Bogotá enciende la alarma: 54 heridos por pólvora en diciembre, pese a campañas y controles oficiales

En la recta final de diciembre, la ciudad de Bogotá afronta una problemática persistente: el uso de pólvora en las celebraciones decembrinas continúa generando víctimas. De acuerdo con el informe más reciente publicado por la Secretaría Distrital de Salud con corte a las 2:00 p.m. del lunes 22 de diciembre de 2025, se han reportado 54 personas lesionadas por artefactos pirotécnicos. Esta cifra revela que, a pesar de los reiterados llamados y campañas institucionales para evitar el empleo de pólvora durante la temporada, la tradición de celebrarla con fuegos artificiales sigue vigente y ocasiona daños considerables.

Del total de personas afectadas, 12 son menores de edad y 42 adultos, lo que evidencia que la problemática impacta tanto en la población infantil como adulta. Según datos oficiales del Distrito, en 16 de los casos las víctimas se encontraban bajo los efectos del alcohol, lo que representa un agravante en la manipulación de pirotecnia. El consumo de bebidas alcohólicas sumado a la utilización de estos artefactos resulta ser un factor de riesgo importante durante las festividades.

Sin embargo, el balance actualizado permite observar una tendencia a la baja en los incidentes relacionados con pólvora. Para la misma fecha en 2024, se habían contabilizado 81 personas lesionadas, lo que significa que en 2025 se registró una reducción del 33%. Además, el número de accidentes bajo efectos del alcohol bajó de 21 en 2024 a 16 en 2025. No obstante, la cifra de 54 casos en 2025 supera levemente la registrada en 2023, cuando se reportaron 51 heridos.

El fenómeno afecta a distintas zonas de la capital. Engativá lidera el listado con nueve víctimas, seguida de Suba y Usme, cada una con seis casos, y Bosa con cinco. Según el informe, localidades como San Cristóbal, Kennedy y Santa Fe registraron entre tres y cuatro heridos, mientras que en Tunjuelito, Teusaquillo, Antonio Nariño y Ciudad Bolívar el número de personas lesionadas fue de uno en cada caso, lo que refleja una distribución geográfica amplia del riesgo.

En cuanto a las lesiones, las manos concentran la mayor cantidad de afectaciones, con 34 casos; siguen las lesiones en el rostro (14), ojos (6) y cuello (4). También se han reportado daños en pies y tronco, evidenciando que inclusive artefactos aparentemente inofensivos pueden provocar daños graves y de múltiples tipos, desde quemaduras hasta amputaciones e intoxicaciones, según la Secretaría Distrital de Salud.

Frente a este panorama, la red hospitalaria, tanto pública como privada, se declara preparada para brindar atención a quemaduras y lesiones graves, y cuando las víctimas son menores, se activa un protocolo para el restablecimiento de derechos y el acompañamiento psicosocial a las familias. Asimismo, la administración distrital afirma coordinar acciones con entidades como las Secretarías de Salud, Gobierno, Seguridad y Movilidad, Bomberos, Policía Nacional, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y alcaldías locales para contrarrestar el uso de pólvora. Pese a estos esfuerzos, persisten interrogantes sobre la eficacia real de estas estrategias frente a una tradición arraigada.

Para quienes sufran lesiones derivadas del uso de pólvora, la Secretaría Distrital de Salud emite una serie de recomendaciones clave: evitar todo tipo de remedios caseros o ungüentos sobre la herida, no manipular las ampollas, cubrir la lesión con un paño o gasa limpia y húmeda, abstenerse de ingerir líquidos ante quemaduras profundas y, ante todo, buscar atención médica profesional para prevenir infecciones u otros riesgos.

¿Por qué persiste el uso de pólvora pese a las campañas de prevención?

Esta pregunta resulta relevante dado que, a pesar de las campañas institucionales y de la coordinación entre distintas entidades oficiales, el número de personas lesionadas por pirotecnia sigue siendo significativo en Bogotá. Las cifras de años anteriores muestran que los esfuerzos han tenido cierto impacto en la reducción de accidentes; sin embargo, la tradición y ciertas dinámicas sociales, como el consumo de alcohol, siguen facilitando conductas de riesgo.

Abordar esta problemática implica no solo fortalecer la regulación y la capacidad de respuesta médica, sino también comprender a profundidad los factores culturales y sociales que perpetúan el uso de pólvora en las festividades. Esto permitiría diseñar estrategias preventivas más efectivas y, en consecuencia, reducir aún más el número de víctimas cada año.