“Tener una gran hoja de vida no siempre es una ventaja. Las probabilidades de que acabe en la papelera del empleador suelen ser bastante altas en el caso de los muy brillantes para el puesto vacante”, asegura Gustavo Rivero, columnista de la revista Dinero.

Su afirmación, sin embargo, puede matizarse con un estudio reciente que les advierte a los empresarios las bondades de contratar gente sobrecualificada para un cargo. En una columna reciente, Rivero cita un estudio de las universidades de Rice (Houston) y la de Hong Kong, que da cuenta de que estos empleados en las empresas pueden otorgar mayores beneficios a la hora de hacer las labores con mayor facilidad y, también, hay un alto grado de innovación con las ideas.

Pese a que los investigadores del estudio afirman que contratar personal con una gran hoja de vida puede traer consigo pérdida de interés por el trabajo y hasta caída de la productividad, empleados evaluados dan cuenta de lo contrario y expresaron su compromiso y aporte a la compañía, incluso mejor que otros compañeros.

“A este estudio (el de las universidades mencionadas) precede otro publicado por Journal of Applied Psychology. La conclusión a la que llegaron fue que los empleados sobrecualificados se mostraban más productivos y comprometidos que el resto de sus colegas”, agrega Rivero.

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Otra realidad, sin embargo, está relacionada con qué tantas oportunidades de empleo hay para estos profesionales con posgrados y sobrecualificados. Según el columnista, son muchos los casos de personas muy preparadas y con gran experiencia que, por necesidad, tienen que aceptar empleos en los que no se requieren ninguna de estas características.

Esto es “lo que Daniel Indiviglio consideraba, en The Atlantic, un problema no sólo para ellos sino para la economía en general”, agrega.

En contraste con el análisis de Rivero, El Espectador publicó hace varios días los resultados de un estudio de la Universidad Externado titulado ‘Mercado laboral y educación: desajuste educativo en Colombia’ en los que una de las principales conclusiones es que el número de profesionales con maestrías y posgrados y con un nivel educativo mayor al cargo que ocupa en su empresa cada vez crece más en Colombia.

“Casi siempre las maestrías y los doctorados en Colombia se enfocan en el método de investigación, mientras que las compañías requieren otro tipo de conocimientos, basados en la experiencia. No siempre lo que se aprende en la universidad es útil o se puede aplicar en el ejercicio profesional”, aseguró a El Espectador Iván Daniel Jaramillo, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario.

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