Si se trata de recordar la ideología romántica que impulsó la creación de las Farc, los guerrilleros la tienen clara: para eso están las canciones del Che Guevara, las consignas contra el imperialismo y las citas de Marx; pero si se trata de su futuro en el posconflicto, es poco lo que pueden decir.

“Buscamos la paz, pero no nos desmovilizaremos. Simplemente vamos a tomar una nueva forma”, dice alias ‘El ruso’, hacia el final de la crónica de Nicholas Casey, reportero del diario neoyoroquino que fue invitado por las Farc a quedarse en uno de sus campamentos.

Según Casey, a diferencia de los casos de Cuba y Nicaragua, las Farc ya han abandonado la esperanza de derrocar al gobierno, por lo que ahora deben unirse al sistema. En un escenario optimista, como el que plantea el segundo al mando del campamento, alias Luisito, van a deshacerse de las armas y volverse políticos: “Pero no vamos a perder nuestra estructura, esta vez vamos a estar en las urnas”.

Sin embargo, el combatiente Teófilo Panclasta, no alberga tanta esperanza de que esa participación política funcione, pues dice que el caso de la Unión Patriótica en los ochenta, del que asegura haber sido parte, podría repetirse.

Casey explica que casi todas las mañanas los combatientes se agrupan para una ‘pedagogía’ en la que se explica cómo van las negociaciones en La Habana, pero a pesar de eso los interrogantes persisten en las filas: “algunos combatientes quieren saber dónde van a vivir luego del acuerdo de paz: ¿Se podrán quedar en el campamento, simplemente sin armas? ¿Cómo se van a financiar las Farc si ya no pueden cobrar sus ‘impuestos’ en el interior del país como el que consiguen con el lucrativo comercio de la coca?”.

Preguntas a las que todavía no hay respuesta. Y como el mismo Casey narra en el video que acompaña la crónica donde se ve a un pensativo guerrillero mecerse en una hamaca, “No les queda más por hacer sino esperar”.

Los detalles que deslumbraron al periodista

Al principio de la crónica dice que el campamento parece una capsula del tiempo: hay un viejito cantando canciones del ‘Che’ con una guitarra mientras todos se acercan para escuchar. Luego llama ‘amor libre’ lo que se da en la guerrilla porque los combatientes “dicen que solo están casados con la revolución”. Y asegura que si dos guerrilleros quieren tener una relación amorosa deben pedirle permiso al comandante y avisarle si quieren tener sexo, cuando “se escapan al bosque, con hojas de palma como lecho”. Mejor dicho, una especie de paraíso hippie.

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