¿Por qué recomiendo tener una amiga mujer y un amigo hombre?

Vivir Bien
Tiempo de lectura: 6 min

La amiga mujer y el amigo hombre son como el tenedor y el cuchillo, complementarios, sirven para diferentes situaciones, y no hay ninguno mejor que el otro.

Hoy en consulta una clienta me hizo una pregunta fuera de lo común.

¿Crees que tendría que tener una amiga mujer?

Ella tiene un amigo hombre. Sin embargo me recalcó con pesar que su gran amiga vive en otro país desde hace siete años.

Después de pensar en este tema, le  reconocí que las amigas mujeres y los amigos hombres cumplen en mi vida diferentes funciones:

Mis amigos hombres son prácticos, ideales para ir a buscarme al aeropuerto, perfectos para dejar una copia de llaves en su casa o que ni pintados para imprimir unos tiquetes cuando no hay una impresora cerca. Si hay que recoger a un hijo y no les da tiempo, me pueden llamar; o si se van a casar, ya sé que me tocará escribirles el discurso de matri.

Cortesía

Son cortos en palabras, no se enredan y nunca, léase: NUNCA hemos discutido. Tengo dos en Bogotá, otro en Madrid y otro en la Ciudad de México.

En cambio, las amigas mujeres son las perfectas para llamar cuando el día se pone más negro de lo que se puede aguantar, son las que me oyen por horas cuando me atasco, las que me hacen reír cuando algo me sale al revés, y las que están cerca si me toca ir de nuevo al dermatólogo o me dan una incapacidad.

Hay amigas que no importa la hora que sea, siempre contestan el teléfono o el whatsapp. (Algo que para mí en estas situaciones marca la diferencia).

Pulzo

En cambio, mis amigos hombres, lo harían con 8 a 12 horas de retraso y, ante una pregunta de siete líneas clamando por comprensión, contestarían con dos teclas: OK

Mis amigos hombres saben que soy de afectos largos y de una lealtad en la amistad que se ha puesto a prueba desde que los conocí. Pueden contar conmigo y con mi visita a horas intempestivas, ellos me contarán sus vainas y yo las mías, me presentarán a sus novias, a sus esposas- que siempre me caen bien- y a sus hijos, y seguiremos siendo amigos. Nos seguiremos la pista, nos tendremos cerca aunque no nos veamos y no nos llamaremos ni en Navidad. Así funcionamos desde que nos vimos. Pero sabemos que somos íntimos. Y nadie lo podrá cambiar.

Ahora viene lo extraño. Curiosamente con casi ninguno de los novios o esposos de mis amigas íntimas me llevo bien, me parece que muchas veces les falta ese algo, en no sé dónde, que no se vende en el supermercado. A veces son medio tristes, medio mentirosos, medio borrachos, medio infieles, medio ilusos o medio quedaditos. Mis amigas podrían estar mejor emparejadas, pienso en silencio una y otra vez. ¡La que me parece que está idealmente bien acompañada tiene a otra mujer como novia! Y a ambas las quiero y respeto desde hace muchos años.

Si ya se han separado, entonces nos volvemos aún más amigas porque ya era hora de que emprendieran su vida sin ese lastre de hombre y la amistad crece con vitaminas. Y si me critican a su esposo o novio, ya ni les comento nada porque para qué, si hablar mal de la gente no me interesa y creo que no tiene ninguna utilidad para ellas.

Cumplen funciones distintas

La amiga mujer es oyente y aguantaría sesiones de confesiones de playa, tarot, guitarra, carretera y hasta clases de baile para sentirnos cerca. El amigo hombre se conecta conmigo sólo con recibir un like en Facebook, ¡con eso tiene el man para sentirse apreciado y viceversa!

Pero si uno necesita que llegue a una presentación de un libro en la Feria, allá llega encorbatado o con permiso de la oficina. Un amigo hombre es cumplidor, pero a los 30 minutos de cantaleta, el tipo ya está haciendo otra vaina porque su cuerpo se lo pide. Los amigos hombres que tengo, al verme, me muestran sus libros, sus revistas, su último cortometraje en el que se dejaron meses haciendo ilustraciones, sus poesías, y me dan a probar cosas que están cocinando y que les quedan ricas.

Comparten a través de los hechos más que a partir de palabras encadenadas. Saben callar muchísimo y no comentan todas las jugadas, sólo las necesarias. No me corrigen, dejan que me la pegue y me preguntan después si ya estoy bien.

Las amigas mujeres no, ellas se comportan como si pudieran pensar por mí, me aconsejan, me preguntan si ya estoy yendo a la entrevista, si me puse nerviosa, y si algo sale bien rápidamente están celebrando conmigo aunque sea por foto.

Por 1000 mensajes de amigas mujeres, recibo 1 de amigos hombres. Y a lo mejor es un meme. Y todo bien.

Porque son complementarios, cumplen con funciones distintas y aportan visiones diferentes.

Así que a mi clienta le diría que sí: creo que volver a cultivar una amiga mujer es un acierto tan importante como seguir cultivando a su amigo hombre.

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.

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