Colombiana en EE. UU. votó por Trump, deportaron a su hijo y llora de rabia: “Me equivoqué”
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Visitar sitio“Me decepcionó. Él dijo que era a los delincuentes y nosotros no somos delincuentes”, sostuvo la connacional al referirse al presidente de Estados Unidos.
Rocío Sánchez es una mujer colombiana nacionalizada en Estados Unidos que hoy vive un drama luego de que su hijo, con quien viajó para cumplir el “sueño americano”, fuera deportado tras ir al médico a Estados Unidos, esto en medio de las políticas migratorias adoptadas por el presidente Donald Trump.
(Vea también: “No ayuden a nadie en Estados Unidos”: colombiano hizo advertencia por problema con un ‘amigo’)
Esta madre soltera viajó a la nación norteamericana y dos años después arribó al país su hijo. Rocío se casó allí “con una persona muy buena, obtuve mis documentos y mi hijo no pudo entrar en el proceso migratorio”, relató en diálogo con Noticias Caracol en vivo.
La mujer cuenta que a finales de abril de 2025 su hijo “fue arrestado como un delincuente”, pues ICE, relata, llegó a su casa con armas para llevarlo a Krome, popular centro de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos. Tras estos hechos, Sánchez, que votó por Trump, reconoce que el magnate “me decepcionó. Él dijo que era a los delincuentes y nosotros no somos delincuentes”.
Un calvario de detención y un trato cuestionable
El drama de Rocío comenzó a finales de abril, cuando agentes de ICE llegaron a su casa y arrestaron a su hijo “como un delincuente”, con “armas largas” y esposado. Este procedimiento, que ella describe como “terrible y traumático”, fue el inicio de una odisea que el joven, quien no tenía antecedentes criminales, jamás imaginó.
La información que llevó a ICE hasta su hogar provino de una fuente insospechada: un hospital. El hijo de Rocío, quien tiene 30 años, había acudido por problemas de estómago y al dar la dirección de su residencia, esta fue reportada a las autoridades migratorias, quienes confirmaron que el colombiano “había sobrepasado su estadía aquí en los Estados Unidos”, afirmó la mujer, señalando que los agentes “hicieron la cacería varios días en las mañanas mientras él salía a trabajar”.
Tras su arresto, el joven fue llevado a Krome, donde pasó 15 días. Allí, fue confinado a una celda de “alto riesgo” por negarse a firmar documentos que, escritos en inglés y con letra pequeña, implicaban “la aceptación de su deportación”, señaló Rocío. Su conocimiento del idioma le permitió percatarse de la trampa, pero esta decisión le valió un aislamiento aún mayor. La mujer relata que su hijo tuvo que, incluso, hacer una huelga de hambre durante dos días para poder comunicarse con ella.
Aunque la familia consiguió un buen abogado que logró sacarlo del centro de detención y el joven podía continuar en Estados Unidos, pues tiene un proceso migratorio que está avanzando, decidió retornar a Colombia. “Imagínese usted que lo apunten con unas armas cuatro o cinco policías armados, es difícil”, además de las condiciones que tuvo que soportar en el Krome. “Si a mí me detienen otra vez, un solo día, yo me muero”, fue lo que dijo el colombiano a su madre.
El temor que paraliza a la comunidad migrante
El relato de Rocío resuena con la queja de numerosas organizaciones de derechos de los migrantes: el miedo a la deportación está disuadiendo a muchos de buscar atención médica necesaria. La posibilidad de que una visita al hospital se convierta en una puerta a la deportación es una cruda realidad que lleva a los migrantes a evitar los servicios de salud, con graves consecuencias para su bienestar.
Ante esta situación, Rocío aconseja a otros migrantes “mentir y dar otra dirección” que no sea la de su residencia actual si necesitan atención médica. Además, les insta a “no firmar ningún documento si los arrestan” y a contactar de inmediato a sus familiares para que un abogado pueda actuar rápidamente.
El proceso de detención y deportación no solo es emocionalmente devastador, sino también económicamente ruinoso. Rocío describe el alto costo de los honorarios de abogados y las fianzas, dejando a las familias “endeudadas” y en una situación de vulnerabilidad extrema.
La desilusión de una votante de Trump
Uno de los aspectos más impactantes del testimonio de Rocío es su profunda desilusión con el presidente Donald Trump. A pesar de haber votado por él e incluso haber hecho campaña a su favor, creyendo en su promesa de deportar solo a “delincuentes”, ella se siente traicionada. “Yo pensé que él iba a tener otras políticas, que iba a revisar bien a las personas que, como él dijo, eran los delincuentes a los que iba a deportar, entonces uno piensa que uno está exento porque nosotros no somos delincuentes”, afirma con voz quebrada.
Ahora, esta mujer siente que las políticas de Trump “se le fueron de las manos” al afectar a “gente de bien” que, como ella y su hijo, han pagado impuestos y contribuido al país. Hace un llamado directo al presidente para que piense “un poco más en nosotras, las madres” y que “califique a las personas que son buenas, que hemos pagado impuestos, que hicimos nuestro sueño americano y que somos gente de bien”.
No obstante, recordó algo que le dijo su hijo en esa época de elecciones: “Tú estás colaborando para que a lo mejor a mí me puedan deportar”, a lo que ella respondió, en ese entonces, que “Trump es una maravilla, solamente va a deportar a los delincuentes. Y me equivoqué”.
La inmensa tragedia de la separación familiar
La vida de Rocío ha dado un giro de 180 grados. De vivir y trabajar codo a codo con su hijo, construyendo una compañía y una casa juntos, ha pasado a sentirse “sola” y sin “ánimos de levantarse porque él era mi motor. (…) Estábamos muy contentos”, pero su ausencia ha dejado un vacío inmenso. Aunque ella, al ser ciudadana americana, puede visitar a su hijo en Colombia, la realidad de la separación forzosa y el desarraigo es abrumadora. “El hecho de que mi hijo se llevara su vida en unas maletas es muy difícil porque él tenía toda su vida aquí, sus cosas, y es difícil”, lamenta.
Rocío también alza su voz por las innumerables madres que no tienen la misma “fortuna” que ella. Ha conocido a muchas mujeres, en su mayoría indocumentadas, que no pueden visitar a sus hijos detenidos o siquiera saber de su paradero una vez deportados. Estas madres, “desesperadas” y sin recursos legales, viven un dolor aún más profundo y una impotencia absoluta. Afirma que la situación es más crítica para quienes son llevados a Alcatraz Alligator “porque está haciendo un calor en Miami impresionante, los zancudos allá son gigantes, lo que cuentan las madres es espantoso, que no pueden ir a preguntar por ellos porque son ilegales”.
La despedida de su hijo fue tan insoportable que Rocío decidió acompañarlo en el vuelo de regreso a Colombia “porque sentía que la despedida acá iba a ser muy traumática”, para luego volver a Estados Unidos y continuar con su negocio. Para su hijo, la adaptación a Bogotá, una ciudad que apenas conocía y en la que ahora convive con su abuela, ha sido un desafío adicional. “Con dificultad sigo sola, porque ya no tengo la compañía de mi hijo que era el que me ayudaba en todo”, sostuvo.
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