La cadena pública À Punt, de esa comunidad autónoma española, cobró notoriedad a nivel mundial por cuenta de la decisión de sus directivos de sacar del aire la serie animada Dragon Ball y acusarla de vulnerar valores impuestos por ellos.
Alfred Costa, director general de À Punt, dijo que la serie no será transmitida por “la legislación de género, el código de valores de contenidos infantiles y el precio”, según recopiló el diario Las Provincias, de Valencia, España.
Los comentarios de Costa causaron críticas de miles de seguidores de Dragon Ball en esa comunidad autónoma, quienes ya habían manifestado su inconformidad en 2005 cuando se canceló por primera vez su transmisión en televisión.
En el país ibérico, la serie ya había recibido críticas “por su violencia”, pero a esto se le sumaron ahora comentarios de colectivos que la ven como “sexista por el tratamiento de los personajes femeninos”, agregó El País de España.
La cadena pública valenciana manifestó a ese rotativo que “el actual código de valores es mucho más restrictivo”, especialmente en los programas que son transmitidos durante la franja infantil.
No es el único (ni será el último) caso de programas antiguos cancelados por acusaciones de ese tipo
En redes sociales, la cultura de “cancelar” series y películas de antaño es cada vez más frecuente. Como quedó claro en este caso, la decisión ya no es personal sino que pasa al plano de las grandes cadenas audiovisuales.
Como bien reseña el especialista en finanzas Thierry Ways, en su más reciente columna de El Tiempo, esta práctica editorial tiene varios precedentes.
Ways recuerda cómo la plataforma HBO MAX retiró ‘Lo que el viento se llevó’ por acusaciones de romantizar la esclavitud, las editoriales sacaron de circulación libros del Dr. Seuss por sus caricaturas de negros, asiáticos o árabes y la Warner Bros. fue criticada por el zorrillo animado ‘Pepe le pew’, que recibió acusaciones de hacer apología a la violación.
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