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Una de las herencias que le quedaron a Bogotá después de la intervención del Bronx en 2016 fue el caño de la calle sexta, que se convirtió en el refugio de varios habitantes de calle y de la delincuencia que azota la zona.
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En este lugar las leyes no existen y se rigen bajo sus propias normas. No puede entrar cualquiera y lo que pasa allí, se queda allí. El programa Testigo Directo entró al caño y registró en video aterradoras imágenes de cómo viven los habitantes de calle, cómo se organizan para robar en los semáforos y cómo funciona su pequeña sociedad adentro.
Vea el video completo acá:
Existen campaneros por turnos que se hacen a la entrada del caño. Ellos son el primer filtro y quienes deciden si dejan entrar a alguien o no… también deciden si alguien sale de allí. En el lugar el panorama es bastante desolador: cambuches, aguas negras y fuertes olores es con lo que conviven estas personas a diario.
Sin embargo, lo más fuerte que se detectó es que los muros de esta ‘olla’ les sirve para cubrir la venta de estupefacientes y su consumo, así como de casa. En una hora, según el programa, pueden entrar hasta 12 personas con distintos elementos para venderlos o intercambiarlos por droga.
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El caño tiene dos accesos: uno por la localidad de Los Mártires que lo usan para bañarse y armar cambuches, el segundo acceso, que es el más peligroso, es por donde se venden todo tipo de drogas.
El control del lugar por las autoridades se hace muy difícil porque queda entre dos localidad y hay que organizar a los cuadrantes para atenderlo. Sin embargo, las autoridades locales aseguran que hay un vacío en seguridad.
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