Nuestra mente nos ha condicionado a pensar en que vivimos en escasez. [...]
[…] De eso tan bueno no hay tanto, reza el dicho. Y esto se lo aplicamos a los precios y al amor.
Desde pequeños hemos vivido la competitividad como si no tuviéramos suficiente para todos.
¿Por qué nos hemos instalado en la idea de que sólo había oportunidades para unos pocos?
¿Por qué nos respondemos a nosotros mismos que no vamos a recibir lo que deseamos?
¿Qué nos lleva a pensar que ese puesto no va a salir, o esa oferta no nos va a llegar?
¿Por qué pensamos que el amor no nos va a sorprender una vez más?
Estas respuestas están en nuestra mente. Y nuestra mente es una caja de sorpresas de mago. A veces nos impulsa, a veces nos frena, y muchas, pero muchas veces: nos engaña.
Me gustaría contarte que todo esto hace parte de lo que has aprendido a hacer por percibir el mundo como lo que no es. La mayor parte de los problemas que nos desvelan no nos ocurren, pero sí nos machacan, nos roban ilusión.
A mí me gusta citar al médico Mario Alonso Puig para hablar de este tema. Aparte de ser un gran orador, es un hombre comprometido con la transformación en el ser humano como un individuo que vino a aprovechar el mundo para su felicidad.
Puig nos cuenta: “Muchas personas ante el miedo de no vivir en abundancia y la tendencia a vivir en la angustia terminan sufriendo enfermedades.
La mentalidad es lo que te impulsa a vivir tu desarrollo, tu salud y tu propia confianza”.
Para que tu situación exterior cambie es clave que primero cambies tú. No sólo es cómo vives, es qué es lo que te dices a diario, cómo te tratas, cómo te aprecias y cómo te relacionas con los demás. Si te ves como un pajarito mojado al que la vida no le sonríe, créeme que la vida te va a proyectar esa película, pero no porque la vida sea de ese color, es porque tú no puedes apreciarle los demás colores. Si sólo quieres ver de frente, te vas a perder siempre el resto del paisaje. Punto.
Lo que tenemos en la mente es lo que nosotros podemos compartir con los demás. No estoy negando que haya momentos y lugares peligrosos, no pongo en duda que hay amores chimbos y amores completos, hay relaciones hermosas y relaciones de porquería. Pero lo suyo es que evolucionemos y no nos quedemos en lo que no funciona.
El peligro, la amenaza y las relaciones disfuncionales tendrían que ser situaciones excepcionales, no reglas. Como yo los veo, hay amores que iluminan y hay amores que ensombrecen. Yo los llamo amores-eclipse. Lo importante es que podamos entender que esa etapa de sombra viene, y también se va, porque no puede ni debe permanecer.
Si empezamos a pensar que el universo es abundante con nosotros, podemos empezar a cambiar las reglas del juego y, muy especialmente, nuestra forma de sentirnos en él.
He visto clientes que ven el mundo como un lugar en el que hay abundancia para todos. Estos clientes me sorprenden porque son los que quieren conseguir metas, los mismos que llegan con una situación peliaguda en marzo, pero en mayo ya le han dado la vuelta. Los que me cuentan que se divorciaron a su pesar, pero al cabo de seis meses han encontrado otra persona a quien amar, otro negocio en el que volver a confiar, o un nuevo proyecto para inyectarle ilusión a sus vidas.
Este mundo es generoso por naturaleza. ¿Acaso no ves lo que pasa cuando una semilla entra en contacto con el agua y el sol? ¿Te parece normal que brote la vida incluso por esa acera donde sólo hay pavimento?
No se trata de evitar ver los problemas o las dificultades. No se trata de decir que la vida es hermosa siempre, o que ese amor que tenemos es una maravilla cuando en realidad nos está traduciendo una enorme desilusión.
Se trata de que con serenidad veamos que el universo nos puede dar a todos, porque, de hecho, para eso está. Lo mismo puede ser aplicado a nuestra capacidad de amar. Hay amor para todos, hay hombres y mujeres para todos, hay momentos en los que no entendemos que esto es así, y nos repatea el amor, nos da alergia pensar en pareja, en matrimonio, en compromiso, pero lo único cierto es que amor hay para todos. No hay escasez de hombres o mujeres dispuestos a amar, de hecho, con 7 mil millones de humanos habitando este planeta, nunca habíamos tenido tantas posibilidades de amarnos, de conectar unos con otros, de unirnos con personas de otras culturas, edades, razas, grupos o religiones. El mundo está ahí para ser explorado, no para ser visto como un terreno de hostilidad no propicio para amar.
Todos aportamos y todos podemos recibir, lo que pasa es que se trata de una forma de entender nuestro paso por el mundo. Si no sirve lo que estás recibiendo, si no sirve lo que estás viviendo, es el momento de cambiarlo.
Conectarnos con nuestro papel dentro de este mundo, como agentes de cambio y, muy especialmente, como hombres y mujeres con capacidad de amar es lo que nos va a llevar a ser más felices, olvidémonos de que comprando un carro nuevo, una casa en la playa o una cartera del color que no teníamos obtendremos felicidad, eso es satisfacción instantánea.
Hemos venido para amar, y los que no lo están haciendo son los que al final están esquivando la felicidad.
*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.