Manifestación de los ciudadanos en las urnas, este fin de semana, pone punto final a una de las campañas más intrascendentes de los aspirantes al legislativo colombiano. Renovación del Congreso, que se aclama en cada uno de los rincones de la nación, tiene serias incógnitas sobre lo que está por venir. Ataques entre los extremos ideológicos, harakiri entre las opciones de centro, dieron relevancia a las consultas interpartidistas, de precandidatos presidenciales, pero hicieron parte del paisaje las propuestas programáticas de caciques que buscan su eterna reelección, o nuevos aspirantes, que ponen su nombre a consideración para encarnar la transformación de la política del país. Voto de consciencia y con responsabilidad es el que se espera, sea ejercido, para lograr una representación digna de la población en la Cámara de Representantes y el Senado de la República, escenarios de trabajo para satisfacer las necesidades de los residentes y garantizar los derechos de todos los habitantes de Colombia.

Cambio que hará historia, metamorfosis imparable, planteada por las capas jóvenes de la población debe pasar de los pronunciamientos en vía pública, y las plataformas sociales, a la participación ciudadana efectiva ejerciendo el sagrado derecho al voto. Hastío con los actuales legisladores, vergüenza que propicia la corrupción, llama a buscar alternativas que saquen del poder a la clase política tradicional y revista de dignidad a gente que, desde la ética, represente los principios de la sociedad democrática colombiana. En las urnas está el camino para cristalizar la voluntad de quienes pretenden llegar al legislativo distantes de los mismos que tanto daño le han hecho al país. Defensa de la democracia y la libertad que, va de la mano del desarrollo económico y la productividad, no puede caer en el idilio socialista que encanta incautos y ya muestra terribles consecuencias en Venezuela, Cuba, Nicaragua y da sus primeros pasos en Perú y Chile.

Pacto histórico que proponen por Colombia deja claro que, desde él, se mira la viga en el ojo ajeno, pero se desconoce la que tienen en el propio. Dignidad que dicen tener, sus principales representantes, no oculta el oportunismo político que los acompañó en partidos tradicionales como el liberal, los unió a caudillos del momento en el movimiento de la U, y ahora los tiene en coalición con idearios diametralmente opuestos a los que siempre han defendido. A través de un proceso, supuestamente, construido con todos los sectores, la apuesta de la izquierda colombiana seduce a las clases populares con apuestas irracionales que después deberán pagar con favores y cuotas burocráticas que al final impactan al constituyente primario. Cambio a la historia del país, que se pide para este 13 de marzo, será imposible si se sigue sembrando mantos de duda y apostando por el odio que promueve la violencia y acrecienta los temores de desplazamiento, desempleo, y ausencia de libertad que se perciben con el triunfo que persigue la ideología de extremo.

Corrupción, mermelada, narcotráfico, temas centrales de la Coalición de la Esperanza atomizó una alternativa de poder que sucumbió en el ego de cada candidato. Cuestionados apoyos individuales que se sumaron a los precandidatos presidenciales demostraron que fueron incapaces de hacer política de una forma diferente, sapos que algunos quisieron tragarse imposibilitaron dirimir desacuerdos desde el dialogo en el fuero interno de la alianza. Inmolación que inició con Ingrid Betancourt se agudizó con la reticencia de Jorge Enrique Robledo para honrar los acuerdos si gana Alejandro Gaviria. Convergencia con personajes conexos a las maquinarias y la corrupción hablan mucho de lo que vendrá en caso de una posible posesión: repartición de cargos y compromisos burocráticos que impiden gobernar. Adoctrinamiento ideológico que se hace, desde la educación, invita a votar bien en estas elecciones de 2022 para constituir un buen congreso y ungir la mejor propuesta para competir contra quien puntea en las encuestas.

Opción de cambiar rápidamente la nación que tiene el Equipo por Colombia sucumbe en la confluencia de fuerzas fusionadas por necesidad y no por convicción. Política de intereses particulares impide que exista una disposición a trabajar en equipo, incongruencia de disyuntivas regionales los lleva a formular un programa de gobierno donde se muestran como los salvadores de un atolladero que ellos mismos ayudaron a armar. Escándalo que salpicó, con las acusaciones de Aida Merlano, al clan con fortín electoral en la costa norte, dejó en el entorno que siguen atornillados en el ambiente del todo vale, cambio de una elección por lechona, mercados, tejas o dinero. Lucha por un voto que les permita seguir haciendo de las suyas por debajo de cuerda, vieja política de ir a la calle, visitar los sectores populares, salir a los pueblos, dejar de lado las camionetas blindadas, y prometer lo incumplible, acordándose de los ciudadanos solo cuando necesitan de su sufragio.

Crisis de identidad de la extrema derecha con la ciudadanía se agudiza con la ausencia argumentativa que sustenta el discurso de campaña en la tesis de no repetir los modelos fracasados de los países vecinos y el peligro que representa el socialismo del siglo XXI. Eje de la seguridad democrática, la libertad económica de la nación, que propende por el progreso, la conservación de la empresa, el emprendimiento, la productividad del campo, la educación y el empleo perdió su brújula, y conexión con la realidad del país, en la inexperiencia gubernamental del novel político que representaba el tercer huevito del expresidente. Error de gestión y dirigencia que acompañó a Colombia en los últimos 4 años denota que no funcionó muy bien la política del investido o señalado por el líder. La defensa de la democracia no puede ser a cualquier costo, si bien la propuesta de la oposición es nefasta, la alternativa de la derecha no se queda atrás exaltando su analogía con lo odioso de la política tradicional.

Libertad de movilización, empresa y expresión es sagrada y no puede estar en discusión, obligación del ciudadano es salir a votar informado para no caer en el engaño de quienes hacen promesas que nunca van a cumplir. Jugadas de último minuto denotan el desespero de todos los sectores por mantener o hacerse al poder. Continuidad dentro de la política es el objetivo de los Roy Barreras, Armando Benedetti, Piedad Córdoba, Germán Vargas y muchos más que, directamente o por interpuesta persona, se niegan a dar un paso al costado y dar vía libre a otras personas más jóvenes y con nuevas ideas y propuestas. Indelicadezas que salieron a flote en todos los sectores políticos, sin excepción, son el desespero evidente de una clase dirigente que desconoce la moral y las buenas costumbres que deben reinar en el ejercicio de la administración pública.

Caos político que se ha propiciado no pasa de ser un verdadero engaño que tendrá un alto costo para la nación. Nunca los colombianos habían tenido tanta oferta para elegir candidatos presidenciales y congresistas, pero en inversa proporción, jamás se gozaba de tan pobres argumentaciones políticas, de todos los bandos, para lograrlo. Oscuridad y tiranía que plantea la necesidad de tener un plan B, ante el incierto resultado de este 13 de marzo en la elección del Congreso, exige no perder de vista que en política nada es lo que parece. Saltos al vacío, esperando que en el camino un milagro salve al país, es lo que ha llevado a quedar a la merced de malos gobiernos, la gigante corrupción y miles de propuestas inviables de candidatos que mueven la gente y llenan de esperanzas a muchos.

Antes que decirle a alguien por quién votar, desde esta columna, se pide a los ciudadanos no vender, ni empeñar, su voto. Ejercicio de la democracia emplaza a pensar en todos los empresarios, agricultores, personas con trabajo y aquellos que están por crecer laboralmente. Cita en las urnas debe estar pensada en defensa de la vida, la legalidad, las instituciones, las fuerzas del orden y la libertad, construcción de futuro en conjunto y distante de polarizaciones que sacrifican la paz, y la estabilidad, para dar vía libre a sus propósitos noc-santos. Estará del lado correcto de la historia quien comprenda que, este 13 de marzo, está en juego la estabilidad de un sistema democrático que clama por una verdadera justicia, la división de poderes, respeto por la vida y culto a la verdad en la construcción de un mañana alejado de los odios que impiden aceptar al otro desde las diferencias.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.