Una bella Doncella de oriente

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La película muestra de manera directa el deseo reprimido por los hombres y mujeres prisioneros de una cultura del tabú.

Mi relación con el cine oriental apareció siendo yo niño, cuando vi con mi padre, en el Yanuba, un viejo pero hermoso teatro en Armenia que ya no existe, Los sueños de Akira Kurosawa.

A partir de ese momento comencé a explorar mucho más cine de este director y de otros que también conocí después, como Oshima (El imperio de los sentidos) o Kobayashi (La condición humana).

Descubrí que la mayoría del cine que viene del otro lado de mar, al igual que pasa con muchos de los cuentos de Kawabata, es una alegoría a la paciencia, a la lentitud como parte de su estructura narrativa, tal vez cercana a su forma budista de entender la vida, de conectarse con el mundo.

Y me aleje de este tipo de cine por mucho tiempo (tal vez la última película que vi en cine fue La maldición de la flor dorada del 2006), hasta hace unos días que decidí entrar a ver La Doncella (The Handmaiden), motivado por los comentarios de amigos cinéfilos que rondan en Facebook.

Y no solo me encontré con una película que tiene una narrativa más ágil, sino que vi, a mi juicio de espectador, una de las cintas más completas del cine en general.

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Esto fue lo que encontré:

Es una película que recomiendo sin duda, que posiciona a Park Chan-wook, su director, en la lista de los buenos directores de cine. Con esta película vuelvo a acercarme al cine oriental que, al parecer, empieza a  transmutar sus narrativas para hacerlas más atrevidas, desafiantes, como las primeras novelas de Murakami.

¡No dejen de ir a verla!

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