Nadie contaba con ella para Río pero le ha puesto el broche dorado a una carrera de leyenda. La estadounidense ya había ganado en la prueba en Pekín-2008 y Londres-2012.

“¿Cuando has estado dos veces en la cima del deporte, por qué arriesgarlo todo por una medalla de oro? La mejor respuesta que puedo dar es porque puedo”, dijo emocionada tras cruzar la meta en Río.

Armstrong se había retirado del deporte y dos veces volvió a subirse a la bicicleta. En Londres se convirtió en la ciclista de más edad en ganar un oro olímpico, y en Río superó su propio registro.

Además, la norteamericana se convierte en la ciclista con más oros de la historia en la misma disciplina e iguala a la holandesa Leontien Zijlaard-Van Moorsel como la mujer más condecorada en la ruta.

Con una velocidad media de 40,099 km/h, la estadounidense cruzó la línea de meta con rostro de sorpresa. Se cuadró, miró la pantalla de tiempos, su cerebro tardó en interpretarlos y, unos segundos después, al darse cuenta de su gesta, se tiró al suelo y se echó a llorar.

No era para menos, acababa de convertirse en una leyenda viva del ciclismo olímpico, el día antes de su cumpleaños. El mejor motivo posible para comenzar a festejar 24 horas antes.

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