. Los taxistas, en su mayoría, tratan mal. La noción ética básica del cuidado por el otro hace que la gente no ligue que puede ser ilegal algo que, como Uber, genera bienestar”.

Todo indica que, no obstante lo apretado de los tiempos, es posible realizar el plebiscito antes de concluir este año

Eso, pese a que la firma del acuerdo final de paz parece cuestión de días cuando habla el Gobierno, pero es cosa de meses cuando habla la guerrilla, asegura Jaime A. Arrubla en su columna de El Nuevo Siglo. Él hace un análisis del posible recorrido que deberá surtir la iniciativa del Gobierno desde el posible momento en que se produzca la firma del acuerdo final, cuando el Presidente informe al Congreso su intención de convocar un plebiscite, el trámite ante las Cámaras (que seguramente lo pasarán a sus respectivas comisiones y luego a las plenarias) y la campaña del plebiscito a favor o en contra. “Así las cosas, el plebiscito podría realizarse en el mes de noviembre”, asegura.

Quienes se oponen a los acuerdos no son enemigos de la paz, ni promotores de “la guerra”

Y quienes animan el ‘sí’ en el referendo por la paz están en su legítimo derecho de promover una visión de un país libre de conflictos armados y de guerrilla, asegura El Colombiano en su editorial. Además, considera que “el enemigo no debe ser quien opte por una vía o por otra. Confiamos en que aún se pueda votar en libertad”. En ese sentido, advierte que si bien de los puntos expuestos por el expresidente y senador Álvaro Uribe cuando anunció el inicio de la campaña por el ‘no’ hay muchos que entran en el terreno de lo debatible, por ende de lo controvertible, “también hay otros que los voceros del Gobierno y los promotores del Sí tendrán que aplicarse a contraargumentar de forma convincente”.

Es increíble la falta de coherencia, de respeto por los derechos humanos, de sensibilidad con cientos de cubanos

Huyen de un régimen que nos les ofrece alternativas y llevan un año varados en Turbo, pero el Gobierno colombiano y miles de compatriotas, en vez de ser consecuentes, claman por su deportación, por echarlos como perros u ofrecerles ‘generosas’ salidas como que se vayan con los ‘coyotes’ por Capurganá a ver si llegan a su destino soñado, Estados Unidos, lamenta Gerardo Quintero en su columna de El País, de Cali. “El Gobierno colombiano, en vez de brindarles un apoyo, una salida, tenderles la mano con una residencia temporal, lo que hace es cercarlos, mandarles el terror disfrazado de policía antimotines y aviones que pasan rasantes por la improvisada invasión para que los niños y mujeres sientan lo que es terror”, reprocha.

El tono del debate sobre el plebiscito marcará la pauta del tipo de política que se hará en Colombia en los próximos años

“En un extremo están quienes fomentan la crispación, la polarización, la virulencia y el insulto. En el otro, quienes creen en el diálogo, el debate, la deliberación y el argumento ponderado. Es la diferencia entre la vieja y la nueva forma de hacer política”, explica Fernando Carrillo en su columna de El Tiempo, y agrega que el país “está harto de extremismos”. También destaca el gesto de reconciliación entre el expresidente Álvaro Uribe y el periodista Hollman Morris, porque “es un buen ejemplo de cuál es el camino para de veras conseguir paz en este país. Representantes de dos generaciones distintas y de dos polos políticos opuestos fueron capaces de desarmar sus espíritus y conciliar lo que era irreconciliable, delante de un juez. Porque no debe ser casualidad que allí juegue un rol estelar la justicia como escenario de diálogo para mirarse a los ojos, ponerse en los zapatos del otro y recomenzar de nuevo como sociedad para construir entre todos otro futuro”.

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