Herrera explicó que su padre dejó un libro titulado ‘La guerra santánica’, y que cuando lo estaba escribiendo en los años 80 “conoció personas que por su ostentosa vida terminaron dándole la avaricia y haciéndole cometer el error que él cometió”, dijo en Noticias Caracol.

“Realmente, la ostentosidad con la que vivían los narcotraficantes de los años 80 seduce a cualquier persona, por más honesta que sea”, dijo Herrera este martes en rueda de prensa a las puertas de su casa en Cali, a donde llegaron varios medios después de que se difundiera la información de la ejecución de Arciniegas Valencia.

Aseguró que a su padre lo empujó la decisión de sacar adelante su familia. “Nadie se va por gusto a un lugar donde sabe que lo pueden matar por lo que está haciendo”, dijo en Caracol Radio.

Preguntado sobre si su padre era consciente de la legislación china, de que si lo capturaban con los cuatro kilos de cocaína podría ser condenado a muerte, Herrera respondió: “Fue tan consciente hasta el último momento que siempre valientemente enfrentó su pena. Nunca huyó. Nunca trató de decir ‘no fui’”.

“Y hasta el último momento, cuando se fue al cuarto de ejecución, lo primero que me dijo era que le pedía perdón a Dios por las cosas que él había cometido y que iba a afrontarlas, a colocar el pecho como un hombre y como lo había hecho siempre”, agregó.

Aunque no precisó cuánto dinero iba a obtener Arciniegas Valencia con la introducción de ese alijo a China (medios de prensa hablan de 5.000 dólares), sí fue enfático al asegurar que no era mucho y que “no vale la vida de un ser humano”.

“Los últimos años que mi padre pasó en cautiverio los pasó en condiciones infrahumanas, a tal punto que la muerte fue un premio para él. Se sentía alegre, se sentía feliz”, agregó Herrera, y contó que Arciniegas Valencia vivía atado con 16 eslabones a la pata de una cama, con una hora de sol semanal, y una letrina que cambiaban cada dos o tres días.

Aseguró que si su papá hubiera tenido la oportunidad de hablar con todas las personas que delinquen en el narcotráfico, él les habría dicho que ese delito “es real, es duro, destruye familia, destruye hogares”.

Planteó, además, la trágica paradoja en la que está atrapada esa actividad ilegal: “En el juego del narcotráfico tienes dos opciones: puedes ganar o perder. Cuando ganas, no tienes tranquilidad con ese dinero, no tienes paciencia y nunca lo vas a disfrutar. Y cuando pierdes, puedes llegar al punto de perder momentos de tu familia o hasta el punto de llegar a perder la vida misma”.

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