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Si usted tiene más de una discusión por semana, quizá sea el momento de plantearse algunos cambios, pues esto suele traerle más efectos dañinos que positivos.
Lo que siento cuando discuto con alguien es que la sangre me hierve y el corazón se me quiere salir. Una sensación de lo más maluca que procuro tener MUY pocas veces.
Quizá por mi ADN soy tan visceral como mi papá, y a eso hay que añadirle que aprendí a ser cantaletuda gracias a mi mamá, por esta suma, cuando yo discuto, soy una mujer a la que muy pocos se quieren enfrentar. Me vuelvo una versión súper explosiva de mí misma.
Véase: Siento cómo me va subiendo la rabia y, en lugar de controlarla a través de la respiración consciente, me atrapa y me invade. A partir de ahí ya soy presa de mi propia furia. Si me vieran por la mirilla de una puerta dirían: es una de las mujeres más bravas que he visto, gritona, peleona, y por mucho tiempo también experta en humillar a su adversario de forma retórica.
La conclusión de mis discusiones en la gran mayoría de los casos era negativa. Para bajar esa piedra necesitaba días y noches de compensación, y lo que yo quería no conseguía, o se retrasaba, o tenía que terminar hablando con un supervisor que en un 90% no quería ayudarme porque la ayuda es un gesto voluntario que depende mucho de nuestra forma de pedirla.
Para evitar caer en discusiones (sobre todo el tipo de discusiones que son circulares y que no arrojarán ningún beneficio) existe la meditación, la paciencia y el famoso: cuente hasta 5, que no es otra vaina que la base de las otras dos.
Si no sabe en qué consiste la meditación, le diré que es una técnica ampliamente difundida y conocida en los entornos que investigan y estudian el bienestar humano, y que en muy pocas palabras le permite aprender a respirar para desconectar sus pensamientos y sentirse mejor. Es gratis, se puede hacer en cualquier lugar, y con sólo 5 minutos puede ver sus resultados.
A mis clientes siempre les enseño a meditar, al principio lo hacemos juntos y después les pregunto si lo están practicando a diario (y todos lo hacen porque descubren sus maravillosos efectos).
La paciencia y la meditación en conjunto harán que su espíritu zen esté por encima de la verborrea y de la violencia a la hora de discutir.
Sin embargo, en algunas ocasiones sí es legítimo discutir y dejar bien claro nuestro punto de vista. Esto es justo cuando se atenta contra lo que consideramos esencial en nuestra supervivencia, cuando afectan nuestra integridad o nuestra dignidad.
Hace dos días estuve haciendo un tour por Madrid con un hombre que me dejó atónita cuando me reveló que tenía de 76 años. El hombre era de Hong Kong y, cuando le pregunté que cuál era la llave de su longevidad, me contestó muy sonriente que iba a compartirme sus dos máximos secretos y que yo aquí le regalo: “Comer porciones pequeñas y no discutir”.
Si quiere una consulta privada online para mejorar la gestión de sus emociones o quiere aprender a meditar para aumentar su bienestar real puede contactarme a cita@mariapasion.design o a este WhatsApp.
*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.
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