Por eso, en el proceso de paz que está por cerrar con las Farc y en el que está por comenzar con el Eln, sigue la máxima de Nelson Mandela: “Perseverancia y paciencia”, según dijo en entrevista con la AFP.

Su empeño absoluto con la paz le ha traído bajos índices de popularidad. ¿Se ha sentido frustrado?

Frustrado sí, porque a veces no entiendo por qué la gente tiene ciertas actitudes. Pero nunca desanimado, en el sentido de que sé qué es lo correcto. A mí me advirtieron que hacer la paz era muy difícil y muy impopular, que me mantuviera haciendo la guerra. Para lograr la paz hay que cambiar sentimientos, formas de ver las cosas. A una persona con sed de venganza hay que convencerla de que aprenda a perdonar y el solo hecho de sentarse con el enemigo ya de por sí es impopular; cuando uno comienza a hacerle concesiones, se hace todavía más impopular. Pero estoy esperanzado de que estos costos políticos al final se conviertan en inversiones.

Aún no termina el proceso con las FARC y tiene aún por iniciar otro con el ELN. ¿Lo desalienta la perspectiva?

Pienso en lo que me dijo Mandela. “El día que usted quiera hacer la paz, piense en dos palabras: perseverancia y paciencia”. Y tenía toda la razón.

Mandela o Churchill, ¿con quién se identifica más?

A Mandela lo conocí personalmente y me impresionó mucho. A Churchill nunca lo conocí, pero he leído prácticamente todos los libros sobre él. Cada uno en su ambiente: Churchill, como líder en la guerra, Mandela, como líder en un proceso muy complejo y difícil como fue la paz en Sudáfrica. Otro de quien soy gran admirador es de Franklin D. Roosevelt. En ciertas zonas de Estados Unidos lo recuerdan mucho más, no porque ganó la guerra, sino por la infraestructura que dejó. Por eso estamos haciendo una gran revolución en infraestructura en Colombia. Y me inspiré en Lincoln cuando llamé a mis rivales en las elecciones de 2010 a ser parte del gabinete. Copié a (Abraham) Lincoln, y eso me ha resultado muy positivo porque he tenido la gobernabilidad necesaria para hacer reformas que nadie había podido hacer antes en Colombia.

¿Es mejor tener a los adversarios cerca?

Por supuesto que sí, sobre todo si son adversarios con los cuales uno puede llegar a acuerdos para beneficio del país. La experiencia me lo ha demostrado.

Se dice que Colombia sólo alcanzará la paz cuando termine el conflicto entre usted y Uribe.

Eso quisiera. Yo no soy el que pelea con él, es él quien pelea conmigo. Si usted me invita a tomar un café con él esta misma tarde, yo voy gustoso. Pero le aseguro que es él el que le dice que no. Me parece inconveniente e irracional por su parte, para el país y por supuesto para el gobierno, pero no puedo explicarle por qué ha asumido esta posición.

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