Una ola de solidaridad en Medellín: así cambió la vida de Patricia y Michel tras un llamado en redes

El encuentro con Michel y Patricia tuvo lugar en marzo de 2023, en medio de la búsqueda de testimonios que permitieran poner rostro a la preocupante estadística revelada por un reciente estudio: en Medellín, una de cada cuatro familias enfrentaba la dificultad de no poder alimentarse al menos tres veces al día. Con el propósito de profundizar en el contexto humano detrás de esos números, la voz de una integrante de la Junta de Acción Comunal de San Javier facilitó el contacto con Patricia y su hija Michel, residentes de Juan XXIII, en la comuna 13. Patricia, de 58 años, se hacía cargo de Michel, quien en ese momento atravesaba un proceso de cambio de género y presentaba secuelas físicas y de movilidad a raíz de una caída en su infancia.

A raíz del accidente, el padre las abandonó y madre e hija quedaron solas, dependiendo de recursos mínimos y ventas ocasionales de confites en el barrio para su subsistencia diaria. La vivienda que habitaban no solo evidenciaba la precariedad estructural—con techo de zinc deteriorado, paredes incompletas y una permanente humedad que afectaba desde la ropa hasta los utensilios—sino también el aislamiento social: apenas cruzaban palabras con el resto de la familia, a pesar de vivir tan próximos. Ir al baño significaba un reto monumental para Michel, dado el acceso difícil y las condiciones de movilidad reducida.

El reportaje que narraba la amplia problemática del hambre en Medellín apareció publicado en El Colombiano, pero el testimonio de Patricia y Michel caló especialmente profundo. Por esa razón, su historia fue compartida en la red social Twitter, donde la autora apenas contaba con cuatrocientos seguidores en ese entonces. A través de la publicación, se invitó a quienes quisieran contribuir a mejorar el techo de la vivienda a ponerse en contacto para ayudar.

La respuesta superó expectativas: primero llegaron donaciones bancarias individuales, y luego una oleada de transferencias, sumando cerca de veinte millones de pesos provenientes de más de 300 personas en apenas dos días. Además de recursos económicos, también se recibieron ofertas de asistencia material y profesional, incluyendo el aporte del arquitecto Juan Miguel Durán y la cooperativa Coonvite, que propusieron no solo reparar el techo, sino levantar una vivienda nueva y más digna para Michel y Patricia.

Con la suma recolectada y el voluntariado organizado, se inició la construcción de la nueva casa. El proceso estuvo colmado de obstáculos: problemas de salud de Michel, complicaciones para evacuar escombros, la búsqueda de un techo temporal para ambas durante las obras y la insuficiencia del dinero. Sin embargo, la solidaridad y la perseverancia permitieron que la instalación se completara. Lo que comenzó como el deseo colectivo de regalar un techo sin goteras cristalizó en una vivienda amplia, iluminada y segura, que se consolidó en referente de funcionalidad en el barrio.

La experiencia también se transformó en un punto de impulso para Coonvite, que prosiguió su labor social de mejoramiento de viviendas en Medellín y fue reconocida por dicho trabajo con un premio en la Bienal Iberoamericana de Arquitectura en Perú. Si bien Michel y Patricia todavía enfrentan días difíciles y persisten el hambre ocasional y las limitaciones físicas, desde entonces su vida cambió en algo esencial: han encontrado resguardo y dignidad bajo un techo donde, al menos, ya no se mojan en cada aguacero.

¿Por qué las organizaciones civiles y los individuos toman el relevo cuando las necesidades básicas no están cubiertas por el Estado?

Esta pregunta surge porque en la historia de Michel y Patricia, al igual que en otros casos similares registrados por medios como El Colombiano, la iniciativa privada y la acción ciudadana han sido necesarias ante la insuficiencia de los programas estatales para atender situaciones de vulnerabilidad. La movilización de la comunidad, la solidaridad espontánea y la articulación entre colectivos, voluntarios y profesionales han marcado la diferencia en condiciones de vida de personas excluidas del acceso a derechos básicos.

El caso evidencia la brecha entre la realidad social de barrios como Juan XXIII y la cobertura de las acciones públicas enfocadas al bienestar de los más necesitados. Frente a ello, la participación de redes de apoyo, donantes y organizaciones civiles ha desempeñado un papel clave al suplir necesidades inmediatas y construir dignidad, un compromiso que, aunque admirable y urgente, expone las limitaciones estructurales que aún persisten en la atención por parte de las autoridades.