Por qué el amor nos hace mejores

Opinión
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No es lo que nos pasa lo que nos hace mejores, es cómo reaccionamos a lo que nos pasa.

Creer en el amor como un fin y no como un medio, me ha enseñado a vivir y a amar mejor. Si bien me dedico al lenguaje del amor hace ya más de diez años, siendo la Doctora Corazón de Cromos, de El Espectador, de Semana y ahora de Pulzo, me he visto a mí misma en situaciones en las que dejo de tener la misma fe en el amor, bien porque me han fallado a mí, a las personas que quiero, y muy especialmente a las personas que ayudo en consulta.

Creer en el amor como bandera no es sencillo. La humanidad no destila amor, por el contrario, si uno mira alrededor, los ejemplos de odio y de desprecio son más comunes que los del amor. Hacia donde ponga la mirada encontraré que es más sencillo hacer de hater, hablar mal de las personas, humillarlas, restarles méritos y caer en la crítica. Eso vende, eso llena titulares, eso alimenta las redes, eso nos enardece y nos atrae. Pero al mismo tiempo nos debilita como seres humanos, nos destroza energéticamente y nos da la sensación de desasosiego constante. ¡Y por esta razón hay que seguir combatiendo!

El amor llena, el amor engrandece, pero necesita de más cuidados, de tener serenidad para tomar decisiones, de no dejarse vencer, de no dejarse convencer, porque el otro camino (el del hater expres) es más rápido y más popular.

Cuando hay una crisis de pareja es más fácil pensar que una ruptura es más lógica que continuar y arreglar las diferencias. Si pasamos por una mala racha es más común reaccionar y contestar mal, descalificar con arrogancia, destilar cualquier respuesta que sea irracional y que al mismo tiempo nos permita desahogarnos. Hay demasiado de esto en el mundo. Nos hieren, nos pisan el ego y mordemos. No pensamos si eso nos conviene o nos hará sentir mejor. Lo hacemos porque es el camino rápido. Porque estamos en el ojo por ojo, porque sentimos que ganamos cuando mordemos. Y esto es la gran mentira de la humanidad.

Para pensar desde el amor necesitamos cultivar la paciencia, el buen hacer, la respuesta asertiva que nos permita salir de una situación sin meter la pata, sin hernir ni herirnos, y eso nos complica a veces la vida. El nivel de estrés también nos impulsa a ser más reactivos. No es lo mismo tener un revés a las 8 de la mañana, cuando tenemos más energía, que a las 8 de la noche, cuando estamos agotados de una jornada de trabajo.

Lo que me interesa ver aquí es que el camino que más sacrificio puede conllevar, que es el de seguir apostando por la respuesta amorosa, es el que finalmente llega a mejores resultados, el que nos satisface y nos calienta el alma por hacer las cosas mejor, el que nos permite entender que estamos todos en el mismo barco, y por la misma regla de tres, esa persona que te ha fallado es una expresión de lo que tienes que superar, de la misma forma tú le fallarás o le habrás fallado a otros. Las experiencias se pueden repetir, lo que más me apasiona es que no es lo que nos pasa lo que nos hace mejores, es cómo reaccionamos a lo que nos pasa.

Si no elegimos el camino del amor, y nos lanzamos a morder, lo que estamos haciendo es que la prueba que nos está presentando la vida se quedará sin pasar. Y por la misma razón la veremos más adelante, con otro cuerpo, otro nombre, y otra situación. Pero se tratará de la misma prueba. Con amor, las pruebas se superan despacio, con buena letra, con todo el mimo que necesite la situación que se presente. Esto es lo que sé, lo que he aprendido de ustedes, de los que me llaman, me escriben, me cuentan y me consultan. Lo que he aprendido amando bien y amando mal. Porque yo también he amado mal, porque yo también he herido y he mordido, ahora sé que morder no me dio las herramientas para crecer, ni tampoco me dejó dormir mejor, o poder hacer algo más satisfactorio con mi vida.

La bandera del amor no es fácil de sacar por la ventana. Algunos me llamarán cursi, inocente o tonta. Yo sólo sé que mientras esos mismos vuelven a la carga con sus insultos y su desesperanza, en mi caso, puedo esperar a que las cosas se vayan resolviendo con paciencia, con sabiduría, con la tranquilidad de que las pruebas y los dolores vendrán y serán superados. Y eso, en estos tiempos que corren, vale mucho más que el oro.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.

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