Es tan absurda la manera como nos manipulan con información sesgada y falsa, que parece imposible discernir o ver con detenimiento la gravedad de lo que está pasando en el mundo y sus consecuencias en Colombia.

Estamos acostumbrados a esperar el final feliz de la película y resulta que los procesos sociales no se alcanzan a resumir en una hora y media.

El uso de la fuerza es una realidad humana. Siempre ha estado presente. Creer lo contrario sería estúpido. Por eso todos los países del mundo tienen ejércitos, existen los militares y su lugar relevante frente a las amenazas.

La guerra es tan antigua como la humanidad misma. Y lo que está pasando en Ucrania no es más que la crónica de una guerra anunciada.

Creo que la mayoría de los humanos coincidimos en que el mundo no debería mostrar los dientes con armas nucleares. Nada puede justificar algo así. La bomba de Hiroshima supondría que nunca más nadie debería volver a usar armas de destrucción masiva, pero la amenaza, hoy es real.

En 9 días el mundo ha visto  con asombro, miedo, repudio y estupor una escalada de las tensiones entre dos países vecinos. En esto  se jugó la carta diplomática y falló. Luego se dio un ataque “militar”  que supuso el inicio de una invasión a Ucrania, una guerra para el mundo y una intervención militar preventiva para Rusia.

En cualquier caso, esto nos tiene con los pelos de punta y cada día aumenta el termómetro con el sufrimiento de millones de humanos.

Además de las muertes que ya se registran, más de 3.000 y miles de heridos y destrozos, también están los ataques sicológicos que incluyen ciberataques, movimientos de artillería y bombardeos de largo alcance. En otras palabras, una nueva guerra.

Eso sin contar con las sanciones de todo tipo a los rusos por la invasión, si se ven los mapas de la parte Este de Ucrania.

Una guerra tiene fases y no todas son iguales o comienzan parecido. En esta la primera parte le da paso a la agresión que continúan con dos fases de charlas entre las partes.  Algunos creemos que la Tercera Guerra Mundial, ya había comenzado con el inicio de la pandemia en noviembre de 2019. 

El resultado de lo que ha pasado si lo hubieran imaginado un ideólogo algo así como el doctor “malito”, no le habría salido tan bien.

Sociedades miedosas, economías quebradas, insatisfacción general y miedo, mucho miedo, a lo largo y ancho del planeta como consecuencias generalizadas por el virus. Las revueltas populares en buena parte de las sociedades mostraban el camino tortuoso que nos esperaba.

Las acciones de Putin han sido duramente criticadas en el occidente del planeta y una parte de Europa, pero en otros lugares que suman varios miles de millones de humanos más no están en desacuerdo con él.  

La historia cobra un papel fundamental, para entender el conflicto, pero asusta más porque hablamos de una potencia con alcance nuclear que podría hacer mucho, mucho daño a un mundo que sufre además por el cambio climático entre otro montón de males masivos como la pobreza y las violencias de todo tipo.

Ojo, que muchos países puede que no estén de acuerdo, pero tampoco en desacuerdo. Entonces, tenemos a una buena parte de la humanidad que tiene del tema una óptica diametralmente opuesta a la indignación de estas latitudes.

Escucho y leo que Putin es el malo y los otros son los buenos. Pero el tema no es quién es bueno en esto. Esa invasión, dicen los rusos que comentan el asunto, fue una estrategia de guerra pensada milimétricamente y ejecutada ante los ojos del mundo. Avisada con antelación a Biden y a Macron.

Con un trasfondo incluso religioso, y que a sabiendas de los efectos directos que traería esa decisión, su ejecución no permitía dar vuelta atrás. No tiene reversa. Es como dicen los españoles: “A por todo”, así eso pone al mundo patas arriba.

Colombia tiene de vecino a un aliado ruso, que lleva años haciendo negocios y compartiendo información y tecnología de guerra.  Estados Unidos, nuestro principal socio en el hemisferio, tendrá que defendernos si esto se amplía al punto tal que la guerra llegue hasta nosotros.

Las vidas que se van a perder no están contadas. Las imágenes son aterradoras. Es el momento de esperar que todos en el planeta entiendan lo que está sucediendo y de los peligros de que esto escale para la humanidad.

Parece que las sanciones y arrinconar a los rusos no van a cambiar su posición. Pero como bien reza la vieja consigna, en favor de la humanidad, es mejor un mal arreglo que una guerra.

Hacerse el de la vista gorda, y creer que el conflicto es muy lejos como para afectarnos como lo afirmó el candidato a la presidencia con pasaporte italiano, resulta de verdad un chiste.

El peligro es que sí gana, dirá lo mismo: “Qué Ucrania ni qué ocho cuartos.”.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.