Retiro de militares en retiro sacude mesa de paz: tensiones, ataques y polémica por extradición de “Araña”

La Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Militares (Acore) dio a conocer su retiro de la mesa de diálogos entre el Gobierno y la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano (CNEB), grupo disidente liderado por Wálter Mendoza. Esta decisión se precipitó tras la exclusión del coronel (r) Jaime Ariza, quien representaba a la organización en las negociaciones. Según El Espectador, los desacuerdos surgieron principalmente en torno a la creación de las Zonas de Ubicación Temporal (ZUT) y a la suspensión de la extradición de Geovani Andrés Rojas, alias “Araña”, requerido por Estados Unidos, cuya permanencia en la mesa levantó polémica entre los negociadores.

En diálogo con Colombia+20, Ariza explicó que el distanciamiento se hizo inevitable luego del ataque en septiembre contra soldados en Putumayo y del debate por la extradición de Araña. Señaló que la modalidad de conflicto ha cambiado: ya no se enfrentan directamente con la fuerza pública, sino que se utiliza a la población civil para hostigar a las autoridades, comportamiento conocido como “asedio diluido”, lo que ha tensionado aún más las relaciones dentro del equipo negociador.

Ariza detalló cómo los acontecimientos en Putumayo, en el que soldados fueron víctimas de ataques e incineraciones, y la falta de respuesta institucional efectiva contribuyeron a la ruptura. La delegación de Acore cuestionó la forma en que se investigaron los hechos, ya que, según él, no hubo fallos judiciales ni pronunciamientos de los órganos de control. Además, Ariza criticó que, pese a la gravedad del incidente, se reanudaron las negociaciones sin que hubiera un claro esclarecimiento de responsabilidades por los hechos.

El punto de quiebre definitivo ocurrió al recomendar que la extradición de Araña se condicionara a la desmovilización de su estructura armada en un plazo concreto, propuesta que no fue bien recibida por el jefe negociador del Gobierno y que resultó en la salida de Ariza de la mesa. A esto se sumaron alertas reseñadas por Acore, como los riesgos de interferencia electoral y la necesidad de garantías de no repetición de delitos por parte del grupo armado.

Entre los logros que resalta Acore en el proceso se cuentan el inicio de la sustitución de 30 mil hectáreas y la entrega de 14 toneladas de material explosivo, aunque advierten sobre la importancia de la desmovilización efectiva y la no injerencia en procesos electorales para evitar que los acuerdos caigan en impunidad o crímenes reciclados. Según la organización, el reto de la mesa está en acelerar acuerdos finales ante la coyuntura de próximas elecciones y el riesgo de fortalecimiento del crimen organizado impulsado, entre otras cosas, por la economía ilegal y la falta de control territorial.

Ariza concluyó agradeciendo a la comunidad internacional y a los acompañantes del proceso, reiterando su deseo de que prevalezca el diálogo y se eviten mayores confrontaciones. Sin embargo, reconoció que en ocasiones las diferencias impiden continuar y obligan a tomar decisiones difíciles en nombre de la transparencia y la coherencia institucional.

¿Cuál es la función y el alcance de las Zonas de Ubicación Temporal (ZUT) dentro de las negociaciones de paz?

El establecimiento de las Zonas de Ubicación Temporal (ZUT) es uno de los temas centrales en las discusiones entre el Gobierno y la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano (CNEB), según lo expuesto por los voceros de Acore. Las ZUT buscan ser espacios donde los miembros del grupo armado se concentren temporalmente como parte de los procesos de desmovilización, desarme y reincorporación (DDR), lo que permitiría un mejor control y monitoreo del cese de hostilidades.

Sin embargo, Acore advierte que la viabilidad de las ZUT depende de que existan garantías de no repetición de delitos y de que no persista la influencia del grupo armado en actividades ilícitas o en el ámbito electoral. De no cumplirse estos requisitos, la consolidación de las ZUT podría ser contraproducente y convertirse en una fuente más de incertidumbre, poniendo en riesgo los objetivos de la negociación y la seguridad en los territorios.