“La Cale del Tango”: así enfrenta una calle de Bogotá el microtráfico y la violencia urbana
El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
Visitar sitioTras el reciente operativo en La Cale del Tango, las autoridades revelan cifras alarmantes sobre el avance del microtráfico y la violencia en el sur de Bogotá.
La denominada “Cale del Tango”, ubicada en la localidad Rafael Uribe de Bogotá, representa actualmente uno de los rostros más visibles de la compleja problemática del microtráfico y la violencia urbana que atraviesa la capital colombiana. Esta calle no solo ha sido históricamente señalada como un espacio de riesgo debido a robos a vehículos y constantes riñas callejeras, sino que también se ha consolidado como un punto estratégico para la distribución de sustancias ilícitas. Este fenómeno afecta de manera directa la calidad de vida de quienes residen en la zona y pone a prueba la respuesta y capacidad de las autoridades locales para devolver la seguridad y tranquilidad a la comunidad, como lo ha documentado la Policía Metropolitana de Bogotá.
La preocupación y el esfuerzo de los habitantes han sido determinantes para los avances recientes en materia de seguridad. De acuerdo con los reportes policiales, una denuncia ciudadana permitió identificar y desmantelar una “olla de microtráfico” que operaba entre los barrios Divino Niño y Las Lomas. Durante el procedimiento, se decomisaron 1.600 dosis de droga —1.200 de marihuana y 400 de bazuco— y se capturó a un individuo señalado de manejar la venta y resguardar el producto de las ganancias ilegales. Si bien la detención representa un avance, no es suficiente frente al engranaje del crimen organizado que domina buena parte de las periferias urbanas de Bogotá.
Datos oficiales de la Secretaría de Seguridad de Bogotá indican la magnitud de este problema: en 2025 ya se han incautado más de 5.2 toneladas de drogas y capturado a 2.413 personas involucradas con tráfico, fabricación y porte de estupefacientes. Fracciones criminales como ‘Batman’, ‘Costeños’, ‘Troya’ y ‘Venecos’ mantienen redes desde sectores como Bosa y Kennedy, fortalecidas por vínculos con regiones productoras como el Cauca, consolidándose en un sistema de suministro y distribución que trasciende las fronteras urbanas, según lo publicado por El Espectador.
El impacto social de estas redes va mucho más allá del delito inmediato. Como lo ha resaltado la Fundación Ideas para la Paz (FIP), la expansión del microtráfico está profundamente ligada a la insuficiente presencia estatal y a la falta de oportunidades sociales y económicas en estas zonas. Este contexto propicia ciclos de pobreza y exclusión que perpetúan la violencia e impiden el desarrollo de comunidades vulnerables.
Frente a este panorama, las acciones de la Policía, aunque relevantes, evidencian la necesidad de un enfoque integral. Las denuncias ciudadanas como las que originaron la operación en “La Cale del Tango” demuestran que la articulación entre comunidad y Estado es clave, pero también es imprescindible sumar políticas de prevención, programas de rehabilitación y desarrollo comunitario. Experiencias urbanas en otras ciudades latinoamericanas, recogidas en estudios académicos de la Universidad Nacional y del Instituto de Estudios Urbanos, sugieren que la reducción del microtráfico en zonas críticas es posible a través de intervenciones sociales y el fortalecimiento del tejido comunitario.
En última instancia, los retos que enfrenta Bogotá en materia de seguridad pública requieren una respuesta que no se limite a la judicialización de los delitos, sino que combine acciones policiales con políticas públicas orientadas a la inclusión, la prevención y la cohesión social. El reciente operativo en Rafael Uribe es un reflejo de avances concretos, pero también un recordatorio de que la recuperación de estos territorios depende de un compromiso interinstitucional y sostenido en el tiempo.
¿Qué significa el término “olla de microtráfico”?
La expresión “olla de microtráfico” es empleada habitualmente por las autoridades y los medios para describir puntos específicos donde se concentran la venta y distribución minorista de drogas ilegales en espacios urbanos. En el contexto presentado, “La Cale del Tango” fue identificada como uno de estos focos, donde la actividad delictiva involucra redes que se encargan tanto de la gestión de las ventas como de la protección del dinero ilícito. El término refleja la naturaleza localizada y reiterada de este comercio, cuyo impacto suele repercutir en la seguridad y el bienestar de los residentes de la zona.
Operativos de este tipo no son exclusivos de Bogotá. Muchas ciudades latinoamericanas reportan la presencia de “ollas de microtráfico” en barrios marginados donde hay poca presencia estatal y oportunidades reducidas para la juventud. Su identificación y desarticulación es una de las tareas constantes de las fuerzas de seguridad, aunque los expertos insisten en que un enfoque puramente policial solo será efectivo si se acompaña de políticas de inclusión y desarrollo social.
¿Qué estrategias han funcionado en otras ciudades latinoamericanas frente al microtráfico?
La comparación con ciudades como Medellín y Ciudad de México es útil para comprender alternativas viables frente al microtráfico. Estudios citados en el texto muestran que estrategias exitosas han combinado la intervención policial directa con programas sociales, fortalecimiento comunitario y uso de tecnología para la vigilancia y el monitoreo de zonas conflictivas. Estas acciones han permitido disminuir la incidencia de delitos relacionados con la droga en sectores particularmente golpeados por la violencia.
Implementar proyectos de desarrollo comunitario y oportunidades laborales, junto con patrullaje inteligente y educación preventiva, resultó en reducciones mensurables de la criminalidad. El caso de Bogotá, según las fuentes mencionadas, podría ser abordado con base en estos modelos, siempre que exista voluntad institucional y participación activa de los habitantes para apropiarse de los procesos de transformación social y urbana.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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