Así lo asegura el portal La Silla Vacía, en un análisis sobre las apuestas y los riesgos del expresidente, el presidente Santos, y las Farc.

“Mientras que las propuestas de Uribe apuntan a defender un modelo de democracia representativo y con mayores garantías para las élites políticas y empresariales, el Acuerdo le apuesta a una democracia más directa con mayores garantías para las organizaciones sociales y los movimientos sociales. Y es en este choque de visiones en donde seguramente será más difícil ponerse de acuerdo”, dice La Silla Vacía.

Uribe concretó sus propuestas iniciales el domingo pasado, insistiendo en la no elegibilidad política de los autores de delitos atroces y en las penas restrictivas de la libertad efectivas (no simbólicas) para ellos, así fuera en granjas agrícolas.

Para La Silla Vacía, el tiempo está corriendo en contra de todos: no puede haber la percepción de que los uribistas lo que buscan es dilatar para la campaña presidencial del 2018, lo que puede convertir el triunfo del No en una derrota si los electores se dan cuenta que se buscaba algo diferente a un mejor acuerdo; se puede acabar el cese al fuego bilateral y dar a la traste con toda la negociación; Santos puede aislar a Uribe negociando con otras figuras del No.

Según este medio, la estrategia del Centro Democrático es una negociación dura que consiste en poner unas exigencias altas y negociar sobre la base de las concesiones que pueda hacer el Gobierno, en un plazo de máximo 4 o 5 meses, para que no se inteprete que una mayor demora busque favorocer a su candidato en las elecciones, pero sin apresurarse ni dejarse presionar por un rompimiento del cese del fuego, que sería la amenaza del Gobierno.

El objetivo sería mostrar en las elecciones de 2018, gracias al uribismo, el acuerdo mejoró.

La apuesta del presidente, por su parte, es tratar de incluir unos ajustes menores al acuerdo que ofrezcan garantías a las Farc y con una convocatoria más amplia a los sectores del No sin darle todo el protagonismo al expresidente Uribe.

Entre esos sectores están los cristianos evangélicos, que podrían moderar su postura sobre la presunta ideología de género, y los familiares de los militares detenidos, que apoyan el Tribunal Especial de Paz, con el apoyo de los jóvenes estudiantes y los representantes de las víctimas que desean el acuerdo. Un paso en su estrategia sería la de aprovechar el inicio del diálogo con el Eln para fortalecer su posición.

Finalmente están las Farc, que no se tomaron el No como una declaración de guerra sino como una pausa para  retomar su proceso de reinserción.

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