Violencia cotidiana supera al crimen organizado: Intolerancia eleva los homicidios en Medellín en 2025

Nación
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Por primera vez desde 1975, en Medellín hay más homicidios por riñas cotidianas que por bandas criminales.

El asesinato de Jesús Adolfo Osorio Bedoya, ocurrido en una taberna del centro de Medellín tras una discusión trivial, ha puesto de relieve una preocupante tendencia en la ciudad: el incremento de homicidios producto de la intolerancia cotidiana. Según datos revelados por el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (Sisc), Medellín ha registrado 102 muertes por este tipo de incidentes en lo que va de 2025, superando, por primera vez desde 1975, los casos derivados directamente de ajustes de cuentas vinculados a estructuras criminales.

Las causas detrás de estos homicidios suelen ser motivos insignificantes, que van desde disputas por un sartén, el volumen de un equipo de sonido, hasta pequeñas discusiones familiares y conflictos entre vecinos. Estos hechos, documentados por medios como El Colombiano, muestran cómo la violencia doméstica y las peleas callejeras han cobrado un peso inusitado en la estadística de muertes violentas de la ciudad. El caso de Osorio Bedoya, quien fue atacado con un cuchillo tras la intermediación de la pareja de una mujer que se negó a bailar con él, ilustra la rapidez con la que situaciones cotidianas pueden escalar y tener consecuencias fatales.

De acuerdo con el secretario de Seguridad de Medellín, Manuel Villa Mejía, este fenómeno refleja un problema de fondo relacionado con la falta de cultura ciudadana, así como déficit en la resolución pacífica de conflictos. “Esto ocurre por la falta de cultura y el irrespeto por la vida”, manifestó Villa Mejía, subrayando cómo la incapacidad para gestionar diferencias ha llevado a estos resultados alarmantes en el ámbito local.

Por otro lado, si bien las estructuras criminales siguen significando una amenaza, los homicidios atribuidos a retaliaciones relacionadas con bandas sumaron 96 casos este año, cifra que, aunque relevante, se ve superada por las muertes originadas en riñas triviales. Los barrios Popular, Manrique y Aranjuez concentran la mayoría de crímenes ligados a organizaciones delictivas, pero la brecha entre ambos tipos de homicidio ha venido cerrándose desde la pandemia de covid-19, cuando la violencia por intolerancia empezó a incrementarse notablemente en comparación con la violencia criminal organizada.

Este acercamiento en las cifras se destaca con mayor claridad en el análisis de los años recientes: en 2017, los homicidios derivados de bandas superaban por 250 casos a los de intolerancia; para 2023, esa diferencia fue de apenas 12 y, el año pasado, de apenas 3 casos, en un período donde la ciudad vivió la menor cantidad de homicidios en 45 años. Ahora, la tendencia parece invertirse, marcando un cambio crítico en la dinámica de la violencia en Medellín.

Con la llegada de fechas vulnerables como la Navidad y el fin de año —momentos de tradicional aumento en el consumo de alcohol y de confrontaciones—, las autoridades se ven obligadas a reforzar estrategias preventivas para evitar más tragedias familiares. “La Navidad no es para que termine siendo escenario de disputas”, enfatizó Villa Mejía, reflejando así la urgencia de promover el respeto y la solución dialogada de conflictos como ruta fundamental para revertir estas alarmantes estadísticas.

¿A qué se denomina “homicidios por intolerancia” y cómo se diferencian de los homicidios por bandas criminales?

Esta pregunta es relevante porque Medellín atraviesa una transformación en la naturaleza de la violencia; mientras que durante décadas la mayoría de asesinatos estaban asociados a actividades de grupos criminales, en los últimos años ha crecido notablemente la incidencia de muertes provocadas por conflictos cotidianos y problemas de convivencia.

“Homicidios por intolerancia” se refiere a aquellos asesinatos cuya raíz se encuentra en disputas personales, familiares o vecinales, motivadas por desacuerdos triviales o reacciones violentas ante conflictos menores —como riñas en espacios públicos o privados—, sin vinculación a estructuras delictivas organizadas. Por el contrario, los homicidios por bandas criminales obedecen a disputas, retaliaciones o ajustes de cuentas ligados a la actividad de grupos ilegales, siendo tradicionalmente los predominantes en la estadística local. La distinción es clave para diseñar políticas preventivas y abordar de raíz ambas problemáticas.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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