A través del diseño de moda, Esteban Sinisterra ha podido narrar el territorio. A sus 23 años, ya ha cosechado grandes triunfos. Uno de ellos es fabricar las prendas o ‘trapos’ que ha lucido Francia Márquez, aspirante a la Vicepresidencia. Diario Criterio dialogó con él sobre el trabajo con Márquez, su proceso creativo y su infancia.

La semana en la que Francia Márquez lo buscó, Esteban Sinisterra Paz estaba lleno de trabajo. Claro que se emocionó. Era una oportunidad de oro. Vestir a la abogada y lideresa que empezaba a cobrar notoriedad en la política colombiana le generaba ilusión, sobre todo porque ella deseaba lucir uno de sus diseños al momento de hacer oficial su aspiración presidencial.

“Fue muy emotivo, pero con el dolor de mi alma le dije que no podía atenderla porque esa semana estuve ocupado. Quedamos en vernos la siguiente”, cuenta Sinisterra.

Cuando la fecha llegó, Márquez se retrasó un poco, por lo que el joven modisto decidió salir a hacer una diligencia. Cuando estaba en camino al lugar en el que la resolvería, su teléfono sonó. Era Francia. “Le comenté que había salido, y ella me dijo: yo ya llegué, ya estoy aquí, ya me le metí al rancho”. Sinisterra recuerda esa última frase con precisión y la repite, para luego soltar una ligera risa, al recordar el momento.

Se devolvió y le tomó medidas para hacerle dos blusas y dos falsas, una larga y una corta. “Como Francia es de estatura baja, la idea era que ella pudiera jugar con las dos prendas”. Francia salió con este atuendo. Tiempo después, tras arrasar en las legislativas y convertirse en la fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro, candidato del Pacto Histórico, volvió a comunicarse con el joven. 

Sinsterra estaba en Medellín haciéndose un procedimiento odontológico que impidió que contestara su teléfono. “Francia casi consigue otra persona. Hasta que un día me llamó su asesora de imagen y me dijo que van a ir a mi casa para tomar medidas nuevamente y ahora sí trabajar en su vestuario oficialmente”, cuenta. 

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Desde ese momento comenzó a convivir con ella, a conocerla a profundidad, algo que para él es crucial a la hora de vestir a una persona, de hacerle recomendaciones, para que vaya encontrando su propio estilo.

 “Me le metí al clóset. En el clóset de esta mujer había jeans, ropa holgada, sencilla. Pude interiorizarla, para transmitir lo que ella es y así conectar con las personas”, dice.

Ahora, de la mano de Sinisterra, Francia suele lucir prendas que cuentan quién es ella y la lucha que representa. “Es un referente de la tenacidad, de la fuerza, de esa mujer berraca. Yo siempre la he admirado, ella siempre ha estado defendiendo su territorio, su gente. En cada una de sus prendas, en los estampados, en los colores alegres, entonces se narra el territorio y se puede ver lo que ella es”, explica.

Francia Márquez con un diseño de Esteban Sinisterra.

Y es que precisamente la indumentaria, la forma de vestir, es un instrumento de comunicación “lleno de significados, simbologías, tradiciones culturales y valores” que son “una manifestación consciente o inconsciente de lo que somos, de lo que queremos proyectar y de cómo nos sentimos”, explicó a Diario Criterio Catalina Gómez, productora de modas de la Universidad de Palermo y comunicadora de la Universidad de La Sabana.

Esas características son las que permiten “establecer relaciones y conexiones con los demás”, aseguró. Por eso, se dice que en la moda, como en la política, nada es al azar. Y los colores que ahora viste la candidata son parte de esa comunicación estratégica.

“Los colores favoritos para vestirla son el amarillo y el rojo. Aunque al principio el amarillo no tanto, lo fuimos descubriendo poco a poco”. Así, el amarillo representa el “resplandecer”, la esperanza y el rojo la seguridad, la tenacidad a la hora de expresar una idea, de dar un discurso.

 

Foto: archivo de Francia Márquez.

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“La piel de Francia, al igual que todas las pieles, está expuesta a colores. Hay unos que a ella no le gustan mucho, como el verde. O le gustan, pero no tan quemados. El verde trato de usarlo muy poco”, describe.

En las prendas también le han hecho un homenaje a la mujer de Ghana, pues el joven ha usado el tejido que tienen las canastas en las que las mujeres del país de África guardan los frutos que producen en sus tierras para luego llevarlos al mercado. El tejido se llama Kente y está compuesto de franjas.

“De hecho, cuando se estaban contabilizando los votos, Francia utilizó un vestido blanco en cuadros kente. Queríamos representar esos frutos que se hicieron en campaña. Y sí que fueron cercanos a la realidad, pues hubo buena cosecha del trabajo de conectar con el pueblo colombiano y con esa Francia que muchos no conocían”, explicó.

Esteban Sinisterra. Foto: archivo personal

Trabajar en la indumentaria para la candidata le toma, aproximadamente, unos diez días. Sinisterra no hace bocetos o dibujos para presentar sus diseños, sino que los exhibe con la tela, la cual corta y acomoda en un maniquí, para luego enviarle la foto a Francia. “Ella le quita, le pone. Pero yo siempre estoy ahí, aconsejándola”.

En ocasiones Francia parece no querer “arriesgarse” con el vestuario y, en esos momentos, también la aconseja el joven. “Yo siempre le digo: Francia yo nunca sería capaz de ponerle algo que no conectara con usted, así que pruébelo y dese la oportunidad de sentir la prenda”.

Sobre ese último concepto, Sinisterra explicó que no usan esa palabra para referirse a la ropa. “No usamos esas palabras sofisticadas occidentales, para nosotros son trapos. Ambos le decimos trapos, no prendas. Cuando yo voy a donde Francia y acordamos algún diseño, yo simplemente le digo: Francia ahí le voy llevando el trapo. Y es que los trapos tienen una identidad y un poderío ancestral tremendo”, dice.

Diseños de Sinisterra. Foto: archivo personal.

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El nacimiento de un diseñador

Antes de toparse con Francia Márquez, y mucho antes de descubrir su amor por el arte del diseño y la confección de prendas, Sinisterra vivió una de las realidades más complejas del país: el conflicto armado. A sus seis años tuvo que dejar su territorio, en Santa Bárbara de Iscuandé (Nariño), por el recrudecimiento de la violencia.

“Con mis papás nos fuimos para Guapi, Cauca. Allí vivimos mejores momentos. Nos amañamos por un tiempo. La gente que se marchaba de Iscuandé iba agarrando lo que podía. Si tenía familia en Guapi se resguardaba allá y si no, buscaba cualquier albergue, cualquier colegio”, cuenta.

Su abuela, que los acogió en ese entonces, es una persona crucial en su vida. “Ella es lo más bonito que me ha pasado. Es un ejemplo de resistencia, de querer sacar a sus hijos y nietos adelante, la que siempre hace rendir las cosas”. Sobre esto último, recuerda que su papá trabajaba con la madera y en ocasiones el proceso de venderla se demoraba. “Solo se podía comer dos veces al día, entonces había que rendir eso. Mi abuela, mi mamá y mi tía Catalina lo lograban”, recuerda.

Su abuela es también protagonista de su primer encuentro con las telas. Ella, junto a su tía, eran “las diseñadoras” del barrio en el que vivían en Guapi. Él les recogía retazos de tela para que pudieran hacer colchas. “Ese fue mi primer contacto con las telas, las agujas y todo lo que tiene que ver con el arte de la costura”, dice.

Aunque esa época de violencia “es una etapa que ya pasó en su vida”, no le gusta, no consiente que le apunten con algún objeto. “Muchas personas tenían ganas de irse para un lugar seguro y eso se notaba cuando se montaban en las lanchas, porque sentían que ya no les iban a estar apuntando con un arma para que se fueran. A mí no me gusta que me apunten con nada. La guerra es diferente cuando uno la ha vivido”, asegura.

Luego de unos años, su familia, ya más numerosa, pues es el mayor de cuatro hijos, se fue a Buenaventura. Allí, el joven se encontró con otros que estaban trabajando precisamente en la fabricación de prendas. Fui a los lugares que podía y aprendí. También fui a cursos. En el colegio, que tenía énfasis en administración, aprendí a constituir una empresa”, dice. Esos conocimientos le permitieron darle vida a su emprendimiento, Esteban African.

Diseños de Esteban African. Foto: archivo personal.

Esteban African inició oficialmente como una marca de ropa para hombres, pero más adelante amplió su espectro. “Esteban African nace de una necesidad, yo empecé arreglando pantalones, pero un día dije yo quiero montar una marca. Eso fue a mis 13. Aún no me reconocía como hombre negro y, por ende, el poderío que representaba. Ya cuando me encuentro con los estampados, esencia de la marca, todo cambia”. 

El estilo de Sinisterra tiene sus bases en la diáspora africana. “Yo conocí los estampados africanos, sus colores, triviales, significados. Entonces digo: tomemos nuestro territorio y hagamos una mezcla con nuestras raíces, mostrando que somos también una comunidad que resiste por lo que llevamos puesto”.

Años después, con su emprendimiento llamando cada vez más la atención en redes sociales, se desplazó a Cali para estudiar una carrera universitaria. En un principio, sintió que su papá era reacio a que se inclinara por el diseño, a que le cosiera el vestido a las muñecas de sus primas, por lo que terminó estudiando trabajo social. “Él no me lo decía, pero yo lo sentía. Es que la cultura e idiosincrasia del Pacífico es un poco machista. Pero ahora, yo sé que él está muy orgulloso de mí”.

Se encuentra en sexto semestre, muy cerca de sus pasantías, y ya le hace mucha ilusión la posibilidad de estudiar, en un corto plazo, diseño. “Pienso estudiar diseño, quiero tener mi cartón, con el fin de pasar por la academia y adquirir más conocimientos en lo que, gracias a Dios, me han permitido llegar a donde estoy, a mis 23 años”.

Sinisterra, que disfruta de pasar tiempo con la comunidad y de la música tradicional del Pacífico en todas sus variedades, desde el patacoré hasta una jota chocoana, ya trabaja en un espacio físico para su emprendimiento, fue invitado a la Aruba Fashion Week y fue nominado a los premios Fe Urbana a mejor diseño y creación del año. 

 

Diseños Esteban African. Foto: archivo personal.

También se encuentra trabajando en lo que usará la candidata para la primera vuelta presidencial. “Esperamos sorprender y seguir conectando”, asegura.

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En Francia ve una ñañita, una hermana, y un motivo para seguir luchando por lo que sueña. “Me he dado a conocer y quien pues aún no tenía la posibilidad de conocer mi trabajo, por medio de Francia lo ha podido evidenciar. Estoy muy feliz, porque pienso que uno puede transformar la realidad por medio del diseño de modas. Y me hace aún más feliz poder beneficiar de alguna manera a quienes hacen parte de mi vida, y me rodean”, finaliza.