Débora Arango: el fondo que resguarda su legado, la polémica por sus obras y el arte como patrimonio vivo

El Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM) oficializó el 18 de diciembre el lanzamiento del Fondo Débora Arango, una iniciativa nacida con el propósito de preservar y proyectar el legado de la reconocida artista antioqueña. Este fondo no solo se concibe como una herramienta para resguardar la memoria y la obra de Arango, sino también como un vehículo para estimular el estudio y difusión de su arte en nuevos contextos, públicos y formatos. El proyecto está abierto a donaciones de cualquier tamaño, permitiendo así la participación de diferentes sectores interesados en mantener viva la pertinencia de la obra de la pintora. Rafael Tamayo, director del MAMM, destacó la vigencia de Arango, describiéndola como “incómoda, lúcida, radical”, y enfatizó la importancia de proteger su potencia artística sin dejar de adaptarla a los debates y reflexiones contemporáneas.

Durante las últimas cuatro décadas, el museo ha profundizado en la obra de Débora Arango a través de más de 70 exposiciones individuales y 25 colectivas. Las piezas de esta artista han recorrido ciudades de Colombia y también han estado presentes en muestras internacionales en países como España, México, Bélgica, Venezuela, Estados Unidos y Chile, destacando el valor universal de su producción artística. Entre los años 1986 y 1987, Arango donó una parte significativa de su creación al MAMM. Actualmente, esta institución resguarda 233 piezas, que en 2004 fueron reconocidas como Bienes de Interés Cultural (BIC) de carácter nacional, lo que refuerza la obligación institucional de su conservación y resguardo.

A pesar del celebrado legado, el MAMM enfrentó una controversia en septiembre de este año cuando se reveló que se contempló vender o transferir dos obras emblemáticas de Arango, “Madonna del silencio” y “Rojas Pinilla”, al Banco de La República. La Revista Papel de Medellín reseñó que la justificación fue la potencial difusión aumentada del trabajo de Arango y la obtención de recursos para mantener el resto de la colección.

No obstante, esta propuesta detonó un debate social sobre la conveniencia de sacar las piezas de Medellín, contradiciendo los deseos expresados por la artista, además de poner en tela de juicio la necesidad de mantener su colección indivisa para proteger su valor conjunto. Finalmente, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes negó la venta, amparándose en esas consideraciones.

Tras la polémica, el 4 de diciembre se realizó un homenaje en el vigésimo aniversario luctuoso de Arango. El Ministerio de las Culturas, el Museo Santa Clara y el MAMM organizaron la exposición “La huida del convento”, reuniendo 18 obras que, según el Ministerio, respetaron la voluntad de la artista y propiciaron espacios de intercambio cultural sin fragmentar su acervo. La ministra Yannai Kadamani subrayó la importancia de honrar la integridad del patrimonio y de reconocer la herencia de las mujeres artistas, destacando la función pública de estos bienes culturales.

Este reciente aniversario, sumado a la discusión pública sobre la tentativa venta, ratifica el interés y el compromiso institucional y social por proteger la memoria de una de las figuras más influyentes del arte colombiano, así como la búsqueda de alternativas que permitan garantizar la preservación y difusión de su obra para futuras generaciones.

¿Por qué la integridad de una colección artística puede considerarse un valor en sí mismo?

Este debate ha cobrado especial relevancia en el caso de Débora Arango, dado que la posible división de su acervo suscitó cuestionamientos sobre si ello afectaría su lectura histórica y simbólica. Mantener juntas las obras que conforman una colección, especialmente cuando su autora expresó ese deseo, contribuye no solo a conservar su dimensión patrimonial, sino también su mensaje y contexto original.

El valor de una colección indivisa radica en la capacidad de ofrecer una visión integral del proceso creativo y el discurso de su autora. Así, se respeta tanto la voluntad de la artista como el derecho del público a acceder a un patrimonio colectivo que excede el interés puramente material de cada pieza considerada aisladamente.