La terapia solo había sido probada con ratones. Por eso, para sortear el riguroso proceso que exige en Estados Unidos la Food and Drug Administration (FDA), la agencia estadounidense que regula los alimentos, medicamentos, productos biológicos, entre otros, Parrish comenzó su proceso en Colombia, reveló ABC.

En el país, en un lugar indeterminado,  ella recibió numerosas inyecciones de dos terapias génicas experimentales. Una de ellas tenía como propósito alargar sus telómeros, estructuras claves del cáncer y el envejecimiento, pues se sabe que entre más cortas son, más riesgo hay de sufrir los males relacionados con la vejez, explicó el diario.

La segunda terapia estaba destinada a incrementar la masa muscular.

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Parrish esquivó los protocolos exigidos cuando se desarrolla un fármaco. Aceptó probar una inyecciones que solo habían sido probadas en roedores, resaltó el informe.

Según la ejecutiva cuando comenzó el tratamiento tenía 44 años, pero la longitud de sus telomeros indicaba que su edad biológica era de 65 años, debido a su vida estresante. De acuerdo con el testimonio que ella entregó al medio español:

Ahora, un año después y tras la terapia, la longitud de mis telómeros se corresponde con la de una persona de 45 años, mi edad. Me siento maravillosamente bien”.

Por su parte, María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, dice con respecto a estos ensayos:

La manera de probar un medicamento y ver si es seguro y efectivo es haciéndolo con ensayos clínicos que, a su vez, están determinados por las agencias regulatorias. Esto se hace así para proteger a los pacientes”.

Para Blasco es difícil sacar alguna conclusión de un estudio que no tiene los controles necesarios.

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