"Sumapaz vibra: niñas y niños campesinos conquistan Bogotá con el concierto Semillas Sonoras"

Nación
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Niños y niñas de Sumapaz deslumbran en Bogotá con un concierto que rescata tradición y talento rural.

En el contexto de “Bogotá, mi Ciudad, mi Casa”, la música desempeña un papel esencial en el fortalecimiento de la identidad rural y en la apertura de nuevos horizontes culturales para la infancia. Así quedó reflejado en el auditorio Somos Usme, localizado en el Portal Usme, donde más de cuarenta niñas y niños de la localidad 20 de Sumapaz presentaron el concierto “Semillas Sonoras”. Este evento, resaltado por la administración distrital, fusionó tradición campesina, arraigo territorial y formación musical de corte filarmónico, logrando que la niñez de estas zonas rurales exhibiera su talento y dedicación en un escenario de relevancia para la ciudad.

Durante la presentación, el público compuesto por familiares, cuidadores y acompañantes, disfrutó de un repertorio impregnado de sonoridades propias del entorno campesino, interpretado por los integrantes del Centro Filarmónico Local de Sumapaz. Según la información oficial, el proceso de formación de estos estudiantes se gestó durante todo el año bajo el acompañamiento de docentes especializados y en sintonía con las tres estaciones sonoras de identidad campesina. La emoción y el compromiso de los asistentes dejaron en claro el valor que estas iniciativas representan para la comunidad y la importancia de preservar el legado cultural de la región.

El Centro Filarmónico Local de Sumapaz, vigente desde 2020, acoge actualmente a 70 niños, niñas y adolescentes con edades entre 7 y 17 años, quienes asisten a clases dos veces por semana en la cuenca del río Blanco. El proceso pedagógico se fundamenta en tres ejes: el coral, orientado a la exploración vocal y la experiencia colectiva del canto; la cuerda pulsada, dedicada a instrumentos como tiple, requinto, bandola, bajo eléctrico y guitarra; y la iniciación musical, donde los estudiantes comienzan con percusión corporal y paulatinamente acceden a otros instrumentos. Este enfoque gradual hace posible que las y los participantes avancen desde los semilleros hasta los grupos más experimentados, promoviendo el crecimiento disciplinado y artístico.

El apoyo continuo de familias campesinas ha sido crucial. A pesar de los retos diarios asociados a la vida rural—como las largas distancias, las labores agrícolas y los extensos horarios—los padres y cuidadores se mantienen al lado de los niños, consolidando un entorno propicio para la educación artística. Según Johanna Gutiérrez, habitante de la vereda Raizal de Betania, el proceso exige constancia y amor, y logra un vínculo entre los aprendizajes musicales formales y la tradición familiar.

Para los profesores de la filarmónica, la música en este contexto se convierte en una herramienta vital para la vida, promoviendo la disciplina, el establecimiento de metas personales y el sentido de pertenencia al territorio. La estrategia de los Centros Filarmónicos Locales, dependiente de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, permite ofrecer gratuitamente formación musical de calidad en zonas rurales, priorizando el acceso a la cultura y el fortalecimiento del tejido social.

En Sumapaz, estos espacios significan oportunidades de formación sin obstáculos geográficos, la preservación de la identidad campesina y la consolidación de la comunidad a través del arte. Además, representan un puente invaluable entre tradición, educación y desarrollo emocional, permitiendo que las nuevas generaciones encuentren en la música un canal para expresarse y conectar con sus raíces.

¿Por qué la formación artística es fundamental para la niñez rural?

La relevancia de la formación artística entre la infancia que habita zonas rurales como Sumapaz radica en su capacidad para fortalecer la identidad local y construir comunidad. Espacios como los Centros Filarmónicos Locales se convierten en motores de inclusión social, donde el arte no solo es una herramienta de expresión, sino también un mecanismo para preservar tradiciones que de otro modo podrían perderse.

Tener acceso a una educación artística sostenida y gratuita rompe el aislamiento cultural que puede vivir la ruralidad y ayuda a forjar individuos con mayor desarrollo emocional y disciplina. En casos como el de Sumapaz, la enseñanza musical se suma a la cotidianidad campesina, y al integrarse con la vida familiar y territorial, favorece la proyección personal y colectiva de las nuevas generaciones.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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