Futuro inmediato de Colombia llama a trascender el inconformismo y la indiferencia, a través del voto serio, solidario y consciente que evitará que la nación cambie su institucionalidad por un sistema improvisado que ha fracasado en varios países. Matoneo y amedrantamiento, que se ha ejercido desde los extremos ideológicos, no puede atomizar la moral del ciudadano que, con convicción política, lejos del sufragio en blanco, está convencido que en estos comicios está en juego la democracia frente a la dictadura comunista. Libre albedrío de cada uno, para la toma de decisiones particulares, ha demostrado que nada es malo en sí, lo perverso está en el uso que se le da. Segunda vuelta de la campaña presidencial evidencia que la estrategia de un sector, para tomarse y perpetuarse en el poder, está en pulverizar el ambiente con fake news que incentiven la indecisión, del colectivo social, que llevará a la victoria a quien lleva doce años reuniendo lo peor de la política y la sociedad en lo que llaman un Pacto Histórico.

Peligroso es el coctel de odio, resentimiento, ataques y división que ha venido preparando la izquierda en los últimos años, intolerancia que se teje contra todo aquel que piensa diferente a ellos. Presión que ejercen los sectores alternativos para sacar a los jóvenes y las clases populares a las marchas, que siempre terminan en disturbios, denota que los problemas de Colombia van más allá del populismo que quieren propagar aquellos politiqueros que se autoproclaman como progresistas. Régimen que se vende como una nueva alternativa de gobierno, sustentado en cuestionables nombres de la política tradicional, que cada cuatro años transitan de partidos a movimientos, lejos está del pregón de verdadero cambio que pide abrir paso a nuevas corrientes políticas. Proceso de transformación no puede estar ligado a la pérdida de espacio de la democracia entre un comunismo fracasado y mentiroso que solo profesan los psicópatas dictadores.

Batalla electoral de este 19 de junio, que pone en contienda a David contra Goliat, llama a los ciudadanos a mirar detenidamente las propuestas de los candidatos, las batallas que han librado en su vida pública, y la conexidad con actos al margen de la ley. Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua hace rato están viendo cómo fracasan las propuestas socialistas, sus pueblos padecen la decepción, tienen los sueños rotos y las neveras vacías; Argentina, Chile y Perú exaltan ahora las consecuencias de no mirar los ejemplos cercanos, arrepentidos están de que el constituyente primario no asumiera el poder que tenía en sus manos y desde el irresponsable acto de la abstención permitieran la llegada de un sistema que los sume en profundas crisis. Común denominador circunscrito a un tiempo de cambio, impulsado por la corrupción de la clase política tradicional, es aprovechado por pseudo líderes que sin educación y respeto por la sociedad ahondan en la peor polarización de la historia democrática del continente.

Presiones que se ejercen para el voto en las zonas fronterizas, por parte de actores encadenados a negocios non-sanctos, indican que en Colombia se está retrocediendo a pasos agigantados en términos de seguridad democrática y se está ad-portas de caer en los tentáculos y el falso encantamiento de un mitómano, demagogo populista. Peligroso entorno que valida nefastas propuestas, como el pacto de la Picota, confunde al electorado con promesas sin sustento y contenido que captan la atención de muchos, mientras se suma en las filas, de la propuesta de la izquierda, el mayor número de trasgresores de la ley posibles. El país está al frente de un escenario que tiene miles de ejemplos en las decisiones tomadas por las poblaciones de la vecindad y que hoy tienen su efecto en el día a día, territorios con esperanza de cambio en donde los odiados pasaron al poder a odiar y los marginados a marginar. Transformación del país debe estar constituida por la reconciliación, el ver las oportunidades y aprovecharlas.

Populismo e ideas del socialismo del siglo XXI, que se han tomado la región latinoamericana, truncan el desarrollo económico por brindar subsidios a quienes exigen múltiples derechos sin aportar absolutamente nada. Complejo para el futuro de una nación es incentivar la conformación de células urbanas que distantes están del trabajo, el pagar impuestos, y respetar a los otros desde sus diferencias. Contribuir a la construcción de país implica sensibilizar en el colectivo acciones de civismo, alejar a la juventud de la barbarie, la destrucción y el vicio que acompaña a las primeras líneas que solo infunden temor en las calles de las ciudades y los municipios colombianos. Fraccionamiento social que se propicia, desde la izquierda y la derecha, no puede ocultar que cada sector tiene sus pecaditos y por ello debe hacer frente a sus líos, graves problemas de la política que se suman a los coletazos que dejan los desplazados y migrantes a consecuencia de ensayos de socialismo que fueron fallidos y quieren ser extrapolados a Colombia en donde la pobreza y el narcotráfico están en el orden del día.

De la participación consciente de todos los colombianos, este 19 de junio en las urnas, depende que el país no siga más dividido, atrasado y destrozado ante una casta política que solo trabaja en función de su propio beneficio mientras el pueblo ve cómo puede sobrevivir y salir adelante con mínimas oportunidades. Sofismas de distracción y victimización que cunden en el actuar de la izquierda es el que encumbra autócratas que han terminado por llevar a sus países a profundas crisis políticas, económicas y sociales. Política del cambio que se propone desde el Pacto Histórico tarde o temprano dejará a la nación quebrada y a los colombianos sin plata para el mercado, un colectivo ahogado que extrañará la libertad, actitud, trabajo y buen tino para sacar adelante una nación con miles de recursos y oportunidades que ahora no se aprovechan.

Repetitivo discurso de la izquierda pidiendo investigaciones, victimizándose ante organismos multilaterales, el ver el problema en los otros porque ellos siempre tienen la razón, desnuda los errores y el ego que se les cobrará en las urnas. El pasado perdona, pero no olvida el mal que generó el Sensei de los humanos en su etapa guerrillera, propuesta de acabar con todo, por las armas y ahora por la vía política, invita a no caer en la táctica que estimula a votar en blanco y desprestigiar al opositor con vídeos, porque son conscientes que ya tocaron techo en el número de electores y están desesperados buscando pescar, el aval de los tibios, en rio revuelto. Hipocresía del pacto histriónico quedó develada en el afán por desligar de su propuesta a Piedad Córdoba o bajar el perfil a Francia Márquez, Armando Benedetti y Roy Barreras que antes que sumar, les restan votos en este momento. Los colombianos no son tontos, el esconder a quienes les resultan incómodos no llevará a que se olvide la responsabilidad que le asiste a cada uno con el sufragio este 19 de junio.

Adulación que los seguidores de la izquierda profesan por su cacique les impide ver las barbaridades que a diario expresa Gustavo Francisco Petro Urrego en cada discurso, incongruencias que él mismo sale a interpretar y traducir a través de un cantinflesco sí, pero no, que fue protocolizado en Notaría, como quien firma en mármol lo que propone. Doble faz que reviste de puro y honesto a quien todo el tiempo acusa, insulta y agrede desde la mitomanía, que asume como propia, no puede poner en riesgo la democracia, la Constitución del 91, la vida de los jóvenes, los pequeños empresarios, ni el campo colombiano; peligroso es lo que se trasluce en las propuestas de gobierno, intenciones de expropiación de los bienes privados, e inestabilidad jurídica, para con quienes no se alineen con lo que demande su eventual gobierno. El país más allá de elegir entre uno y otro por lo que votará este 19 de junio es por un sistema de vida y una forma de construir nación, usted decide entre un gerente eficaz que actúa sin odio y rencor, o un mezquino sujeto que se oculta tras una máscara de impoluto alternativo.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.