Ciudad dividida por el ruido: ¿Por qué Bogotá culpa a la rumba si el tráfico es el verdadero villano?
Tú navegador no es compatible para reproducir este audio
El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
Visitar sitioBogotá en 2025 enfrentó un dilema ambiental: el ruido genera polémica entre cifras y percepción ciudadana.
El año 2025 ocupó un lugar central en la historia contemporánea de Bogotá debido al protagonismo que adquirieron los desafíos ambientales en el debate público. Según reporta El Espectador, la ciudad, con sus 487 años de historia, enfrentó quizás uno de los periodos más complejos al ver comprometida la prestación y garantía de servicios fundamentales para sus ciudadanos, lo que hizo aún más evidente la prioridad de cuidar los entornos naturales. La gestión ambiental dejó de ser una cuestión secundaria o alejada de la cotidianidad; pasó, en cambio, a ser un asunto urgente al solaparse con la supervivencia urbana y el derecho básico a una buena calidad de vida.
Entre los factores que evidenciaron la vulnerabilidad ecológica de la capital estuvieron el racionamiento de agua, la persistente contaminación del aire y el ruido. Estos retos pusieron sobre la mesa la urgente necesidad de adaptar y mitigar los impactos del cambio climático, así como redefinir la relación entre la población y los ecosistemas que soportan la vida en Bogotá. La Secretaría de Ambiente enfrentó el año alternando entre la gestión de emergencias inmediatas y el diseño de políticas y acciones más prolongadas, con el objetivo de preservar tanto los ecosistemas urbanos como rurales, en equilibrio con una ciudad que no deja de expandirse hacia la sabana.
Entre las múltiples cuestiones ambientales, el ruido resaltó como una problemática cotidiana que, a pesar de su incidencia directa en la calidad de vida, suele quedar opacada frente a otros debates más visibles. El Espectador señaló que, si bien los registros oficiales indican que cerca del 89 % del ruido ambiental proviene del tráfico vehicular, la percepción de los ciudadanos se centra en bares y discotecas, lugares que generan más del 60 % de las denuncias por exceso de ruido, especialmente en horas nocturnas. Esta contradicción revela la distancia entre las cifras técnicas y la vivencia diaria de la ciudadanía.
En palabras de Adriana Soto, secretaria de Ambiente, los operativos de control se orientaron mayormente a las zonas de rumba o entretenimiento nocturno, ya que el principal factor de ruido se vinculó al incumplimiento de las normas por parte de estos establecimientos. Además, tales infracciones derivan en problemas adicionales como altercados y una creciente percepción de deterioro de la calidad de vida urbana. Ante este panorama, en 2025 la Secretaría intensificó las inspecciones en localidades como Chapinero y Usaquén, logrando la clausura preventiva de nueve establecimientos; cinco de ellos reabrieron después de adoptar las adecuaciones acústicas establecidas por la normativa, un resultado que deja preguntas abiertas sobre el alcance real de las medidas de control y la capacidad institucional para enfrentar la problemática de fondo.
¿Por qué la percepción ciudadana sobre la causa del ruido urbano difiere tanto de las estadísticas oficiales?
El texto revela que, aunque la mayoría del ruido ambiental en Bogotá es atribuible al tráfico vehicular según mediciones técnicas, los habitantes asocian principalmente esta problemática a la vida nocturna y al funcionamiento de bares y discotecas. Esta diferencia entre los datos oficiales y la experiencia diaria se convierte en un reto para las autoridades, quienes deben equilibrar la información basada en evidencia con las demandas y percepciones de la sociedad.
La relevancia de explorar esta pregunta radica en la eficacia de las políticas públicas. Si las autoridades enfocan sus esfuerzos únicamente en aquello que arrojan los indicadores técnicos, pueden descuidar los aspectos subjetivos que afectan el bienestar de la población o subestimar las fuentes de conflicto social. Profundizar en la brecha entre percepción y realidad resulta clave para lograr intervenciones ajustadas no solo a las cifras, sino también a las necesidades y expectativas de los ciudadanos.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
Temas Relacionados:
Recomendados en Nación
Te puede interesar
Bogotá
Capturan a abuelastro acusado de abusar de 3 niñas en Bogotá: ofreció $ 20 millones para que no lo denunciaran
Economía
"Haciendo cálculos”: ministro de Petro aclaró si el salario mínimo puede subir un 19 %
Nación
Destapan decisión que habría tomado conductor de bus donde murieron estudiantes: "Lo que hizo"
Economía
Sorpresa por lo que pasa en Multiplaza, Hayuelos y más centros comerciales: "Es terrible"
Nación
Pacientes y afiliados a Nueva EPS se preocupan: Colsubsidio fue claro sobre lo que pasará el 1 de enero
Economía
Quiénes son los dueños de Mi Buñuelo, negocio que se hizo famoso en Medellín
Economía
Alerta para los que usan cajeros automáticos de Bancolombia, Davivienda, Banco de Bogotá y más bancos
Sigue leyendo