Bogotá
¿Fue por venganza? Versión por la que Zulma Guzmán habría envenenado a dos niñas en Bogotá

La pieza es una verdadera obra maestra de la orfebrería y cuenta con 4.500 diminutos diamantes engastados, entre otros detalles impresionantes.
El reciente remate del célebre ‘Huevo de Invierno’ de Fabergé ha marcado un hito en el mundo del arte y la subasta, con un valor récord de 26 millones de euros (equivalente a 114.309 millones de pesos colombianos).
Creado en 1913 por encargo del último zar de Rusia, Nicolás II, como un regalo de Pascua para su madre, la emperatriz viuda María Feodorovna, el huevo fue subastado en Londres por la casa Christie’s, según información replicada por ABC.
La pieza es una verdadera obra maestra de la orfebrería. Tallada en cristal de roca, su estructura exterior está bien elaborada con copos de nieve de platino y 4.500 diminutos diamantes engastados, lo que le concede una delicadeza y esplendor excepcionales.
La base simula un bloque de hielo fundido y el huevo se abre para revelar en su interior una pequeña cesta de platino llena de flores de cuarzo blanco, talladas con asombrosa precisión, con tallos dorados, hojas de nefrita y centros de granate, un símbolo del renacer primaveral, evocando su propósito original como regalo pascual imperial.
Este remate no solo representa una hazaña por su valor económico, sino también un reconocimiento a su valor histórico y artístico. El Huevo de Invierno es parte de los aproximadamente 50 huevos imperiales que la casa House of Fabergé produjo para la familia imperial rusa entre 1885 y 1917, de los cuales sobreviven unas 43 piezas.
El director del departamento de obras rusas en Christie’s describió la subasta como un nuevo récord mundial para una obra de Fabergé.
La excepcionalidad del Huevo de Invierno radica en sus proporciones artísticas, técnicas y simbólicas. Su cristal de roca, de por sí frágil, fue trabajado con una precisión extraordinaria para soportar las delicadas monturas de platino y los diamantes.
Su creación corresponde a una de las escasas ocasiones en que la maestría de Nikola II encaró una pieza de tal complejidad, tanto por su ejecución como por su simbolismo: un regalo de Pascua destinado a manifestar devoción, lujo y sensibilidad.
Asimismo, este huevo tiene una historia marcada por el devenir histórico. Tras la caída de la dinastía Romanov, la pieza fue trasladada de San Petersburgo a Moscú, vendida por los bolcheviques y luego adquirida por un joyero londinense.
Posteriormente reapareció en 1949, volvió a subastarse y fue perdida de vista por varias décadas hasta su redescubrimiento en 1994. Más tarde se vendió en Ginebra, y en 2002 fue subastado en Nueva York.
El remate reciente constituye la tercera ocasión en que ese mismo objeto rompe su propio récord en subastas, lo que evidencia tanto la vigencia de su valor artístico como el interés sostenido de coleccionistas internacionales por piezas con tal carga histórica y estética.
Así, el Huevo de Invierno de Fabergé no solo es una joya de extraordinaria belleza, sino también un testigo tangible de la historia, la opulencia imperial, la precisión artesanal y el paso del tiempo: un legado que ha conquistado definitivamente un lugar en el panteón del arte decorativo más valioso del mundo.
Un Huevo de Fabergé es una de las series de objetos decorativos más lujosas y famosas de la historia de la orfebrería, creadas por la Casa Fabergé de San Petersburgo (Rusia).
Estas piezas se distinguen por su exquisito diseño, su opulencia en materiales y, sobre todo, por su profunda carga histórica ligada a la realeza rusa, como detallan portales especializados en historia y arte.
La colección más renombrada es la de los Cincuenta y siete Huevos Imperiales de Pascua, encargados por los zares de Rusia entre 1885 y 1917. El primero de ellos fue un regalo del Zar Alejandro III a su esposa, la emperatriz María Fiódorovna.
Esta tradición fue continuada por su hijo, Nicolás II, quien encargaba dos huevos cada año: uno para su madre y otro para su propia esposa, la zarina Alejandra Fiódorovna, según se narra en sitios como la Enciclopedia Britannica.
Cada Huevo de Fabergé es una obra maestra única y completamente original. Están hechos de metales preciosos como oro y platino, y adornados con miles de piedras preciosas, incluyendo diamantes, rubíes y zafiros, además de esmaltes de compleja aplicación.
Lo que realmente define a un Huevo Imperial es la “sorpresa” que contenía en su interior. Estas sorpresas variaban desde pequeños retratos, réplicas en miniatura de carruajes, hasta maquetas de palacios, todas ejecutadas con una precisión microscópica que demostraba el genio artesanal de Peter Carl Fabergé y sus joyeros.
De los 57 huevos imperiales, solo 50 lograron sobrevivir a la Revolución Rusa y al posterior desmantelamiento de los tesoros de los Románov. Estos objetos son considerados hoy en día como emblemas del lujo zarista y son piezas centrales en colecciones de museos y de propietarios privados de alto perfil. Su valor histórico y artístico asegura que, cuando uno sale a subasta, alcanza precios récord en el mercado del arte.
¿Fue por venganza? Versión por la que Zulma Guzmán habría envenenado a dos niñas en Bogotá
Sale a la luz origen de las lanchas que bombardea gobierno de Trump: ¿de quiénes son?
Pico y placa en Bogotá cambia en diciembre por orden de Galán: así va a funcionar
Zona industrial, en Bogotá, cambiará: tumbarán bodegas y construirán viviendas, según Galán
Oficial: este es el grupo de la Selección Colombia para el Mundial de 2026; rivales inéditos
Sigue leyendo