Tres municipios, tres historias: el contraste en la vida de los perros callejeros en el Quindío

El trato que reciben los perros callejeros en Quindío varía según la ciudad; descubre por qué aquí.

Las realidades de los perros callejeros en el departamento del Quindío revelan marcadas diferencias según el municipio que se analice, como lo evidenció Crónica del Quindío en un recorrido por Circasia, Calarcá y Armenia. A pesar de que estos animales comparten el origen de su situación de calle, las formas en que las comunidades locales enfrentan su presencia y los cuidados que reciben, varían de manera notable entre estas tres ciudades.

En Circasia, los perros forman parte visible del entorno urbano, especialmente en el centro del municipio. Allí, los habitantes, comerciantes y visitantes han asumido una actitud acogedora que integra a estos animales en la cotidianidad. No sólo transitan libremente entre la plaza y los comercios, sino que gozan de una apariencia saludable, resultado directo de la atención voluntaria que les brindan quienes frecuentan estos espacios. Los gestos cotidianos de alimentarles, otorgarles agua fresca y permitirles permanecer en áreas seguras han permitido que su presencia se perciba como un elemento más del paisaje local, favoreciendo una coexistencia tranquila tanto para habitantes como para animales.

Por otro lado, en Calarcá también existe una convivencia armónica, especialmente en inmediaciones del parque principal y las cafeterías. Sin embargo, la diferencia radica en la organización de la respuesta comunitaria. Los dueños de negocios y cafeterías, conscientes de la presencia frecuente de perros callejeros, han establecido rutinas para atender sus necesidades: el agua nunca escasea y, si ocurre algún incidente, como que un perro orine en sillas o mesas, intervienen sin recurrir a regaños ni agresiones. La comunidad ha demostrado en estos casos una disposición clara hacia el respeto animal y el mantenimiento de la armonía, resultando en animales que muestran buena salud y tranquilidad.

No obstante, la realidad en Armenia marca un contraste doloroso. En el centro de la capital quindiana, la cantidad de perros callejeros ha disminuido, aunque los pocos que permanecen exhiben signos evidentes de sufrimiento: desnutrición, heridas y un notorio abandono. La compañía de estos animales suele limitarse a habitantes de calle, quienes se convierten en sus compañeros más estables. Si bien algunos establecimientos comerciales procuran ayudarles con agua y comida, la precariedad y el deterioro en que viven es mucho más visible, revelando una problemática social compleja que repercute directamente en el bienestar animal.

Estos tres ejemplos reflejan cómo la actitud de la comunidad y las pequeñas acciones cotidianas pueden marcar una diferencia significativa en las condiciones de vida de los animales sin hogar. La comparación entre estos municipios invita a reflexionar sobre la responsabilidad colectiva y la necesidad de respuestas organizadas y solidarias para atender a quienes carecen de un hogar.

¿Cómo podría la experiencia de Circasia y Calarcá servir como modelo para mejorar el bienestar de los perros callejeros en Armenia?

La pregunta adquiere relevancia considerando el contraste observado entre los municipios del Quindío. Mientras en Circasia y Calarcá la integración de los perros callejeros se da de manera natural y con respaldo comunitario, en Armenia la ayuda aún resulta insuficiente. Analizar las prácticas y estrategias adoptadas en las ciudades donde los animales muestran mejores condiciones podría ofrecer aprendizajes útiles para enfrentar la situación en entornos más críticos, promoviendo el respeto y la empatía hacia los animales callejeros y, en consecuencia, mejorando su calidad de vida.

* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.